LA ASCENSIÓN
La lectura que hoy nos narra el
hecho de la Ascensión de Jesucristo al Cielo es la 1ª lectura. San Lucas retoma
el final de su primer libro (el Evangelio) y pone por delante un resumen de lo
que fue ese Evangelio: la vida, Pasión, muerte y Resurrección de Jesús. De su
último relato toma esa advertencia de Jesús a sus apóstoles de que esperen en
Jerusalén aguardando la Promesa que Jesús les ha hecho de su Espíritu Santo. Y
luego quedan citados todos en el Monte cercano y allí Jesús, ante la vista e
todos, comienza su vuelo hacia las alturas, en símbolo de que la suprema
realidad está siempre por encima de las cosas y realidades de la tierra. Pero
esa visión queda truncada por una nube que se interpone, porque lo que importa
no es el símbolo de la subida sino el mensaje esencial: que Jesús vuelve al Padre, de donde
salió. Pero que nos ha dejado a nosotros
la tierra y sus realidades, y que ahí tenemos que hacer presente a Cristo, que
no es sólo que “vendrá” sino que “esta”.
Está en cada persona, está en Palabra y obras –su Evangelio-, su Iglesia
que empieza a nacer. Y ahí es donde queda abierta la labor del creyente.
San Pablo lo expresa vivamente en
sub carta a los fieles de Éfeso: El Padre del Cielo os dé entendimiento para
conocer esta novedad grandiosa: la esperanza
que se nos injerta n el alma, la riqueza extraordinaria y poderosa del
mismo Cristo, ya triunfador, que recoge a toda persona, sea de la nación que
sea y del color que sea, y la introduce juntamente con Él en la gloria. Porque Él sube como la cabeza de un Cuerpo…,
pero el Cuerpo no pude quedar separado de su cabeza, y a dónde va la Cabeza le
seguiremos los miembros de ese Cuerpo, con la plenitud que nos trasmite la
savia de Jesucristo.
San Mateo pone su broche final a su
Evangelio con un mandato, que tenemos
que sentir presente para nosotros: Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio por todas partes. No es una “devoción”, una “posibilidad más”…
Es un MANDATO pleno y absoluto. Nadie
puede quedarse fuera de este mandato del Señor: SU EVANGELIO tiene que
expandirse por el mundo. Y el mundo de
cada uno es el que tiene a su alcance, incluso “alargando la mano” un poco
más. Su Evangelio es que yo y tú y el
otro, trasmitamos Evangelio en nuestras palabras, con nuestros hechos, con
nuestros silencios prudentes, con nuestros gestos. Jesús no va a pedir que quitemos determinadas
devociones, pero en tanto valen en cuanto que el Evangelio se haga presente en
ellas o a través de ellas. No nos salvan nuestras prácticas devotas, ni
responden a su mandato.
Adónde nos impulsa imperativamente
es hacia una forma de vida que desde el pensamiento al gesto, a la palabra y a
la acción, rezumen EVANGELIO. Y ese
Evangelio CREÍDO (que no es lo mismo que hablado o leído de papagayos), supone echar
demonios. ¡Y los hay! Menos demonios de cuernos y rabillo, y muchos
más de pasiones humanas, de sentimientos ocultos, de reacciones instintivas, de
exclusiones cordiales. Urgencia de hablar un nuevo lenguaje, que no es
sólo de palabras sino de actitudes, de detalles, de cerrojos que saltan en esos
recovecos que tenemos cada uno, que nos hacen hipócritas y falsos cuando por
delante expresamos una cosa y estamos haciendo otra por detrás. Otra señal de
CREER (tan distinto de “piadosas apariencias” es no dejar que nos envenenen…, ni
nosotros dejarnos envenenar…, por muchas serpientes que serpeen alrededor,
ni venenos que nos llegan. Porque el que
realmente CREE EL EVANGELIO, irá siendo médico que cura enfermedades y
enfermos y los sana.
Que uno se pregunta ante la
EUCARISTÍA, si nuestras comuniones llevan en sí esta batería. Si nuestras
comuniones son realmente comunión en el
Cuerpo de Cristo; si no estamos comulgando por fuera y haciendo exclusiones
por dentro. Si parece abrir el corazón
al acercarse al Cuerpo de Cristo, y echando cerrojos y llaves para no dejar
entrar a otros. Cada día me impresiona
más este momento, porque pienso mucho en Pablo, el día que llamó tan seriamente
la atención a aquellos fieles divididos en el momento de la comunión, y les advirtió escalofriantemente que eso no es celebrar la Cena del Señor.
FLOR
A MARÍA
“Que se me paralice la mano
derecha, si no me acuerdo de Ti”
Muy revelador este mensaje de hoy
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