Día 23.- SOIS LA SAL DE LA TIERRA.
Voy haciendo lo que puedo y la
verdad es que no puedo mucho. La altura de la mesa es lo menos apto. El dominio
del teclado casi imposible. De cinco letras he de corregir dos. Y mi brazo derecho
acusa todo eso.
Vueltas vengo dando las que
puedo, a ver si hallara solución, ¡Y mira por dónde la solución puede estar en
buena parte dentro de mi cuarto, en la mesita
de enfermos! Espero que eso me
agilice y me anime, Así, para después de la Misa y de la comida, intentaré…
Ya puse esta mañana algo sobre
la Liturgia Eucarística de hoy. Se quedó corto porque no daba para más ni la
posibilidad de escritura ni la somnolencia, tras seis días seguidos en que lo
más que he semi-dormido han sido dos horas cada día.
El hecho es que esas Lecturas me
llevaban a entroncar con el día 23 del MES DEL CORAZÓN DE JESÚS: Ser
Sal de la Tierra. Y serlo con las funciones que son propias a ese tal
condimento, para que el enfoque de nuestra vida hacia hacerse Eucaristía de
donación y hasta de muerte, se viva desde esa “virtud” de la sal que puede ser
la de poner alegría en la misma realidad de la cruz.
Yo estoy muy sensibilizado estos
días con comidas sin sal, que a mí
nada me molestan. Pienso que la sal ejerce la función que tiene que ejercer, y
las plantas ya llevan su sal en sí mismas.
Me resultan mucho menos agradables esas comidas con sal que acaban dominando
el sabor simple de cada alimento. Si yo fuera Dios, no me resultaría agradablemente
“sabrosa” la comida que despide sal. Por eso al tocar hoy este tema, no me voy
por lo habitual. Quiero dejar la fuerza en el
valor de la medida, A lo mejor eso sabe mucho más sabroso, y se
hace mucha más forma de COMULGAR…
Sal que sala y protege. Y que da buen
sabor alrededor… Y al paladar de Dios.
Dicho así es de “libro”. Si hubiera capacidad para “perforar”, podrían
salir muchas realidades personales, que no debieran dejarse pasar-
Gracias por el esfuerzo por hacerse presente entre nosotros a través de este medio.
ResponderEliminarAñadiendo (no sé si afortunadamente), creo que a la luz del Evangelio, lo menos agradable para Dios es que pasemos por la vida de los demás y por los ambientes que frecuentamos, siendo "insípidos".