Liturgia:
Con expresiones de ternura maternal,
Dios se dirige a su pueblo: gusanito de
Jacob, oruga de Israel: tu Redentor es el Santo de Israel. (Is.41,13-20).
Son esos requiebros casi “absurdos” a la inteligencia, pero de los que entiende
el corazón. Son esas palabras “tontas” con las que una madre se deshace en
cariños con el hijito suyo. Y Dios las ha tomado para expresar su amor por su
Pueblo, al que quiere llevar al triunfo: te
hago trillo dentado que hará paja de los enemigos.
La cuestión que puede levantarse es el desastre que
sufrirán los enemigos. ¿Para ellos no hay amor de Dios? –Siempre que hablamos
de “enemigos” tenemos de una parte la mentalidad judía (la que sigue teniendo
el Israel actual), que es vengativa, cruel. No es ese el concepto que subyace
en los relatos bíblicos en la palabra de Dios.
El “enemigo” que entiende la palabra de Dios, y por tanto
Dios mismo, es el MAL, el pecado, la injusticia. A ese “enemigo” es al que hay
que destruir y convertirlo en paja trillada, picada.
En la parte buena están los pobres e indigentes sedientos,
a los que Dios les hará alumbrar manantiales, estanques en el páramo, y fuentes
de agua en el yermo, hasta hacer brotar mirtos y acacias y olivos en el
desierto. Dios no va a dejar que sus pobres pasen sed. Han de ver, conocer y reflexionar que la mano del
Señor ha hecho ese prodigio salvador, el Santo de Israel lo ha creado.
Una vez más el anuncio del Dios salvador ha de retumbar en
los oídos y los corazones de aquel pueblo, frente a la maldad y el pecado que
les oprime desde fuera y desde dentro. Todavía es más fácil defenderse del
enemigo exterior. Pero el enemigo que se lleva dentro es mucho más peligroso.
Ahí quiere acudir el corazón maternal de Dios para salvar a ese pueblo de dura
cerviz, pero del que Dios no desespera, y quiere hacerlo reflexionar y conocer la mano del Señor.
Reconozco que no veo hoy la conexión del evangelio
(Mt.11,11-15) con el tema de la 1ª lectura. Me tengo que ir por otro camino, en
cuanto que, a medida que vamos avanzando en el adviento, tiene que salir la
figura de Juan Bautista, el que anuncia la venida de Jesús, al que ya señala
con el dedo como muy próximo. ¿Y quién es ese Juan Bautista? ¿Cómo es?
Jesús lo define en el texto que tenemos delante como el mayor de los nacidos de mujer (el
mayor de los hombres). No ha nacido uno
más grande que él. Así es hasta ese momento. Jesús aclarará que, sin
embargo, el que ya ha nacido en el tiempo de Jesús, anunciador del Reino de
Dios, es más grande que Juan Bautista. Juan Bautista está a caballo entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento, y más en el adviento de esperanza. Pero el que
pertenece de lleno al Nuevo Testamento y ya ha realizado el paso de la espera a
la realidad, es mayor que el Bautista.
Desde los días de
Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos hace fuerza y los
esforzados se apoderan de él. Es esa nueva etapa del Nuevo Testamento que
se ha inaugurado con la llegada de Jesucristo. Ese Reino que Cristo trae hace
fuerza…, se abre paso… No es una carrera triunfal; requiere lucha. Por eso son
los esforzados los que entran en ese
reino.
Muchas veces me he encontrado con gentes que objetan que el
evangelio no es fácil. Llevan toda la razón. El Reino no se ha hecho para los
comodones, los que pretenden un “evangelio de dulzuras”, para los que viven del
mínimo esfuerzo, para los que quieren una vida fácil. Afrontar el Reino está
pidiendo ser de la casta de los
esforzados…, de los que tienen que ir dejándose un poco la piel en el
recorrido del día a día.
De ahí que no se puede vivir un adviento sin lucha, sin
trabajo. Hay que ir a la búsqueda del “más”, de no quedarse a gusto con haber
llegado “hasta aquí”. Siempre es posible un punto nuevo, un detalle nuevo, un
peldaño nuevo en esta subida hacia la voluntad de Dios. Y Dios quiere que
entremos por la puerta estrecha, que tomemos la cruz de cada día, que estemos
más dispuestos a servir que a ser servidos, a que amemos menos “lo propio”,
para darle lo más a Jesús y al Padre. Así reza el mensaje de Jesús a través del
evangelio. Y no son palabras ni exageraciones de Jesús: es camino por el que es
posible caminar…, ¡por el que hemos de caminar! para que vivamos la realidad
del Reino que ya ha llegado. Buscando mis
amores, iré por valles y riberas. Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras. Y
pasaré los fuertes y fronteras. (San Juan de la Cruz)
San Juan el Bautista es un personaje de gran talla, él es el precursor del Mesías...Los iconos nos lo ofrecen con un pie apoyado en el rio Jordán y el otro en la orilla. Sabe que está a punto de acabarse un periodo muy importante para dar paso a otro,todavia más importante, un tiempo que ya está anunciado por los profetas en el que se cumplirán todas las promesas. Juan sabe que su misión está a punto de terminar,que ahora vendrá un sucesor, muchísimo más importante que él pero no se siente incómodo, lo recibe con mucho amor y respeto.. Deja que algunos de sus discípulos sigan al Maestro y sabe desaparecer a tiempo.
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