Día 26.-
TODO LO HE CUMPLIDO.
Es un grito de triunfo, de la persona que
llega al final de su vida y al echar esa mirada a lo que ha vivido, puede
definirse así mismo como quien ha
cumplido todo…, que no se
ha dejado nada detrás, a medio hacer…, o hecho a medias. Es la satisfacción de
haber colmado la medida, y eso tiene sus dos vertientes: ni siendo imperfecto, ni siendo “pluscuamperfecto”; ni “cumplido a conveniencias·…, si pasándose
tres pueblos. Porque lo perfecto es el modo de Dios, que no se pasa ni se queda
corto. Es la misma virtud de la PRUDENCIA, e incluso el modo profundo de la
CARIDAD.
Cuando Jesús pronunció esas
palabras, ya al borde mismo de su muerte, había tenido un previo “examen” o
balance o mirada general sobre su vida… Había recorrido sus etapas, y ahora
podía cantar victoria. Ni se pasó por más, ni se quedó corto por menos
Para mí ésta es una gran
perfección, y que yo recomiendo contantemente, como persona formada en la “escuela
de San Ignacio”, quien incita siempre a mucho
examinar…
He escuchado en un comentario de
radio que los jesuitas hemos hecho “culpables”
por el procedimiento del examen de conciencia. Muchos santos de la Iglesia,
y figuras próceres en la Compañía de Jesús, y en la vida seglar, no “se culpabilizaron”, sino que hallaron
el modelo mismo de Jesús: saber hacer balance objetivamente para poder saber
que se hizo lo que había que hacer…, o PARA CORREGIR A TIEMPO lo que no se
estuviera haciendo bien.
Muchos piensan que el examen de conciencia es ahondar en
defectos y autoculpabilizarse. Nada de eso:
saber mirar atrás es el arte de todo comerciante sensato que ha de saber qué le
beneficia y en qué pierde su dinero…, porque así CORRIGE. Pero hay más: Lo que Ignacio presenta como
examen de conciencia es una inmensa
acción de gracias a Dios por todo lo bueno recibido en ese día, una somera pero
sincera mirada a lo que no correspondí a tanto amor recibido, y una ilusión por
delante de poder hacerlo mejor porque amor con amor se paga. Y porque así va uno purificando hasta poder
llegar al TODO ESTÁ CUMPLIDO.
Si yo dijera lo que más me
apena, o lo que –a veces- me indigna, es la persona que huye permanentemente de
este recuso ascético y espiritual de mirada hacia su modo de hacer y proceder,
y cae cien mil veces en en el mismo fallo, y lo camufla, lo justifica, no
acepta la orientación… Tiene horror (o absoluta ignorancia) al fondo de sí
mismo, y opta por soslayar su propia realidad.
Nunca llegará al “todo cumplido”, o lo hará por el vericueto de un
engaño o una ignorancia. Algo a lo que se
le ve el plumero a larga distancia, y lleva la situación de aburrir a quienes
desde fuera –de una o de otra manera- le tratan de hacer ver situaciones que de
suyo le están perjudicando a la propia persona.
Se podría generalizar este tipo
de situaciones en los egoístas, los “sabelotodo”, los egocéntricos, los
soberbios (y los soberbios espirituales “de derechos adquiridos” –que son los
más impenitentes-)…, y toda la gama de recalcitrantes que siempre “hacen las
cosas mejor que los demás”. Que tampoco
es extraño dar con “colaboradores” “incondicionales” que en disparidad de
opiniones, siempre “lo suyo” es mejor.
¿Será esta baraja la que puede
ayudarse del mucho examinar? ¿Será de los “traumatizados” si analizan?
¿Serán los que prefieren no dudar de “su verdad” y así siempre “conservan su puesto”,
su seguridad, su convicción de que lo hacen mejor que los otros…, y que los
otros son los que se equivocan o no dan en la diana?
El más bello epitafio que puede haber en
mi tumba, y muy
acorde con el que “elige ser pobre”, es ese TODO CUMPLIDO. Ni más sabio que el “sabio”,
ni más santo que el “santo”…, sino en ese humilde lugar de ser lo que hay que ser y al modo en que hay que serlo. Pienso que es el AMÉN
de la vida, y por consiguiente lo que más
nos identifica con Jesús, definido en el Apocalipsis como el amén de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!