MES del
Corazón de Jesús. Día 3º
CURÓ
TODA ENFERMEDAD Y TODA DOLENCIA.
¿Voy
poniendo medicina en quienes trato
Consecuencia
y continuación de lo de ayer (“pasó por el mundo haciendo el bien”) surge esta
segunda parte en la exposición, cuando quiere uno entrar y adentrarse en el
Corazón de Jesucristo “curó toda enfermedad y toda dolencia”. Y los evangelios nos hablan de ciegos y de
paralíticos, de cojos y de leprosos, de mancos y de encorvados, de epilépticos
y de poseídos del demonio, de hemorragias y de sordomudos. Y nos habla de
pecadores (que era la forma que englobaba todas las otras enfermedades, en el
sentir popular).
Curaba
Jesús a dos manos: con la derecha, de terciopelo, a quienes venían a Él
abandonados en sus manos, en súplicas humildes de quienes se reconocen
enfermos. Con la “mano izquierda” –aparentemente
más dura- cuando el enfermo era hipócrita, soberbio, engreído, subido a su
pedestal. Con una especie de “conciencia mesiánica” que pretendía saber más que
Jesús. Sus discusiones con los fariseos
y doctores no eran agresivas ni pretendían zaherir. Su acuse de “Satanás” a
Simón, su discípulo, no era para “apartarlo de Él. Su negativa a dejar su labor
para ir a ver a su madre, ni era un desprecio. Era esa “mano izquierda” que
tiene que entrar de modos menos suaves con los recalcitrantes, pero Jesús busca
igualmente la curación. Quiere curar toda enfermedad y toda dolencia.
Y
hay dolencias que el enfermo las presenta porque se siente enfermo, y ahí es
más posible al médico aplicar el remedio. Y hay dolencias que el enfermo
oculta, y poco puede entonces hacer el médico. No hay peor enfermo que el que
no reconoce su enfermedad.
Eso
se da unas veces en “enfermos” en plenas facultades mentales. Otras veces en
los que ya no las tienen así. En los
primeros, mal que bien se les puede ir conduciendo hacia una reflexión, una
toma de conciencia, un comprender que mientras no reconozcan y acepten su
enfermedad, el médico tantea y no puede curar debidamente. Ni por una vez nos
dice el evangelio que los fariseos acabaran reconociendo que Jesús era más de
lo que ellos creían… Y siempre le
atacaron con los mismos falsos argumentos.
En
los segundos, poco puede hacer el médico. O tales enfermos no obedecen, no se
toman la medicina correspondiente, tiran por sus caminos, son víctimas precisamente
de su enfermedad. Como aquellos vecinos
de Gerasa que, en vez de tomar la medicina, acabaron pidiéndole a Jesús que se
marchase de allí.
Sigue
Jesús queriendo curar toda enfermedad y
dolencia y se da contra la pared de enfrente, porque encima de todo dicen
esos enfermos que Jesús tiene a Beelzebul, y echa los demonios por arte de Beelzebul.
¿Qué hacer…, cómo curar? Ahí están poniendo
tal muro a la acción de Jesús, que muchas veces en el evangelio, Jesus ha de
tomar el camino de pasar a la ribera
opuesta.
Estamos
ante la pregunta: ¿Voy poniendo medicina
en quienes trato? Evidentemente tiene
que ser un principio general el de querer poner esa ayuda… En repetir cien veces el intento… Pero al
mismo tiempo puede ser que notemos que “nos están pidiendo que nos vayamos”…,
que nos estén viendo como “Beelzebul” en sus vidas, o que no tengamos más
remedio que “pasar a la ribera opuesta”.
Y
hasta es posible que eso ya sea una manera de aplicar “medicina”, porque si el
médico no es aceptado u obedecido, lo que no puede es empeñarse él en curar a
quien no quiere curarse. Y a veces es
saludable ese “paso a la ribera opuesta” porque puede ser el toque de atención
serio a tales enfermos para que se ayuden a comprender que quedan desahuciados
y no por culpa del médico.
Queda,
sin embargo, emergiendo la gran afirmación inicial: es la que mejor expresa lo común del
Evangelio…, lo habitual en el Corazón de Jesús, lo que mejor define su manera
de ser, su bondad profunda, su amor abierto a todas las posibilidades. Y que bien que sabe utilizar –cuando es
necesario- su “mano izquierda”, para conseguir
finalmente el efecto curativo que sale como fuerza
de su mismo Corazón. Saulo por los
suelos, el fanfarrón fanático que pretendió aniquilar a los discípulos de
Jesús, tuvo que mascar el polvo… ¡Y fue su salvación! ¡Fue el beso mismo de Jesús, “al que tu persigues”!..., y que
finalmente fue el “perseguidor de Saulo” hasta hacerlo “vaso de elección”.
Bien
podemos pedir al Señor que, aunque sea con esa su “mano izquierda”, nos lleve a
la situación de reconocernos “enfermos” que necesitamos de médico…, y enfermos
que obedecen las indicaciones del médico.
Que
todo eso, en las realidades más humanas, o en las sobrenaturales, de manera muy
especial, es un verdadero don que el Espíritu del Señor nos pone a la mano con sus inspiraciones, para llevarnos a la verdad completa.
¿Quién puede puede hacer un comentario a su sabiduría del Evangelio?,Me considero incapaz.
ResponderEliminarEn la parábola que Jesús nos presenta en el Evangelio de hoy,compara a Israel con la viña escogida,provista de su cerca,de un lagar y de una torre de vigilancia para protegerla de ladrones.Dios no dejó de proteger a la viña de sus amores.Los viñadores son los dirigentes del pueblo de Israel;el dueño es Dios,y la viña es Israel ,como pueblo escogido de Dios.
Jesús resume en esta parábola la historia de la salvación.
Jesús de Nazaret sigue siendo la piedra angular.El edificio levantado a espaldas de Cristo está levantado en falso.