DIEZ DÍAS DE ORACIÓN Hechos 1, 15-26
Los apóstoles –junto con María,
la Madre de Jesús- se han retirado y perseveran en la oración, a la expectativa
de la promesa de Jesús: “hasta que recibáis
la fuerza que viene de lo alto”. Son
diez días entre Ascensión y Pentecostés (=”pente”
es un prefijo que indica 50, y por tanto es 50 días después de la Resurrección).
Pedro se planteó un tema de no
poca envergadura para un judío. Si Jesús había elegido 12 apóstoles, no había
sido por una corazonada de ese número
sino por ese respeto y sentido tan especial que tenía para el pueblo judío la
división de las doce tribus de Israel, según los 12 hijos de Jacob.
Por tanto, si han quedado ahora
sólo Once, no es vano plantearse que Jesús quiso Doce. Y será labor de ellos,, de su oración, de su
discernimiento, elegir a uno que venga a ocupar el puesto que ha dejado vacante
Judas por su traición y muerte por su propia desesperación. Ahora bien: no se trataría de elegir a
quienes ellos pudieran pensar por su cuenta. Debe reunir dos condiciones
esenciales (que en realidad es la que iguala a la elección que ellos tuvieron
por parte de Jesús: una condición, que
sea un varón que haya estado en el seguimiento de Jesús “durante todo el tiempo en que entró y salió entre nosotros el Señor
Jesús”. Y segunda condición: “Sea
testigo de la Resurrección como nosotros”.
Un hombre que quedado “cogido” totalmente por el hecho de la Resurrección
en su sentir, vivir y actuar.
En oración particular se
pusieron a buscar, ante Dios, quiénes podrían reunir esas condiciones. Fueron pareciendo nombres en las mentes de
cada uno…, que luego se iban reduciendo, y cuando llegan a poner en común el
fruto de su discernimiento, aparecen dos nombres: José Barsabás y Matías. Pero ahí ya no saben avanzar más.
Estamos ante un evidente caso de
discernimiento importantísimo. Dios no
se manifiesta abiertamente. Por ahí, no
hay luz. Vueltos a la oración para vivir
la experiencia de movimientos del alma, bajo las iluminaciones de la gracia, tampoco.
Queda recurrir a “lo humano”, a sabiendas
de que en lo humano también tiene Dios su manera de expresarse. Y deciden echarlo a suertes, pero orando a Dios:
Tú Señor, conocedor de los corazones de todos,
muestra a cuál de éstos TE ESCOGISTE, uno
de los dos. Por tanto: ellos ya han
puesto todo lo que estaba en u mano. Ahora
es Dios el que tiene que poner la suya.
Y con esa seguridad, proceden a “echar las suertes”.
Y salió elegido Matías. Y tuvieron la plena seguridad de que era Dios
quien elegía. Y nunca más volverían
sobre la posible duda de si fue o no fue lo que debía ser. San Ignacio de Loyola, maestro de
discernimiento, dice expresamente que cuando se ha elegido honradamente ante
Dios, nunca más se vuelve sobre esa elección, mientras no surgieran elementos
que cambiaran las circunstancias. Han
elegido rectamente y bien elegido está. Y estamos raspando el final de los diez
días…
LITURGIA DEL DÍA
Unas
pinceladas: la 1ª lectura, vocación
peculiar, elección de Dios, a través de la acción directa del Espíritu Santo,
de Bernabé y Saulo para una misión nueva, equiparable a los apóstoles
En el Evangelio, dos notas a
resaltar: El que oiga mis palabras…
Por tanto, suprema importancia de oír la
Palabra de Jesús. Tan importante
que, aunque Jesús no juzga a nadie, la
Palabra que Él ha anunciado será la que juzgue: el que la acepta y el que la rechaza o
minusvalora. “Esa lo juzgara el último día” .
Ahí está el punto esencial. Naturalmente OÍR no es simple sonido al oído,
sino vida conforme a esa palabra de Jesús.
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