Liturgia:
Había un sacerdote, Zacarías, del turno
de Abías, que vivía en las montañas de Judea. (Lc.1,5-25). Estaba casado con
una gran mujer, tan religiosamente buena como él. La pena que soportaron ambos
era el no tener hijos, un baldón para un judío. Los sacerdotes servían al
Templo por turnos. Y ahora le toca el turno a Zacarías.
Zacarías entró en el Santuario, como tantas otras veces y se
disponía a ofrecer el incienso con todo su recogimiento y emoción… Lo que no
contaba él era con la inesperada visita de “un ángel”. Zacarías se quedó
quieto, admirado, temeroso, casi petrificado. No podía reaccionar. Miraba, casi
sin ver. El “ángel” habló: “No temas”.[Es
el saludo típico de las intervenciones de Dios]. Y prosigue el ángel: “Zacarías: tu oración ha sido escuchada”.
De verdad pienso que Zacarías no podía hacerse cargo de qué “oración” suya era
la que hubiera escuchado Dios
Y el ángel sale por donde menos esperaba Zacarías: “Tu mujer, ISABEL, te dará un hijo, a quien
pondrás por nombre JUAN”. ¡Ahora sí que era para echarse a temblar!, porque
allí había varios elementos sobrenaturales, casi como dichos de paso, pero bien
comprensibles a un israelita. Dos ancianos –estériles-, a quien se les anuncia
un hijo…, y tal hijo que trae NOMBRE ya puesto de antemano. Aquí es donde
Zacarías se encuentra ante lo sagrado…, con el terror interno reverencial…
Más aún: Un hijo, en cuyo nacimiento, se gozarán muchos… Un niño que será grande a los ojos de Dios,
consagrado [no beberá vino ni licor]; y será lleno del Espíritu Santo…, y
convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios…
La gente esperaba fuera extrañada. ¡Algo especial ocurría
allí dentro! ¡¡¡Y vaya si ocurría!!! Ha entrado Dios directamente, y eso sólo
se entiende DE RODILLAS, y como “gente sencilla”. El mundo, realmente, empieza
a estar DEL REVÉS.
Zacarías podía estar perplejo, intentando comprender y
asimilar cada palabra del mensajero divino. ¿Qué le anunciaba realmente? Se
clarificó Zacarías cuando “el ángel” le dijo: “ese niño Juan precederá delante del Mesías, para retornar los
corazones de los hijos (=los judíos actuales) a la de sus padres (=los que
vivieron fieles a la promesa de Dios), y de los rebeldes, a la prudencia de los
que fueron justos, y así preparar un pueblo bien dispuesto a la llegada del
Señor”.
Zacarías, en su atolondramiento, no sabía si escuchaba o
soñaba; si le hablaban en realidad o en figura. Yo digo que no sabía ya ni lo
que decía, y que “se coló” en pedir una prueba. ¿No le bastaban los diversos
ejemplos parecidos de la historia de la salvación? Y preguntó aturdidamente: ¿en qué conoceré yo eso? Porque soy viejo, y
mi mujer también. Y el ángel se identifica como el de las gestas sublimes
de Dios, Gabriel, que asiste a la derecha del trono de Dios, y le da la prueba:
“permanecerás mudo hasta que se cumplan
estas promesas” ¿Querías una prueba? Pues esa será la prueba
Y cuando salió fuera, con todos los fieles extrañados por la
tardanza, Zacarías “dio la prueba”. Realmente –advirtieron todos- que había
tenido una visión. No era menester preguntar. Los demás sacerdotes pretendieron
saber… Zacarías hizo señales de que “más tarde”. Primero cumpliría su ritual al
quitarse los ornamentos de lino…; tendría tiempo para reflexionar, orar y
pensar. El silencio tranquilo, la serenidad que necesitaba, serían el gran
medio para poner un poco su mente en orden. Zacarías se retiró. ¿Qué pensó en
ese tiempo, no es fácil de imaginar? Desde el, misterio vivido, a la
imprudencia de su pregunta, a la ventaja de espacio de silencio para poder
entender un poco mejor a Dios y sus maravillas misteriosas.
Acabado su turno, ha marchado a la montaña. Y todo va como “el ángel” le había dicho. Isabel
queda embarazada. Gozosa. Y gozoso Zacarías. Son padres, lo más hermoso para un
matrimonio israelita.
Fácil es comprender que la 1ª lectura de hoy
(Jueces.13,2-7.24-25) ha venido de la mano de ese evangelio. Precisamente una
“prueba” que Zacarías debía haber tenido presente y no hubiera preguntado.
Porque en la Sagrada Escritura había ya casos que eran intervenciones de Dios
de un modo parecido al que ahora se le anunciaba a Zacarías. Y con un
paralelismo muy fuerte con el anuncio de Juan: matrimonio estéril, visita
misteriosa de un “angel”, características que ha de vivir Sansón (que ya le
ponen a Sansón por delante: no beber bebida fermentada).
La diferencia más notable es que a Zacarías le da el “ángel”
el nombre que deberá tener el niño, mientras que la mujer de Manóaj es ella la
que elige el nombre de Sansón, para expresar aquella visita inesperada y prodigiosa
que había recibido.
Sansón crece y se da a conocer por su fuerza especial. Juan
tendrá esa fuerza peculiar que le da haber sido visitado por la madre de su
Señor.
Estos días la atención primordial será al Evangelio porque
nos lleva de la mano al misterio central: el NACIMIENTO DE JESÚS en la tierra
de los humanos, nuestra tierra, nuestra vida.
[Quien desee seguir los hechos del evangelio con más detenimiento, consulte mi libro QUIÉN ES ESTE].
Parece que Zacarías no tuviera que dudar del mensaje recibido porque estaba en el Templo y era un hombre de Oración También nosotros pedimos cosas a Dios y dudamos como Zacarías.Somos humanos y cuando Dios entra en nuestras vidas, enmudecemos. Nos quedamos sin palabras, como Zacarías. Su mutismo, que no era un castigo, le permitió estar en silencio, alabando a Dios y orando yrepitiendo una sola palabra: Hagase Tu Voluntad.
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