LITURGIA DEL
DÍA
Cuando Pablo y Bernabé hacen las
obras de Dios, las mismas obras que hizo Jesús, son considerados “dioses”. Y aunque no “Dios”, pero sí que “somos dioses” –en palabras del mismo
Cristo- cuando hacemos la que Jesús ha enseñado que hagamos, cuando vivimos la
misericordia y hacemos el bien. Unas
veces nos tocará huir, como ellos mismos; otras nos tocará evitar que nos crean
“Dios”. Pero en el fondo estamos seguros
de que algo de divino hay cuando hacemos lo que debemos hacer y proclamamos la
verdad de Jesús. Hasta parece como un
anuncio de lo que luego tiene el Evangelio: ¿Por
qué ahora te muestras abiertamente? Porque ahora estáis en condiciones de
recibir esa Presencia del Padre y mía, que haremos
morada en el que hace las obras del Padre.
Y donde aún quedáis cortos, os enviaré al espíritu de Dios y mío, que os
enseñe todo y os recuerde lo que Yo os he dicho
“FLOR” A MARÍA
Voy
decir que hoy mi flor es la de la esperanza
desesperanzada. Hoy estuve muy
metido en mi oración personal en Mt 8 23. Todos tranquilos en la barca hasta
que surge la tempestad, sin venir a qué. Y mientras se desesperan achicando
agua los apóstoles, Jesús “duerme”. A Él también le caen las olas encima. Pero Él “duerme”. Las olas me ahogan, los vientos me tumban… Y
Jesús “duerme”. ¿Será que no le
importo? Yo tendré que ir a Él y
gritarle: Señor ¡que perecemos! ¿no se te da nada? Y la cariñosa respuesta de Jesús, puesto en
pie –sin tambalearse-: ¡Hombre de poca fe!, ¿Por qué temes? Y bien sabe Él que si tuviera poca fe, ya me
hubiera ahogado. Por eso me quedan
tantas preguntas gozosas al preguntarme: ¿Quién es Éste?
MADRE MÍA En mi esperanza
desesperanzada, ayúdame a responderme a esta pregunta. Las olas, a punto de anegarme… Y sin embargo,
Jesús PUESTO EN PIE, calmando huracanes y olas. Sea ésta mi flor en este día. Flor que pide y flor que, rendidamente cree,
¡porque Tú eres mi Madre!
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