Domingo 12 C, T.O.
Un domingo que nos lleva a la clarificación
de la misión e Jesús. Había `preguntado Jesús a sus discípulos una pregunta
inocua: ¿Quién dicen las gentes que soy
Yo? Y fueron respondiendo varios lo
que ellos habían escuchado de esas gentes. Que –cuando menos- llevaban todas un matiz religioso y bíblico.
Y ya que está creado el clima de
confianza, entra en directo en la cuestión clave, que ya venía enmarcaba en la
liturgia de este domingo por el texto de Zacarías: el Mesías va a ser traspasado por un lanza.
Por eso la pregunta de Jesús va a tener mucha enjundia: “Y vosotros, QUIÉN DECIS QUE SOY YO?
No era fácil responder así de pronto,
y menos cuando provienen de un pensamiento judío con su carga humana de mesianismo
belicoso y liberador.
Simón Pedro sacó gel atolladero,
con su espontaneidad e iluminado por DIOS en las palabras que decía: TU ERES
EL MESÍAS DE DIOS. Y las
palabras eran perfectas…, Pero qué entendía en ellas.
Y Jesús tuvo que bajarlo al
llano, al sentido real que es el MESÍAS DE DIOS, y hablarles de prisiones,
condenas, tormentos y muerte a manos del poder civil.
En la liturgia de hoy no deja de
tener su fuera el párrafo elegido de la carta a lo gálatas, porque viene a decir: si seguís con vuestra idea mesiánica de leyes
y méritos propios, no os llegara la salvación.
Pero si aceptáis al Cristo traspasado, auténtico MESÍAS DE DIOS, estáis salvados
por Él.
¡Y no perdamos de vista que la
EUCARISTÍA nos hace traer todo eso a la realidad
presente!
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