30 de abril de 2015 (Zenit.org) - El cristiano está dentro de una
historia de pecado y de gracia, siempre delante de la alternativa: servir o
servirse de los hermanos. Así lo ha recordado el santo padre Francisco en
la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta. El Papa se ha
detenido sobre dos rasgos de la identidad cristiana: la historia y el servicio.
Así, Francisco ha recordado que san Pablo, san Pedro y los
primeros discípulos “no anunciaban un Jesús sin historia: ellos anunciaban a
Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios ha hecho caminar durante
siglos para llegar” a la madurez, “a la plenitud de los tiempos”. El Papa ha
indicado que Dios entra en la historia y camina con su pueblo.
A propósito, el Santo Padre ha explicado que “el cristiano es un
hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está dentro de
un pueblo, un pueblo que camina. No se puede pensar en un egoísmo cristianos,
no, esto no es así. El cristiano no es un hombre, una mujer espiritual de
laboratorio, es un hombre, es una mujer espiritual dentro de un pueblo, que
tiene una historia larga y continúa caminando hasta que el Señor vuelva”.
Es una historia de gracia --ha asegurado-- pero también historia
de pecado.
De este modo, ha exclamado el Papa: “¡cuántos pecadores, cuántos
crímenes! También hoy Pablo menciona al rey David, santo, pero antes de hacerse
santo fue un gran pecador. Un gran pecador. Nuestra historia debe asumir santos
y pecadores. Y mi historia personal, de cada uno, debe asumir nuestro pecado,
nuestro pecado y la gracia del Señor que está con nosotros,
acompañándonos en el pecado para perdonar y acompañándonos en la gracia.
No hay identidad cristiana sin historia”.
El segundo rasgo de la identidad cristiana del que ha hablado
Francisco es el servicio: “Jesús lava los pies a los discípulos invitándonos a
hacer como él: servir”.
De este modo, el Papa ha recordado que la identidad cristiana es
el servicio, no el egoísmo. ‘Pero padre, todos somos egoístas. ¿Ah, sí? Es un
pecado, es una costumbre de la cual debemos separarnos. Pedir perdón, que
el Señor nos convierta. Somos llamados al servicio. Ser cristianos no es una
pertenencia o una conducta social, no es maquillarse un poco el alma, para que
sea más bonita”.
Para finalizar, el Pontífice ha planteado esta pregunta: “En mi
corazón ¿qué hago más? Hago que me sirvan los otros, o me sirvo de los otros,
de la comunidad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos. Sirvo, estoy al
servicio de?”
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