Día 20.- ¿DÓNDE VIVES? - VENID Y LO VEIS.
En el Mes al Sagrado
Corazón, esta pregunta es de suma importancia. Nuestras preguntas van
frecuentemente en otro sentido: por qué
me ocurre esto a mí…; ¿cuándo te vas a acordar de nosotros para librarnos de estos
sufrimientos?; ¿por que actúa así el Señor?.. Y ya podemos completar cuadro
con las otras formas que se nos ocurren a cada uno, más o menos viertas o más o
menos sutiles.
Podrían
haberlo hecho así aquellos discípulos de Juan, pero no lo hicieron: allí se
olvidaron de modos y gustos personales, de comparaciones y de preferencias. No se miraron a sí mismos. No se endiosaron
en el propio planteamiento, Miraron HACIA AFUERA, pusieron sus ojos en aquel Cordero de Dios, que les señalaba su
maestro, el bautista. Y puestos los ojos en Él, ya no pueden perderse en minucias, Ni importan detalles para lanzarse,,, Tienen
delante a Jesús y eso ya lo abarca todo.
Por tanto, lo que hoy les coge a
ellos no son “cosas”. Ni siquiera
entenderíamos bien la pregunta. Porque
no es ya el espacio, casa, choza en que
viva Jesús… Están peguntando mucho más.
Les interesa mucho más: ¡Les interesa
Jesús! Más aun si cabe: no es el
atractivo de Jesús, no es la devoción que les levante… ¡Es lo que hay en las entrañas de Jesús!, lo que implica llegar a
descubrir DÓNDE VIVE, donde se alberga lo profundo de Jesús, cuáles son las condiciones
en que Él se muestra, lo que Él exige
para abrir las puertas de su sancta
santorum.
Es fácil decirlo y gozoso entenderlo.
Pero yo no me quedaría satisfecho si no le encontrara un entronque directo con lo reflexionado ayer,
Pienso que una parte indispensable de ese saber dónde vive Jesús, depende
mucho de estar avanzando en esa CONVERSIÓN que supone una clara salida del YO y
las PROPIAS MANERAS, pata que no se dé el doloroso estado de luchar contra Dios los años enteros…,
viviendo así displicentemente y –en el fondo-
“desgraciados”. [sin estar
movidos por la Gracia de Dios].
Me invita Jesús a IR Y VER. No sólo “saber”. VER con el alma: en oración. Y que esa oración sea una exigencia concreta
de soluciones concretas. Cada cual ha de
saber buscar LAS SUYAS. Ese es el VENID Y LO VERÉIS al que invita Jesús
tan elegantemente. ¡Tan exigentemente!
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