COMO DECÍAMOS AYER
Así es. Hace una semana que puse –el lunes- mi “despedida” temporal
porque me marchaba a unas “vacaciones pagadas”, en las que me llegarían al corazón…,
a ver si se lograba “un corazón nuevo”.
La pericia del dirigía aquel cotarro, no sólo ha sido
proverbial, sino de un entusiasta de su propio trabajo. Y antes de cumplirse la
semana de haber estado en ese “otro mundo” de lo inconsciente, ayer, ayer regresaba
“a casa”, No exactamente, porque hay una
estación intermedia para convalecencia y para tomar fuerzas antes de retomar la
vida diaria.
Viendo mi propia realidad
y mirando a mi alrededor, uno llena a percatarse de que la PALABRA DE DIOS
queda al vivo –de una manera. Peculiar cuando ve uno este determinado panorama.
Porque estoy entre beneméritos Padres y Hermanos, que fueron puntales en su tiempo,
en muy diversos campos de la actividad religiosa en su Orden y en la Iglesia… trabajando
en esta labor pastoral, misionera de enseñanza, de alturas teológicas y científica-
en ellos estuvieron formadores, apóstoles de la oración, grandes predicadores,
Maestros de Ejercicios ignacianos…
Lo que son ellos hoy,
le llevan a uno hasta el meollo mismo de lo que es para Jesús el
pobre de espíritu…. mascando la más dura pobreza que es la de no ser ni
personas… Aquí se hace real Maestro, que pueda ver…; si quieres puedes limpiarme; necesito tocar
siquiera el borde del manto…, o que su sombra dé sobre uno; aquí se mascan
esas experiencias crudas e inmensas que sin
mí NADA PODÉIS…, o cualesquiera otras de las que lee uno en el evangelio y
parecen fábulas orientales. El no tengo a
nadie, que no es el no tener mucha ayuda humana (que la tenemos), pero el
no poder valerse para algo…, es como una vivencia que entra por los poros.
Son muchas cosas las
que se ven, las que muestran que la vida es lo que es y da sí hasta donde da…,
una experiencia que necesitaríamos todos pasar por ella, y no poco los que
teniendo una juventud “incandescente”, tuvieran que pasar un poco por estos
trances, como punto de “aprendizaje esencial”-
Me congratulo de tenerlo de nuevo por "estos lares". Somos muchos los que hemos (y seguiremos) rezando por su recuperación. Desde la humildad del corazón es desde donde se comprende lo efímero de nuestro paso por este mundo y que sin el Señor, nuestra valía (en todos los ámbitos) es como un pozo sin agua, que hace eco pero está vacio.
ResponderEliminarFray Luis de León (a quien con acierto nos remite el título de hoy), continuó sin dilación, así ha de ser nuestro camino, un seguir sin desfallecer, aún cuando nuestra propia naturaleza humana falle, pues sólo en El y con El está nuestra fortaleza.