Liturgia del día
Comienza el libro de Rut (1,
1.3-6, 14-16.22), que tras morirse su marido se queda con la suegra. Y dado que
en su tierra hay alimentos, se viene con ella y no quiere separarse de ella,
aunque la suegra le invitaba a marchar a su pueblo. Rut pronuncia unas palabras
que son tomadas por los novios actuales para expresarse el consentimiento en su
boda, aunque yo les advierto que son palabras de nuera a suegra y no de novios
o esposos. Expresan la fidelidad al cariño familiar: No insistas en que te deje y me vaya. Donde tú vayas, yo iré y donde tú vivas, yo viviré. Tu pueblo es el
mío; tu Dios es mi Dios. Y fue así como Rut entró a ser parte de la
Historia de la Salvación, y una de las mujeres importantes en este proceso del
Antiguo Testamento.
Las palabras de Rut
pueden valer realmente para expresar la fidelidad a la amistad. Incluso a la
hora de pensar en una atracción hacia la fe, que se verifica no porque haya
habido una “demostración” convincente sobre el tema de la fe, sino por
atracción de la persona amiga, quien con su conducta hace que la otra persona
acabe aceptando a su Dios y queriendo servir a ese Dios que la otra persona
trasmite. Lo curioso es que las parejas suelen omitir ese último versículo. Eso
–para ellas- no entra en el compromiso matrimonial.
El Evangelio (Mt 22,
34-40) nos pone delante a los fariseos que vienen a Jesús para ponerlo a prueba.
Jesús ha callado a los saduceos cuando ellos le exponen el tema de aquella
mujer que enviudó 7 veces. Y los fariseos quieren saber cómo piensa Jesús y le
preguntan lo que era el alma de aquel pueblo: ¿Cuál es el principal mandamiento de la Ley? La respuesta de Jesús
es la que cualquier judío podía responder hasta durmiendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo
tu ser. Pero Jesús no se quedó ahí. Continuó diciendo: Éste es el principal y primero. El
segundo es semejante a él: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos
mandamientos sostienen la Ley y los Profetas.
Es de esos evangelios
que no se prestan a comentario. Dicen todo lo que dicen y ahí queda dicho. Lo
que ya nos quedaría por delante es soñar: cómo sería la vida si ese mandamiento
–doble mandamiento- entrara a formar parte de la vida de la humanidad.
Empezando por esa primera parte que rinde adoración a Dios, con todo lo que eso
lleva consigo.
Decían nuestros
mayores (y se sigue oyendo) que el mundo va de cráneo porque “se ha perdido el temor de Dios”.
Digamos: se ha dejado de lado a Dios, se prescinde de Dios. Diremos con una
concepción propia de cristianos que lo que se ha perdido es el AMOR A DIOS.
Peor: se ha perdido a Dios. No se quiere contar con Él, o sencillamente es como
darlo por muerto. (Y no es la muerte de Cristo). Es dar por finiquitada la
existencia de Dios. Sirvió pero ya no sirve,
pues el ser humano se ha erigido en dios y se basta a sí mismo.
Claro: ese mandamiento
primero era el punto de referencia de Jesús para hablar del segundo semejante a él. Como se ha
eliminado el primero, cae por su peso el segundo. Y el hombre se hace lobo para
el otro hombre, el macho se hace hacha para la mujer, la madre mata a sus
hijos, los pueblo se destruyen entre sí, los que huyen de esas calamidades son
engatusados por las mafias, y los inmigrantes mueren como alimañas en su
intento de hallar libertad y un mundo mejor. Se ha quitado a Dios y surge el
abuso, la corrupción, el negocio de
clínicas abortistas, el engaño de los políticos que van a su avío partidista y
partidario, las muertes que se llaman “de violencia de género”…, y así podríamos
seguir… Quitar a Dios de en medio es dejar salir los instintos brutales del ser
humano, y crear un sub-mundo que se alimenta de la bazofia de lo más bajo que
hay en el hombre y la mujer.
Por eso cada vez más
me indignan los políticos que “se escandalizan” de los hechos luctuosos que
ellos mismo han provocado con sus discursos, sus leyes, sus mentiras, sus
hipocresías.., a un pueblo que van haciendo más bobo cada vez, para poder
manipularlo con sus discursos y promesas de papel mojado, pan para hoy y hambre
para mañana, escandalizados cuando una madre deja a su hijo en un contenedor y
fomentando con sus leyes las mil muertes violentas en abortos “legales”.
Dadme un pueblo sin
Dios y los humanos se comerán unos a otros. Que no es decirlo. Basta
comprobarlo.
He podido leer en un periódico digital: "Prenden fuego y profanan una capilla en San Vicente do Mar" en éste acto vandálico se ha profanado el Santísimo Sacramento, esto ocurrió la noche del lunes al martes, la noticia apareció ayer, pero lógicamente no se hace eco apenas nadie en ésta sociedad nuestra atea.
ResponderEliminarEl domingo se celebrará un acto de desagravio al Santísimo, sugiero que nos unamos espiritualmente y pidamos perdón en nombre de los que no creen en Dios.
Me parece muy bien la sugerencia de Pepe Aguilar.Todos unidos para desagravio al Santísimo Sacramento.Este domingo nos unimos todos en oración.
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