Día 8º del MES
del C de J.
VOSOTROS
SERÉIS MIS TESTIGOS
Jesus
se iba ya de este mundo. Pero no quería irse sin –a la vez- quedarse. Invento
varias formas de hacerlo. Una, sublime y grandiosa, como la Eucaristía, en la
que queda realmente presente en medio de nosotros, todos los días hasta el fin
del mundo. OTRA fue mucho más sencilla o
humilde… Fue la de quedarse en cada hombre o mujer fiel que le quisiera
seguir. Y como una síntesis de testamento, Jesús dijo a sus muchos
discípulos: Vosotros sois mis testigos.
Hay
término esencial que aclarar: el “testigo” evangélico no es el que vio algo y
lo cuenta tal como lo vio…, así como los testigos que van ante un juez o
asisten a una boda, cuyo papel es solamente testificar que aquello fue “así”. El TESTIGO evangélico es el que se convierte
en aquello mismo que testifica. Y como lo que Jesús dice a los suyos es: vosotros sois mis testigos, el encargo
que les está haciendo es impensable: vosotros
sois presencia mía ante los demás.
Aplicando aquello que veíamos el 2º día: vosotros sois Yo-mismo que paso por el mundo haciendo el bien. Ese “mundo” es para cada uno “su mundo”, en
el que se desenvuelve, el que puede abarcar, ante el que desarrolla su vida, o donde es visto, aunque él no se dé cuenta
que lo están mirando. “Vosotros sois mis testigos” es esa entrega que hace
Jesús “de sus trastos” (hablando en lenguaje taurino) para dar “la alternativa”
y constituir al discípulo novel en “maestro”.
Me quedo
corto; ¡es mucho más! Lo que Jesús hace
es transfundir su propia realidad para
que esa personalidad –que es la suya- pase a su TESTIGO y lo transforme. Es aquello que antes se empleaba mucho en las
estampas de la Virgen: que quien me mite, te vea. Nos vamos acercando a lo que es SER TESTIGO
DE JESÚS. De lo que se trata es de esa
metamorfosis por la que de mi pobre y casi repugnante larva, surja la belleza
ágil de la mariposa de colores… Se trata
de que –como en una película- el rostro de una persona se vaya cambiando en las
facciones de la otra… Se trata –y sigo con una expresión cinematográfica- que
yo sea “el doble” de Jesús… Que hay
un momento en la historia en que Jesús se va al Cielo, pero tiene que continuar
la película con el mismo protagonista.
Y como Él se ha marchado, yo soy el “doble”…,
ese que el espectador no llega a advertir que no es el Cristo histórico en
persona, porque yo, SU TESTIGO, hago “su doble” con tal perfección, tan
identificado con Él, que el Personaje sigue allí tan vivo como cuando estaba
Jesús en Persona.
No es una utopía. Es esa metamorfosis de mi vida, esa transfusión por la que Jesús se ha ido
metiendo en mí de tal manera que el dicho de Pablo ya no es una frase para las
estampas, sino una realidad: “ya no vivo yo; ES CRISTO QUIEN VIVE EN MÍ”. ¡Ese es EL TESTIGO! Y cuando yo insisto tanto en la necesidad,
urgencia, realidad indispensable…, de que nuestra oración se centre en el
Evangelio…, bucee en el Evangelio, se sumerja y se deje empapar de Evangelio
(sobre todo otro modo), en realidad estoy soñando conscientemente en una
realidad que Cristo encargó: Sed evangelio… SED MIS TESTIGOS.
Y el TESTIGO
está –naturalmente- para un testimonio hacia afuera: que quien me mire te vea.
Pero yo oraba esta mañana y me empecé a plantear algo que me trastocaba… Está bien que mi imagen hacia afuera sea la del “doble del hombre Dios”, y que mis palabras, obras, actitudes…,
puedan reproducirle a los que me ven una “visión” de imagen de Jesús.
Supongamos que fuera así. Pero me
adentraba un poco hacia adentro de mí mismo…, y me preguntaba si yo veo dentro de mí mismo que soy un TESTIGO
que ya es Jesús mismo presente…, y que eso se patentiza en mis sentimientos,
mis pensamientos, mis juicios, mis palabras, mis modos… Si yo siento en mi
propio interior que yo estoy siendo ese TESTIGO… Si realmente lo soy, o vivo
entre camuflajes y caretas que me delatan a la primera de cambio ante mis
propios ojos… Si Jesús puede decir que vive
en mí, y que yo ya no soy yo, porque SOY ÉL…
Y confieso
que me queda alguna duda bien fundada de que sea así. Y como me sospecho que
esta mi reflexión puede ser útil para otros, la pongo ahí delante, porque no
sería de poco fruto si fuéramos todos capaces de mirarnos ante el espejo de
JESÚS, hasta poder descubrir los rasgos que aún nos separan de ser esos
TESTIGOS que han transformado su corazón mismo en el CORAZÓN DE CRISTO…, que ya
vive y palpita dentro de cada uno.
Interesante reflexión la de hoy. ¿Soy verdadero testigo del Evangelio? ¿Me dejo transformar por su mensaje? ¿En mi oración, vivo el encuentro personal con Cristo? ¿O me limito a rezar muchos padrenuestros y avemarías al cabo del día? ¿Cómo llevo ese mensaje a mi vida? ¿Cómo lo transmito a los que me rodean?
ResponderEliminarHoy celebramos la fiesta del INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA.El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona.La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar la riqueza de su vida interioz:GUARDABA TODAS LAS COSAS,Y LAS PONDERABA EN SU CORAZÓN.
ResponderEliminarEl Corazón de María es sabio,porque entendió como nadie las Sagradas Escrituras;INMACULADO,inmune de toda mancha de pecado;DÓCIL,porque se sometió fielmente al querer de Dios;NUEVO,según la antigua profecía de Ezequiel:OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO Y UN ESPÍRITU NUEVO";HUMILDE,imitando al de Cristo;LIMPIO,capaz de ver a Dios según la Bienaventuranza del Señor;SENCILLO,lleno de Espíritu Santo;FIRME,cuando Simeón le anunció que una espada de dolor atravesaría su corazón o cuandose desató la persecución so bre su Hijo o llegó el momento de su Muerte;DISPUESTO,ya que mientras Cristo estuvo en el sepulcro estuvo en vela esperando su Resurrección.
Al considerar el esplendor y la santidad de CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA,podemos examinar hoy nuesra propia intimidad:si somos dóciles y estamos abiertos a las inspiraciones de Espíritu Santo si guardamos celosamente el corazó0n de todo aquello que nos separa del Señor.Sabemos que de su riqueza o pobreza hablarán las palabras y las obras,pues el hombre bueno,del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas