”YA HEMOS PREDICADO”
Una anécdota
de San Francisco de Asís sea una
forma de celebración de este gran santo de la humildad y la bondad. Invitó a uno de sus primeros compañeros a “salir al predicar por el pueblo”. Salieron en silencio, se dieron una vuelta
por donde estaba la gente, sin decir palabra, y Francisco emprendió el regreso
al convento, naturalmente acompañado por el otro, quien iba bastante
perplejo. Ya en un momento de soledad,
el Hermano le inquirió a Francisco: “Pero padre mío: ¿no íbamos a predicar?” Y Francisco le respondió: “Ya
hemos predicado”.
A mí encanta. Creo que el silencio predica y mejor que
muchas palabras. En muchas ocasiones
callar, saber callar, es ya una
predicación, un manifestar mejor la presencia de Dios. Yo lo paso felizmente en mis largas horas de
silencio, y son en las que mejor me encuentro con la paz.
Dos últimos comentarios en el blog
han coincidido en la misma idea, que yo apoyo desde aquí porque su sentido
constructivo del valor del silencio -y
el mutuo apoyo entre sí de ambos comentarios…, -, predican desde el silencio de la oración, ese que ha inspirado a
una persona, y ese que desde el mismo valor constructivo, han coincidido en que
tenemos mucho que ORAR, y que sin oración no tendría valor nada de lo
dicho. Con oración, con espíritu que
trasmite paz y que comunica inspiración
de Dios, el SILENCIO, sentado, de rodillas, de pie o acostado (pero mirando
al Cielo), es la gran riqueza del alma, la fuente que mana agua limpia, que
purifica las negatividades de nuestros sentimientos.
Conociendo a los dos “comentaristas”
y que están viviendo este valor del silencio, los felicito porque el silencio
es ya una puerta que abre la conexión con Dios.
“Nunca te arrepentirás de tus
silencios, y casi siempre de tus palabras”, una gran máxima de quien supo
hacerlo dignamente.
Como añadido,
tengo dos meditaciones muy queridas por mí:
una son Los silencios de Jesús,
donde digo en un determinado momento que “el
que mucho habla suena a hueco” [bien
se ve en el tono alto en que se tienen conversaciones en el autobús, en los
comercios, por las calles…]. Otra meditación son Los silencios de María… ¡lo poco que habló María, y lo mucho que metió en su corazón para rumiarlo con la
serenidad y madurez que da el tiempo, el silencio, el alma pura y simple de
quien en todo tiempo y ocasión no buscó otra cosa que hacer la voluntad de Dios!.
Sí: así, en efecto, HEMOS
PREDICADO.
Preciosa reflexión la de hoy, que nos acerca y engrandece aún más la figura de San Francisco. San Benito, también hace alusión en su Regla a algo que en esta sociedad alejamos por estéril, por aburrido e incluso por muchos cristianos considerado como anodino... el silencio. San Benito nos habla de cultivar el silencio, de aprender el silencio... un silencio que sin escucha, carece de valor, es sólo una ausencia de ruido, pero improductivo.
ResponderEliminarPadre Cantero. ¡Qué bien describe el silencio contemplativo!Ese silencio que no es mutismo,sino vivir esa presencia amorosa de Dios donde el alma ama y adora, en lo más profundo del corazón a las TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.En ese clima de silencio orante es donde actua el Espíritu Santo,como dice nuestro Padre Abad General.
ResponderEliminar"Cuando preferimos a Cristo, el Espíritu descansa, ha cumplido su misión, y se queda cerca de nosotros para indicarnos el camino de la santidad, de la plenitud de la vida en Cristo." (Mauro-Giuseppe Lepori)
Yo también le conozco a usted.
ResponderEliminarEl silencio habla hermanitos y mientras mas prolongado sea mayor beneficio alli en esa nada esta todo esta Dios...
ResponderEliminarOm Namaha Shivaya