HACE 50 AÑOS
Comencemos
por hoy, con su liturgia y sus enseñanzas. Sigue la carta a los Gálatas con una
insistencia en el tema básico que quiere trasmitirle San Pablo a aquella
comunidad cristiana que engendró él a la
fe, pero que ella se ha puesto ahora en manos de “niñera” que le lleva por
otros caminos, “otro evangelio” que, evidentemente no es el Evangelio. Pablo
les había presentado a Cristo. Eso
significa que les había puesto delante a Cristo Salvador, a Cristo liberador, a una salvación y vida
cristiana que estaba fundamentada no en los propios méritos sino en los que
Cristo nos ha ganado con su muerte redentora. Eso es lo que Pablo resume en la
palabra FE. La vida del Reino –que equivale a la salud
plena del alma, no se consigue por nuestros esfuerzos y nuestros cumplimientos,
sino porque Cristo ya lo ha hecho todo, y a nosotros nos toca que incorporarnos
a ese nuevo mundo del Espíritu donde nosotros somos colaboradores, seguidores,
de la salvación y salud que Cristo nos ha traído.
De pronto se entremezclan “predicadores”
cristianos ya, pero procedentes del judaísmo, que no han asimilado
suficientemente la fe en Cristo (que no han entendido que vino nuevo tiene que ir a odres nuevos, y nunca a la mescolanza de
falsas síntesis), y –acostumbrados ellos- a la circuncisión y prácticas judías,
han enseñado ese “otro evangelio” que ha trastocado el planteamiento
nítidamente cristiano de Pablo (que es el de Cristo). Y ahora los fieles de Galacia andan
pretendiendo “salvarse” a base de las prácticas judaizantes que les han traído
aquellos predicadores. Ahí es donde San
Pablo intenta salirles al paso porque van a ser desgraciados si son ellos los
que tienen que “ganar la salvación” con sus obras…, llevados por la niñera. El
que cree en Cristo no necesita niñera.
NECESITA CREER con esa fe que va preñada de la vida de Cristo en cada
persona, que busca responder –desde su libertad y amor- al amor salvador que
Cristo ya le ha ganado. Desde el bautismo os
habéis revestido de Cristo, sin distinción de judíos y paganos, esclavos o
libres, porque todos sois UNO en Cristo
Jesús. Y si estáis enraizados en Cristo, estáis igualmente en la fe de
Abrahán, en que CREYÓ SIN MÁS, y aun contra todo lo razonable. De modo que las mismas raíces del verdadero
pueblo de Dios están asentadas sobre LA FE, y no sobre los cumplimientos
humanos. Fue aquella fe de Abrahán la que le valió de salvación, y no sus
obras. Aunque su fe se expresó tan
inmensamente en obras de respuesta amorosa y confianza en Dios, que estuvo preparado
a ejecutar el sacrificio de su propio hijo, porque Dios así –parecía- que se lo
pedía. Y Abrahán se fio de Dios a ojos
ciegas. Eso es lo que salva. Sólo la FE EN CRISTO y en la salvación que Él nos ha ganado, se
fundamente y realiza nuestra salvación.
Lo que queda patente en el Evangelio –el mismo de ayer- en que la
gran fuerza de dignidad y de fidelidad esta en la ESCUCHA DE LA PALABRA DE
DIOS, y que esa escucha sea tan verdadera, que se acabe convirtiendo EN
REALIDADES DE VIDA. Que aquí es donde
está la fuerza de la expresión. Aquí es
donde nos toca entrar mucho dentro de nosotros, porque el gran problema que
llevamos inoculado dentro es quedarnos en la primera parte (la “escucha”), y
ponernos el impermeable para “la práctica” que sea conforme al Evangelio. Y que el Evangelio no admite ni sordinas ni
manipulaciones, y que bastaría muchas veces un somero examen de nuestros
pensamientos, reacciones, actitudes de vida…, para darnos cuenta que “escuchamos”…,
pero no pasa adelante esa verdadera escucha, y somos capaces de seguir
empleando el “judaizante” ojo por ojo,
sin liberarnos de nuestros orgullos innatos.
* * *
Hace 50 años celebraba yo, a
las 11 de la noche, en la Iglesia de un Convento de Religiosas de Clausura…
(reventado tras una caminata de 51 kilómetros en dos días) LA INAUGURACIÓN DEL
CONCILIO VATICANO II, el acontecimiento supremo de la Iglesia en el siglo XX.
Juan
XXIII, el Papa elegido como “transición” a la muerte de la inmensa figura de
Pio XII, sorprendía un 25 de enero a propios y extraños (incluida la Curia
Romana) con el anuncio de un Concilio Ecuménico. Tuvo que ser el Papa “simple”,
el “Papa Bueno”, quien tuviera aquella “idea”, para muchos “descabellada”. Tuvo que ser “su simpleza” la que dejó actuar
al susurro del Espíritu Santo, que quería embarcar a su Iglesia, la de Cristo,
en un aggionamento (expresión
italiana que indica: “puesta a punto”, análisis de sí misma y de su situación
ante el mundo real del momento, que en nada se parecía al precedente. Y de la acción de ese Espíritu Santo que se
hizo patente –casi visible- en momentos claves, surgieron conclusiones básicas,
recogidas en Documentos del máximo Magisterio, sobre la propia Iglesia en sí,
sobre la realidad de la Iglesia en el mundo real actual…
Hoy se culpa al Concilio de
muchos males… En realidad eran los que estaban tapados…, más esa “ley de
péndulo” que siempre lleva de un extremo a otro por la falta de obediencia a la
fe, la que trajo salidas de tono que en nada dependen del Concilio. Más bien diríamos: si esos detractores leyeran de corazón los
documentos conciliares, y nos pusiéramos a vivir la dirección que nos marcó el
Espíritu de Dios, encontraríamos el pentecostés nuevo que fue para la Iglesia
este acontecimiento singular.
Benedicto XVI proclama partir de hoy EL AÑO DE LA FE¸ cuya razón de ser es VIVIR LA IGLESIA –nosotros- AL RITMO DEL CONCILIO VATICANO II.
En el Evangelio de hoy,aparece una mujer que no puede contener su admiración por la palabras de jesús y exclamó:"Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron".
ResponderEliminarAquel día comenzó a cumplirse el"Magníficat".Había comenzado lo que no terminará hasta el final de los tiempos.
Ya hemos comentado en varias ocasiones,casi seguidas,nuestro amor a María,sobre todo cuando rezamos el Santo Rosario que es la oración preferida de la Virgen.A través de esta devoción,Nuestra Madre nos devolverá la esperanza cuando sentimos en nuestra alma la sombra del desaliento.
"Bendita monotonía de Avemarías,que purifica la monotonía de nuestro pecados".