De la Cena al Huerto
Propiamente es ya la contemplación del Huerto. Se toma
desde el Cenáculo para darle todo el contexto que precedió, y que crea todo un
ambiente interior en Jesús y en los apóstoles.
Oración preparatoria,
tanto más necesaria cuanto que la situación es dura y comprometida.
Composición de lugar:
Salida del Cenáculo, bajada por el torrente Cedrón (largo, ancho, llano, en
cuesta…), entrada en el Huerto. Luna llena. Sombras que se alargan.
Historia: San
Lucas (22, 39) es quien describe más detalladamente el momento del Huerto.
PETICIÓN: lo que
quiero, más apropiado a la Pasión: dolor con Cristo doloroso, quebranto con
Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna de tanta pena como Cristo pasó por
mí. Hacerla despacio, dejándose impactar por ella.
CONTEMPLACIÓN
Remito a mis libros: “Quién
es Este” y “Traspasando la ventana”
Los tres puntos
propios de esta “3ª Semana”, que hemos de tenerlos muy en cuenta y que
constituyen un meollo de estas contemplaciones:
1º.- Lo que Cristo padece en su humanidad, o
quiere padecer, y esforzarme por sentir tristeza, dolor…. Padece mucho,
pero si más hiciera falta, él lo escogería.
2º.-
Considerar cómo la divinidad se esconde;
podría destruir a los enemigos y no lo hace, sino que deja padecer tan
cruelísimamente a la humanidad. Considero este punto uno de los más
iluminadores del proceso de la Pasión. Las tendencias nuestras es hacer una
original separación: “como hombre”, “como
Dios”. No nos tragamos la humanidad plena de Jesús en la que quedó
totalmente disponible al dolor, a la humillación, a la burla, al fracaso
humano. No nos tragamos que Jesús no jugó con nosotros y por tanto no tuvo un
“paraguas” para cubrirse del dolor…: “pero era Dios”. Lo era, pero la Divinidad
“se escondió” para dejar que todo sucediera en la realidad total del Hombre
Jesús.
3º.- Todo esto lo padece por mis pecados. Por
eso, ¿qué debo yo hacer y padecer por
Él? Un día nos quedamos ante Cristo crucificado y nos preguntamos: “qué
debo hacer por Cristo”. Nos quedaba el paso lento por las contemplaciones de
los Ejercicios…, la elección –o Re-Elección, el encuentro con los pasos de la
Pasión. Ahora se llena de contenido ese Crucificado a través de los pasos de su
Pasión. La pregunta se amplía, y no es sólo “hacer” sino también “padecer”, en
esa línea de la identificación con Jesús que nos propusimos en la 3ª manera de
humildad.
COLOQUIO
que ha de brotar de muy
sentidas reacciones del espíritu, y haciéndose esa última pregunta que debe
obtener respuesta salida del corazón. La elección debe ir rubricándose
decididamente porque ya vemos cómo fue Jesús en llevar adelante su obra: hasta
el final. Mis decisiones de futuro deben quedar también muy firmes.
La Cena y el Huerto se hacen el mismo día, y luego la
Repetición, el Resumen y la Aplicación de sentidos (que siempre se plantea para
la última hora de la tarde, cuando el alma ya está rebosante tras todo lo
anterior).
No deben fomentarse pensamientos alegres en el tiempo en
que se está contemplando la Pasión.
La 3ª semana durará 7 días, dividiendo la materia de
Pasión: Día
2º: Del Huerto a casa de Anás, y de Anás a Caifás.- El 3º, de Caifás a Pilato,
y de Pilato a Herodes; el 4º de Herodes nuevamente a Pilato, y los misterios en
casa de Pilato; el 5º, de Pilato a la Cruz, y desde la crucifixión a la muerte.
El 6º, se vuelve al Huerto, hasta Pilato, y de Pilato a la Cruz (y muerte). El
7º, toda la Pasión.
Para el caso
de alargar o reducir, la división se haría conforme a la disponibilidad de
tiempo, o la necesidad espiritual del ejercitante.
Liturgia
ResponderEliminarMoisés es un personaje de inmenso valor en la historia del pueblo de Dios. Es un ser privilegiado al que Dios no se comunica por enigmas, en sueños o visiones, sino cara a cara. Una persona que habla con Dios como un hombre habla a su amigo.
María y Aarón han murmurado contra Moisés (Num 12, 1-13), en medio de aquel conjunto de protestas del pueblo israelita por el desierto. Y el físico externo de María queda demudado. Es como si Dios quisiera poner de manifiesto los efectos de la crítica que no deja igual a la persona que critica. Aun físicamente se va manifestando en su figura exterior aquella persona que vive amargada y critica lo que sale a su paso. Tiene que interceder Moisés por ella: “Señor, cúrala”. Precisamente Moisés que es el criticado.
El Evangelio (Mt 14, 27-36) encierra muchas enseñanzas. Los apóstoles son apremiados a subir a la barca solos, tras la multiplicación de los panes. Algo no fue bien y Jesús les hace embarcarse solos. Jesús ora en el monte, su gran deseo y necesidad desde que llegó a aquel lugar solitario. Pero al levantarse la tormenta en el Lago, Jesús pone un ojo en sus discípulos en peligro y se viene a ellos derecho, aun caminando sobre el mar (símbolo del mal). Los ya aterrados apóstoles que se ven en peligro aumentan aún su miedo al ver una figura en medio del mar y creerla un fantasma. Gritan. Jesús levanta la voz: “Ánimo, soy Yo”.
Pedro en la osadía de su temor pide la prueba de ir él caminando hacia Jesús por encima del mar. Jesús lo llama: “Ven”. Y Pedro camina sobre el agua, hasta que un golpe de viento le hace sentir el miedo y pierde la mirada hacia Jesús y se mira a sí mismo. Y comienza a hundirse. Un grito desgarrado: “Señor, sálvame”. Y una palabra cariñosa de Jesús: “¡Qué poca fe!”.
La barca atracó en la orilla y los hombres proclamaron: “Verdaderamente es Hijo de Dios” (el Mesías).
Muchos detalles en los que fijarse y orar.