SEGUIR EN SACRIFICIO
El domingo 30 de junio cierra el
MES DEL SAGRADO CORAZÓN. Es un domingo que nos pone directamente ante las
llamadas de Dios. Eliseo siguiendo a Elías, y unos innominados que se ofrecen o
son llamados expresamente por Jesús.
El sentimiento de llamada o de
ofrecimiento se hace a primera vista dulce y gozoso. Ahí se apunta cualquiera.
Todos somos muy dados a un evangelio que nos invite a llegar a Jesús, y
encontrar en Él todos esos atractivos que nos proporciona el amor de
Jesucristo, las ternuras de su Corazón y cuanto nos suponga suavidades del
alma. Hoy puede ser un momento en que detenerse en el Evangelio nos haga buscar
las veredas de esos ojos que nos miran y nos invitan.
Pero también es cierto que
tendríamos que desarrollar demasiada fuerza suavizadora para no darnos cuenta
que hay tres situaciones que no tienen apenas los almíbares que nos gusta
paladear.
Si es aquel que viene
generosamente a ofrecerse, Jesús no le endulza la píldora precisamente. Todo es
Evangelio pero Jesús se empeña ahora en acentuar el aspecto difícil y
sacrificado de esa misma generosidad del que se ofrece tan abiertamente. Jesús no lo rechaza, por supuesto, pero
tampoco le hace sentir que está ante un horizonte de mieles. Porque ha de
contar con una cosa muy clara, si permanece en su propósito: las zorras tienen madriguera y los pájaros
un nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. No le niega Jesús que se venga con él…, pero
¡ojo!, que ir con Jesús no puede concebirse como un paseo entre flores. El que
quiera seguirlo ha de contar con que hay mucho a que renunciar…, carencias que
aceptar…
El evangelista se ha dado el
arte de no decirnos en ningún caso cómo acaba. Prefiere que cada uno se sienta
ante el espejo y sepa qué responde y qué le espera. Por supuesto que siempre
será un gozo sentirse en esa unión a Cristo…, pero se ha de aceptar un punto de
partida, que lo da el propio Jesús, y que deja claro que ir con Él no es coser
y cantar.
Llegó el otro, quizás con la
mirada puesta en Eliseo que –antes de seguir a Elías- tiene el permiso del
profeta para que vaya a despedirse de su familia. Aquí ni se nos dice si sí o si no, pero Jesús
deja claro que no se puede pensar en dos
amos…, uno que es suavidad y dulzura y otro exigencia; el evangelio es uno
y lo peor que nos sucede es pretender el sí
pero no…; el no pero sí… El
seguimiento de Jesús no se compagina con la mano en el arado y que parezca que
va uno arando hacia adelante…, pero luego busca la parte blanda que le permite una
doble vía. Jesús ha explicado en dos
palabras que con Él no hay doble vía. ¿Significa que con Él no se goza? - Lo que significa es que eso se le deja a
Él, pero que a uno le toca lanzarse al vacío en puro abandono.
Y llegó el otro, al que Jesús
expresamente llama. Y no se niega el que ha sido llamado…, PERO… Y el “pero” es una ley o costumbre que “le
obliga” a quedarse con su padre mientras viva su padre. La “norma” estaba ahí, pero la llamada de
Jesús se ha interpuesto…, y ante esa llamada no hay objeciones. La llamada de Jesús viene a salir por encima
de otras normas o dificultades. Por
tanto, el “tú sígueme” con que
concluye Jesús es un toque muy serio ante nosotros, que tenemos que anteponer a
Jesús a cualquier otra razón o situación que se interpusiera.
Pretendo con esta reflexión
poner a las claras esa facilidad con que solemos suavizar las exigencias
evangélicas, hasta el punto de un mundo “religioso-practicante” actual en el
que los creyentes hemos retorcido el evangelio y las exigencias que le son
propias, y lo hemos adaptado a un modo muy suavito de ser creyentes en Cristo y
seguidores “a nuestra manera”… Lo malo
es que como se ha omitido ya el verdadero examen de conciencia, que mira desde
los planteamientos de Dios y se cuestiona uno desde lo que dice Él…, hemos
llegado a un mundo en el que nosotros nos hemos hecho “norma” y Jesucristo se
nos queda para dulces meditaciones que nos sitúan ante esas respuestas del
Evangelio de hoy, en el que siempre me queda una duda y cuestión muy fuerte:
¿siguieron a Jesús aquellos personajes?
El evangelista lo deja en el
aire.., y ni siquiera nos dice cómo se llamaban aquellos tres… ¿Será que no tienen ni nombre? ¿O puede ser que el evangelista nos esté
desafiando a ver si nosotros le ponemos nombre a tales llamados…, y a sabiendas
de que seguir a Jesús encierra siempre renuncia y sacrificio.
Ana Mari Bartolomé sigue en
coma,
aunque con
leves reacciones al tacto.
Javier
agradece cuantas oraciones se están ofreciendo,
y ¡que no
cejemos en ellas!
Puede contar
con el APOSTOLADO DE LA ORACIÓN,
que realiza así
su sentido profundo de oración y servicio.
Y que sabe
agradecer.
Tres personas (sin nombre) que intentan seguir al Maestro.Podíamos ser uno de nosotros.La disponibilidad de quien siga a Cristo,ha de ser pronta,alegre,desprendida ,sin condiciones.Dilatar la entrega ante Jesús que pasa a nuestro lado,puede significar que más tarde,cuando intentemos de nuevo darle alcance,ya no le encontremos.El Señor sigue su camino.
ResponderEliminarMirar atrás,puede significar romper la reja del arado contra una piedra,o por lo menos que el surco salga torcido.Y en la tarea sobrenatural
a la que el Señor nos llama a todos,lo que está en juego son las almas.
Le decimos hoy al Señor,que no deseamos otra cosa que seguirle de cerca en las horas buenas y malas.Sin Ti nuestra vida quedaría rota y descentrada.