Liturgia: Domingo 3º Adviento,
B.- ALEGRÍA
Entramos en la segunda parte del
Adviento, aunque este año queda “tragado” por el tercer domingo del adviento,
un domingo que nos invita a la alegría, como reza la 2ª lectura (1Tes.5,16-24) que,
sin llevar la voz cantante, sin embargo expresa el sentimiento dominante ante
la cercanía de la Navidad: Estad siempre alegres. Sed constantes en la oración. En toda
ocasión tened la acción de gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús
respecto de vosotros. Todo un programa condensado para esta semana que nos
separa de la Navidad, y todo un programa de vida para lo que nos queda por
delante, si hemos comprendido y asumido que el adviento no se quiere quedar en
“período litúrgico” sino ser un acicate para vivir una realidad mejor en
adelante.
Por eso, no apaguéis
el espíritu, no despreciéis el don de profecía, sino examinadlo todo,
quedándoos con lo bueno Un discernir a la hora de tomar posición ante las
cosas. Ni se rechazan de antemano, ni se escogen. Se examinan y se queda uno
con el camino y modo que es bueno y que es mejor.
De ahí que guardaos
de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y
que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la
venida de nuestro Señor Jesucristo.
Pienso que esta lectura como base de análisis de nuestra
vida diaria, sería un gran paso para aquilatar nuestro modo de ser y proceder.
Cada frase es una llamada, y nos sintetiza aspectos que hemos de tomar en
consideración si queremos dar a Dios una respuesta más acorde con sus deseos
sobre cada uno ante la realidad de la venida del Señor, que se nos va acercando
poco a poco, día a día, hasta ese momento de su venida final.
La 1ª lectura (Is.61,1-2.10-11) es el anuncio profético de
la llegada del Mesías, que luego Jesús se aplicó a sí en la sinagoga de Nazaret
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los que
sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los
cautivos, y a los prisioneros la libertad, para
proclamar el año de gracia del Señor. Todo un programa de lo que va a
ser la llegada del Mesías salvador. Concluye la lectura insistiendo en el gozo
y la alegría, como un sentimiento que ya bulle dentro del corazón de los fieles
que esperan ver a Jesús: Desbordo de gozo
con el Señor y me alegro con mi Dios, porque me ha vestido un traje de gala y
me ha envuelto en un manto de triunfo. El alma ya desborda como ansiando
ese momento que se viene encima de la Navidad, y juntamente vive la paz interna
de saber que camina hacia un encuentro definitivo en que ya no será espera sino
posesión.
Concluye la liturgia con el evangelio de San Juan
(1,6-8.19-28) en el que el protagonismo es para Juan Bautista, que es el
precursor de Jesús, y por el que la liturgia nos dice: “Ya está ahí el Mesías”.
Un hombre “testigo para dar testimonio de
la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo
de la luz”.
Cuando su movimiento espiritual tomó entidad y dejó
extrañados a los sacerdotes y a los mentores religiosos de Israel, éstos
enviaron embajada a Juan para preguntarle si él era el Mesías. El confesó sin reservas: No lo soy… Yo soy
la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor.
Contraposición entre la religión oficial que salía del templo y la novedad de
algo que viene de parte de Dios, del “desierto” donde no hay prejuicios de
fórmulas ya hechas y actitudes empedernidas. Desde “el desierto” se trata de
proclamar que se allane el camino porque va a entrar el Mesías.
Para esa nueva realidad Juan Bautista bautiza pero con agua. Un
bautismo meramente simbólico. Porque el Bautismo de verdad lo va a traer el
Mesías, que viene detrás, el que ya está en medio de vosotros, aunque no lo
conocéis, y al que Juan no es digno ni de ser su criado.
Que estos pensamientos alegres, emocionados, anunciadores
de una gran Noticia, sean vividos en toda su fuerza al participar hoy de la
EUCARISTÍA. Que nos bullan dentro las alegrías a las que nos invita la liturgia
y que desechemos por completo las fáciles nostalgias que se acumulan
desgraciadamente en estos días, como si tuvieran que ser las grandes fechas del
Nacimiento del Señor cuando tengamos que echar mano de los recuerdos. Dios haga
que superemos sentimentalismos y vivamos a pleno pulmón el gozo indecible de
Cristo que viene a nuestro mundo.
Acercándonos a la Navidad, queremos la gracia del Señor
para celebrarla con alegría.
-
Para que vivamos la alegría a la que nos invita hoy la liturgia. Roguemos al Señor.
-
Para que entre los muchos reclamos de estas fiestas próximas, nos
quedemos con lo bueno. Roguemos al Señor
-
Para que vivamos en nosotros el “año de gracia” según la enseñanza de Dios,
Roguemos al Señor
-
Para que la Eucaristía dominical sea faro para toda la semana, y en
ella tomemos fuerzas para vivir nuestro sentido cristiano, Roguemos al Señor.
OREMOS: Que
aprovechemos, Señor, este impulso final para responder a las llamadas internas
que pones en nuestro corazón. Lo pedimos por Jesucristo N.S.
Vivimos demasíado pendientes de nosotros mismos; no precisamente para darse a los demás..A veces hacemos verdaderos sacrificios para mejorar nuestro aspecto físico ejercicios, tatuajes, cirugía...Pasmos hambre para controlar los Kilos, hacemos yoga, logramos unos retos personales de tipo deportivo, económico, laboral... Pero la palabra abnegación, entendida como renuncia a un objetivo personal para conseguir un bien superior para beneficiar a otro, no está ennuestro diccionario; y vienen los desacuerdos y las crisis familiares. San Juan Bautista, en nuestra cultura, no encajaría.Él no se promociona a sí mismo, al contrario, afirma que no es digno de desatar las correas del calzado de aquél que tiene que llegar...¿Nos atrevemos a escuchar su voz? Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Toda carne verá la salvación de Dios.(Lc,3).
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