JUEVES SANTO
Dejo hoy el
final del evangelio de la Pasión en San Juan. Me centro en los tres temas que
la liturgia del JUEVES SANTO recomienda abordar como trasmisión a los fieles de
esta fiesta singular que inicia la Pascua, y que insiste aún en la vertiente
festiva del momento.
Jesucristo ha
deseado vivamente comer esta Pascua con sus apóstoles. No es la pascua judía
que celebra un pasado: la liberación del pueblo al atravesar el Mar Rojo. Jesús
va a atravesar mucho más que eso: va a pasar de esta economía de pecado a una
nueva realidad de redención. Y si la pascua judía se firmaba siempre con
sacrificios y sangre de animales, Jesús va a efectuar un poso de gigante ofreciéndose a sí mismo: ofreciendo su
CUERPO cuando toma el pan y lo va pasando a sus Once apóstoles, diciéndoles: tomad,
comed, ESTO ES MI CUERPO que se entrega. Luego repite el gesto con una
copa de vino: Éste es el cáliz de mi SANGRE, que se derrama por vosotros. El Cuerpo
que se entrega, la Sangre que se derrama…, son aún incruentamente el anuncio de
lo que va a ocurrir. Y a la vez de anuncio es ya realización misteriosa porque
en ese momento estaba allí todo el Calvario, cundo el cuerpo de Jesús quedó sin
una gota de sangre, y en su muerte quedamos todos liberados; UNO MURIÓ POR TODOS.
Pero aquel día
de la Cena no sólo hizo Jesús un gesto aislado que se quedara entre los muros
del cenáculo. Cuando verificó aquella donación plena de su vida por nuestra
salvación, encargó a sus apóstoles: Cuantas veces hagáis esto, RECORDÁIS MI
MUERTE HASTA QUE YO VUELVA. Hacedlo en conmemoración mía. Lo que Jesús
acababa de hacer no quedaba allí. Los apóstoles quedan constituidos SACERDOTES
para perpetuar el momento. No sólo para “repetir un gesto” sino para revivir un hecho, actualizar por los siglos
lo que Jesús acababa de hacer. De modo que cada vez que el sacerdote, descendiente
de los apóstoles, revive y repite aquellas palabras de Jesús, estamos
asistiendo a la Cena y al Calvario; estamos zambulléndonos en el misterio mismo
de la redención como realidad actual y presente.
Todavía el
Jueves Santo nos deja un punto especialmente culminante: Para que lo que Yo he hecho, así lo hagáis vosotros unos con otros. Y
el evangelista Juan hace el cambio de la institución de la Eucaristía –que él
no cuenta- por ese Jesús, que es llamado
y ES MAESTRO Y SEÑOR, que se
pone a los pies de los apóstoles para lavárselos. Y da mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros COMO YO OS HE AMADO. Era un salto cualitativo. Ya no es
sólo “amar” sino COMO ÉL… Y Él ama poniéndose a los pies, y ama hasta el extremo. Quiere entonces, no
sólo que vivamos el amor como Él lo ha vivido: haciendo amor…, realizando amor…,
sino también dejándose amar, porque
sólo quien se deja amar por Él, y se deja lavar por Él, tendrá parte con Él.
Simón creyó que lo hacía mejor retirando sus pies porque le daba grima ver al
Maestro arrodillado ante él… Pero tuvo que humillar su mente y dejar de nuevo
los pies fuera del diván para poder tener parte con el Maestro.
Quizás todos
esos que pretenden “confesarse directamente con Dios” pertenecen a los que
encogen sus pies ante Cristo, y pretenden valerse por sí mismos. Y Jesús les
advierte que así no pueden tener parte con Él. Porque hay que dejarse purificar
por Cristo y al modo de Cristo. Que el AMOR no es sólo amar (y ya hay que
cuidar mucho que no sea amor egoísta), sino que necesita DEJARSE AMAR para
llegar a ser amor humilde, sincero y verdadero.
""Os doy un mandamiento nuevo: que os améis.............".
ResponderEliminarEs un mandato nuevo porque son nuevos sus motivos :el prójimo es una sola cosa con Cristo,el prójimo es objeto de un especial amor del Padre. Es nuevo porque es siempre actual el Modelo,porque establece entre los hombres nuevas relaciones . Porque el modo de cumplirlo será nuevo ."como yo os he amado";porque va dirigido a un pueblo nuevo, porque requiere corazones nuevos;porque pone los cimientos de un orden distinto y desconocido hasta ahora.Es nuevo porque siempre resultará un novedad para los hombres, acostumbrados a su egoísmo y a sus rutinas.
La inmensa caridad de María por la humanidad hace que se cumpla,tambien en Ella la afirmación de Cristo: nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos "