La oración del
Huerto (1)
El final de
aquella Cena Pascual fue –de acuerdo con el ritual- unos cantos de himnos. Y de
allí Jesús –rodeado por los Once (que van apiñados por el mismo sentimiento de
supervivencia tras las emociones y malos anuncios)- salió hacia Getsemaní, una
granja ya conocida de ellos, que se prestaba a la oración silenciosa y apartada
de ruidos. Debió ser un trayecto en el que se produjo toda esa conversación que
reseñamos ayer: “heriré al pastor y se dispersaran las ovejas”; “hoy os
escandalizaréis de mi”, con la consiguiente porfía de Pedro y el eco en los
otros apóstoles. Pero de hecho ya iban escandalizados (atemorizados,
desesperanzados…) queriendo apoyarse unos en otros.
Llegados al
huerto, Jesús deja a la entrada a 8 “mientras
hago oración”. En realidad era su despedida. No volvería a verlos más en su
vida mortal. Era un desgarro, aunque ellos no lo intuyeran siquiera, pero el
corazón de Cristo sí que lo experimentaba. Tomó consigo a Pedro, Santiago y
Juan, como quien se busca el apoyo de tres más familiarizados con los momentos
fuertes del Maestro.
Y cuando
estuvo a solas con ellos, Jesús se desmoronó, expresándoles que estaba
espantado y abatido. Bien podemos imaginar que aquellos tres se quedaron mudos.
Realmente estaban escandalizados, porque hasta entonces Jesús había sido su
apoyo, su fuerza en los decaimientos. Y ahora se les muestra hundido. Más aún:
que tiene una tristeza de muerte… Y como mucho más no pueden hacer, sí les pide
que oren y velen. Debía ser una vela doble: la del que ora y la del que vigila,
porque el estado de Jesús era para no perderlo de vista.
Se adelantó
Jesús un poco. Quedaba a pequeña distancia, de modo que aquellos tres hombres
podían y debían quedar atentos a ver en qué aparaba aquello. Pero lo cierto es
que ellos mismos se contagiaron de la tristeza del Maestro y no hallaron mejor
remedio que echarse en tierra y ponerse en posición que invitaba al sueño. Y en
esa tristeza total, dormirse.
Jesús, al que
hubieran podido ver y oír si no se hubieran dormido, se debatía en una dolorosa
oración en la que clamaba, aun en voz alta (a
gritos y con lágrimas nos dice la carta a los Hebreos), queriéndose hacer escuchar
por el Padre: ¡Abba, Padre!: todas las
cosas te son posibles; aparta de mí este cáliz Aunque en sumisión completa
al designio divino, concluyera con la aceptación de lo no querido: Pero no se haga lo que Yo quiero sino lo que
Tú. Era una oración repetitiva, angustiada, y al mismo tiempo rendida. Pero
sin género de dudas anhelando que aquel cáliz pasara de largo. Fue una lucha
muy fuerte. Y cuando la misma fe de Jesús le confortó en ese su final abandono,
se levantó de su oración y vino a tomar fuerzas en sus tres amigos. Pero los
amigos dormían. No habían velado. Habían caído en la tentación de dormir para
olvidar, o para quitarse de encima su pena.
Debió quedarse
Jesús un rato mirándolos, casi dudando qué hacer. Luego se dirigió a Pedro –el que
nunca se escandalizaría…- y le dijo con el alma apenada: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste vigilar una hora? ¡Qué amargura debió
haber en aquella pregunta! Luego, mirando a los tres, recomendó de nuevo: Vigilad y orad para que no entréis en
tentación. No hubo respuesta. No había nada que decir. No sabían qué decir.
Avergonzados, adormecidos e idiotizados por la somnolencia, no se les ocurrió
palabra.
LITURGIA DE LA PALABRA
ResponderEliminarEl mensaje cuaresmal de hoy es LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN, la necesidad de orar, la insistencia y la confianza en la oración.
Se abre la ¡ª lectura con la oración de Esther (14, 1, 3-5, 12-14) ante el peligro inminente de su pueblo por las malas artes de un corrupto de la Corte. Oración insistente, apoyada en la confianza en Dios y en el dolor de una raza: Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación; dame valor, Señor, rey de reyes y Señor de poderosos. Pon en mi boda un discurso acertado… Líbranos con tu mano; protégeme tú, Señor, que lo sabes todo. Un modelo de cómo hablar a Dios con el alma en la mano y el corazón puesto en Dios.
Jesús enseña así a orar insistentemente (Mt 7, 7-12). Tres expresiones seguidas: Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Más claro, agua. La oración nunca se pierde. Dios siempre escucha. Y acaba dando cosas buenas. Se antoja como una “lucha” en que el hombre porfía con Dios. Me recuerda a Jacob en lucha con el “ángel de Dios” durante una noche, para acabar descoyuntado en la madrugada, pero bendecido por Dios “porque lucho contra ángeles y dioses y salió vencedor”. ¿Cómo es que salió vencedor si salió descoyuntado y cojo? Porque su oración era acogida por Dios y aceptada plenamente y bendecida. No era todo ni sólo lo que Jacob había pedido, pero Dios le salió al encuentro y le dio cosas buenas.
Esa es la lección hoy y una invitación muy seria de la Cuaresma, que más depende de la oración que de muchas otras cosas.
Hoy 26 de Febrero cumpleaños nuestro querido Padre Cantero, que Dios lo conserve por muchos años explicándonos el Evangelio.
ResponderEliminarFelicidades Manolo
FLICIDADES,padre.Leyendo su maditación en el blog,por un comentario,he sabido que hoy es su cumpleaños.
ResponderEliminarPido al Señor por usted de un modo muy especial;que le de muchos años de vida,para que podamos seguir seguir los pasos de Cristo,de esa manera tan clara y eficaz como usted nos transmite explicando el Evangelio.
Nos pasamos buena parte de nuestra vida pidiendo a otros que pueden ayudarnos, o que poseen conocimientos superiores a los nuestros.Somos personas necesitadas.Si no pidiéramos nunca nada,terminaríamos en una falsa y empobrecida autosuficiencia.Pedir y dar;eso es la mayor parte de nuestra vida y de nuestro ser Al pedir nos sentimos necesitados.Al "dar" podemos ser conscientes de la riqueza sin término que Dios ha puesto en nuestro corazón.
ResponderEliminarMuy amado en el Señor: Me acabo de enterar que ayer ha sido su cumpleaños y, quiero aprovechar el acontecimiento para expresarle mi admiración, mi respeto y mi gratitud por el estudio teológico, claro y detallado, incluso, a veces minucioso, que diariamente nos ofrece .
ResponderEliminarComo usted, quiero pedir al Señor cosas buenas; creo que nos tiende la mano cuando se debilita la salud, cuando perdemos la energía y todo parece negro...Creo que si le pido que me permita ir a Misa todos los días, no lo estoy coaccionando...Pienso seguir insistiendo, desde mi lugar; pero como hija.
Padre; reciba hoy con mi FELICITACIÓN un abrazo con toda mi ternura fraternal. MªJosé Bermúdez.
Poco sabemos de la conducta de Jesús. En las historias de la Pasión, a Jesús se le presenta como el que guarda silencio, como el que acepta, como el que sufre de una forma sobre humana...Está solo, en manos de unos malhechores que lo quieren quitar de en medio. Él, ora por Sí mismo y, sobre todo, ora por cada uno de nosotros; Es el Mesías de Dios que ha venido a salvarnos...Por nuestra creaturidad somos débiles, podemos sentir sueño; podemos dejarlo solo; pero nos ayudará a "despertar"; lo que importa es que ahora nos unamos a Él y no lo dejemos nunca.
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