Dïa 22.- DICHOSOS
SI “PERSEGUIDOS” POR SER CABALES.
El acento quiero ponerlo en esa parte
positiva; “ser cabales”. Ser cabales es estar en el fiel de la balanza. Es
mantener el mismo baremo de juicio en lo propio y en lo ajeno, en cómo me juzgo
y cómo juzgo. En que no existe más que una verdad en cada hecho, y esa verdad
se repite idéntica ante quien sea: amigo, enemigo, que me favorezca decirle o
que me deje en mal lugar.
No significa
que todo hay que decirlo, pero sí que no se dice algo distinto de la realidad,
según conveniencias. Y que cuando decir la verdad entra a formar parte de una confesión
de fe, hay que aceptar la persecución que puede sobrevenirnos.
No hay
por qué provocarla, pero si llegara, hay que afrontarla.
La
BIENAVENTURANZA, pues, está abarcando muchas formas de “persecución”, y seremos
dichosos en ella o no lo seremos,
según el talante básico de quien eligió
se pobre. Y ahí está la piedra de toque, porque la persona que se deja
hundir en las tribulaciones o palabras que le humillan, ha perdido ya esta senda
de felicidad. Vive en el sufrimiento de si dijeron o quién lo dijo (que es lo
de menos). Ahí falta la base; no está procediéndose como persona CABAL. De ahí que mi acento vaya por aquí, y que lo
haga muy expresamente a quienes tienen un sentido cabal de la vida.., y es
evidente que esto debemos analizarlo los cristianos, que somos más proclives al
intento de “aparecer buenos”, -quizás-por ello nos puedan tildar de hipócritas.
SER
CABAL es una cualidad permanente, que no vale para hoy, ni ante los ojos de… No perdamos de vista que el pecado de la vanidad es una clara manifestación de la
soberbia. Y la soberbia es tan sutil que se le compara a la serpiente que –al verse
atacada- se enrosca de manera que salve la cabeza. Pude perder todo lo demás…, pero –salvada la
cabeza- ya la sacará por algún sitio.
Y si
hablamos de soberbias espirituales ya
es para temblar. Porque el engreído en su propia “bondad”, nos da la instantánea
del fariseo: yo no soy como los
demás. Yo soy cabal en el diezmo. Yo npo
soy como ese publicano…
Ahí se
acaba la labor.
Que no sea porque fui rastrero, por lo
que sufra incomprensiones y persecuciones. Pero si fui conforme al Corazón de
Dios, y vo CABALMENTE por Él, entonces seré dichoso en la tribulación, y en la
persecución.
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