La Vida Gloriosa en San Juan
El 4º evangelio va directamente al grano. Quien va al
sepulcro al amanecer es María Magdalena. Y no hay nada más que decir. La
impulsiva mujer ve la losa del sepulcro quitada. No se ha acercado siquiera. Y
crea su propia fantasía: se han llevado
al Señor del monumento. Y con ese recado de su imaginación viene al
Cenáculo para comunicar la mala nueva. Y –como debe ser en un contexto de
intencionalidad eclesial- a quien se dirige es a Pedro. Y en ese mismo
contexto, “al otro discípulo a quien quería Jesús”.
Lo “clásico” (y por donde van a ir los “comentarios” al
blog, sin plantearse siquiera otra alternativa), es personalizarlo en “Juan”.
Yo me separo de “lo clásico” al menos como una visión más amplia de este 4º
evangelio. Y me proyecto a algo muy interno al relato que tenemos entre manos,
mucho más rico que la literalidad en sí.
Pedro y “el otro” sienten la urgencia de comprobar lo dicho
por María Magdalena y salen hacia el sepulcro. Pedro, que por edad es mayor, y
porque siempre la verdad es más pausada que los impulsos, corre menos. “El otro”
(con una mirada a una comunidad naciente fervorosa) corre más y llega antes.
Con una prudencia narrativa muy estudiada, este “otro” se limita a agacharse –sin
entrar- y ve los lienzos (las vendas, propiamente en el relato joánico) por el
suelo. [Otras versiones traducen “plegados”].
Era lo lógico que no entrara porque podría aducirse que alteraba la realidad si
él entraba solo antes que llegase Pedro.
Pedro llegó y entró directamente, y tras él “el discípulo”.
Y se hallan ante una visión que les deja perplejos: los lienzos por el suelo (=plegados) y el sudario no por el suelo sino
en un sitio aparte. ]¿Por qué insisto en los lienzos “plegados”? Porque
significaría que están “caídos sobre sí mismos”; que esos lienzos tuvieron
dentro un cuerpo, pero el cuerpo “se ha esfumado” y entonces la parte superior
de los lienzos ha caído sobre la inferior. No es que estén doblados y ya está.
Hay algo mucho más significativo. Pero mientras Pedro contempla aquello y no
puede dar un paso más que el de su extrañeza, “el otro discípulo VIO Y CREYÓ”. Los dos veían igual, pero no ven
lo mismo en su interior. “El otro” ha hecho rápidamente historia de la Escritura
santa: “debía resucitar al tercer día”,
y entonces se abren esos nuevos “sentidos de la fe”. Pedro no ha llegado
todavía: su misma preocupación, su dolor interior por la última mirada de
Jesús, y posiblemente porque “lo oficial” siempre va más lento, se quedó en ver
y así regresó al Cenáculo”. Algo podía corregir el recado de María Magdalena,
porque si se hubieran llevado el cadáver no se hubieran quedado allí y así los
lienzos y el sudario. Pero aún no le ha llegado el don de la fe.
La comunidad cristiana que escribe y vive ya esos tiempos
en que se redacta este evangelio, sí puede decir que CREE. Y que vive ya esa
gozosa experiencia de Cristo resucitado.
Nuestra imaginación necesitará imaginar –aunque sea para
satisfacer la curiosidad- cómo fue el descenso desde el sepulcro. Echando
imaginación, yo pondría un largo trecho en silencio. Un respeto al misterio que
vive cada uno desde su situación. Un ansia en Pedro, que quisiera poder cerrar
el episodio con una explicación que le quitara su angustia. Y una alegría
inmensa en quien ya HA CREÍDO aunque no ha visto más que “las señales externas”.
Pero es que esa es la fe que tiene inmenso valor, porque no necesita
demostraciones: se vive y se goza internamente.
Todas las apariciones de Jesús Resucitado acaban con el mismo encargo:"Id y predicad". A María Magdalena : No me toques; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre"(Jn,20; a las otras mujeres: "id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán; los de Emaús regresan a Jerusalén. A las mujeres ni las creyeron, ¡cosas de mujeres! Jesús los reprendió por ser tan reacios a creer una cosa que Él mismo les había anunciado en muchas ocasiones que tenia que acontecer. La fe de los Apóstoles en la Resurrección no ha sido fruto de un momento de exaltación religiosa, sino que estaba basada en una experiencia personal de la que cada uno había sido testigo presencial.
ResponderEliminarAhora Jesús les ruega encarecidamente que vayan a proclamar la "Buena Nueva" de la salvación universal que Cristo ha realizado y que, cada hombre debe conocer. "Id y predicad".Pedro y Juan fueron los primeros en proclamar el poder del Resucitado en la curación del tullido que curaron milagrosamente ante los judíos; a pesar de su oposición.
Todos los cristianos estamos comprometidos por fidelidad a nuestro Bautismo.