Mes del
Sagrado Corazón.- Día 2º
JESÚS
PASÓ POR EL MUNDO HACIENDO EL BIEN
Una
preciosa fotografía de Jesús. Una síntesis perfecta de su vida. Cualquiera que
se llegue al Evangelio, lo que descubre más fácilmente es que Jesús va
repartiendo sus favores a derecha e izquierda, a hombres y mujeres, a ricos y a
pobres, a niños y a viudas, a enfermos contagiosos y a pecadores recalcitrantes,
en momentos particulares y en medio de muchedumbres. A enfermos y a muertos.
No
se puede concebir a Jesús si no es así.
Transigiendo
con muchas carencias y limitaciones de la debilidad humana… Siempre buscando la parte positiva… Y su intransigencia con los fariseos, los
hipócritas o el “raposo” de Herodes…, no son negativas suyas sino la cerrazón
de aquellos que no dejaron un resquicio para poderles entrar y favorecer. Fueron los que se negaron a tantas ayudas y a
las mismas gracias del Espíritu Santo, al que blasfemaron no atendiendo a sus insinuaciones.
Murió
Jesús con la satisfacción de haber hecho bien todo.
Hoy
soñaba yo con que sobre mi tumba se pudiera poner un epitafio semejante: “Pasó
haciendo el bien”. Y para mis adentros
he ido recorriendo tantas personas que me han dicho que hago bien, que hago
mucho…, y otras que me acusan de haberlo hecho mal. Me gustaría superponer esas dos fotografías y contrastarlas. Es labor muy
personal. Pero lo presento ante los
demás para que hoy, al hacer el MES DEL CORAZÓN DE JESÚS, también hagan algo
así. No les digo que miren la pintura o
bosquejo que cada uno se tiene trazado, porque todos nos consideramos (para
nuestros adentros), lo mejor. Digo que
seamos capaces de recopilar esas fotografías que nos hacen desde fuera. Unos,
que nos consideran santos, generosos, bondadosos, sencillos, trabajadores,
humildes…, personas de oración, seres de corazón abierto a las necesidades de
otros…, y que les falta poco para ponernos en los altares.
Y
otra fotografía que nos saca con muchos lunares: egoístas, personas que vamos a
los nuestro, autosuficientes, revestidos de traje de camuflaje, un tanto “camaleones”,
aparentes, engreídos, inmisericordes al pensar, juzgar, hablar…, vagos, comodones,
encerrados en nuestro yo. De falsa humildad. De seres “interesados” que damos para recibir.
Es
evidente que son fotografías distorsionadas, y que no responden a la realidad ni
las unas ni las otras. El arte del
examen de conciencia sincero es el que va superponiendo esos planos antagónicos
y es capaz de sacar, a solas, unas consecuencias prácticas y concretas. Ni tanto ni tan calvo…, pero… Y ahí estará el
verdadero arte de la conciencia
cristiana, que ni se quita pulgas de encima, ni se las echa. Pero mira con ojos diáfanos qué hay debajo de
todas esas cosas. Incluso saca de la propia
recámara nuevos datos que sólo Dios y uno mismo saben, pero que están ahí.
Recuerdo
con gratitud a Dios aquel MES de Ejercicios en el que estuvimos 5 días mirando
en largas y muchas horas de oración nuestra realidad interior… ¡Y lo que salió
de allí! ¡La de falsos secretos de
bondades que uno alberga…, y la de lagartijas que reptan por debajo de nuestras
apariencias…! Y reconozco que fue un
ejercicio auténticamente purificador y reconfortante.
Por
eso, en el deseo de tener una fotografía que nos presente un paso por la vida haciendo el bien, merece
la pena buscar el auténtico cliché interior.
SIGUE DEBAJO LA LITURGIA DEL CORPUS.
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