Liturgia del 2ª domingo de Adviento-B
Hoy hay dos puntos de referencia: el
mensaje y el mensajero. El mensaje es antiguo y ya lo pone Isaías en la 1ª
lectura (40,1-5.9-11), que tendrá su momento definitivo con la aparición en
escena de Juan Bautista (Mc.1,1-8).
El mensaje es de consuelo, que Dios ofrece a su pueblo, que
ya ha pagado sus culpas con el exilio, y al que ahora Dios le tiende su mano. Y
el mensaje es una llamada a enderezar las actitudes del pueblo, expresadas en
comparaciones muy fáciles de entender. Hay soberbias engreídas que necesitan
abajarse para dejar un terreno llano. Hay baches y fallos que necesitan ahora
terraplenarse, superando esas situaciones. Hay caminos torcidos con muchos
recodos de justificaciones falsas, que hay que poner derechos con la rectitud
de la verdad. En definitiva; ante Dios no valen las actitudes mediocres,
engañosas, poco limpias… Todo eso hay que hacerlo camino plano por donde el
Señor pueda entrar sin obstáculos.
Todo eso es fácilmente inteligible y lo que tenemos es que
trasladarlo a nuestras realidades para comprender que a Dios no se puede ir en
zigzag, porque a Dios no se le puede engañar. Ni Dios tiene que venir a
nosotros en zigzag como si fuera un intruso que no puede llegar de frente. El mensaje es claro.
La aplicación del mensaje es menos fácil, porque es la parte que nos toca a
nosotros.
Pero Dios quiere que ese mensaje sea proclamado desde lo
alto del monte, desde donde ha de gritar al pueblo, para que sepa que aquí está vuestro Dios, que llega con fuerza
y su brazo domina. Su mano reúne a las ovejas y lleva en brazos a los corderos.
El comienzo del evangelio de Marcos, que hoy se lee, es una
solemne proclamación de que ha llegado la buena noticia de la llegada de
Jesucristo. Pero esa llegada tiene sus pasos en la historia del Pueblo de Dios.
Y el paso primero es Juan Bautista, que es ahora la voz que grita en el
desierto, adonde se ha instalado. Viste y come con mucha austeridad. No se
predica a sí mismo. Hace presente en una última etapa ese mensaje de Isaías: allanad los caminos al Señor. Y evitando
todo posible error de las gentes que podían fijarse en él como el propio
mesías, proclama que viene detrás de mí
uno que puede más que yo, y del que yo no soy ni digno de desatarle las correas
de sus sandalias. (Era oficio propio de los criados). Juan no se ve ni
digno de eso. Pero anuncia la llegada del Mesías, que ya llega, que viene
detrás, y que bautizará en Espíritu
Santo, mientras yo sólo bautizo con agua. Declara Juan que él no hace más
que un rito exterior para significar algo, y que será ese Mesías que llega el
que bautizará con el fuego de Dios.
La 2ª lectura (2Pe.3.8-14) es una lección de pedagogía del
adviento. Por lo pronto para Dios mil
años son como un día y mil días como un año, es decir, no hay tiempos como
para nosotros. Para Dios el tiempo es “YA”. Por tanto, el no tarda en cumplir sus promesas y somos nosotros los que no nos
disponemos bien a recibirlas. Pero él
tiene mucha paciencia porque no quiere que nadie perezca sino que todos se
conviertan.
Nos lo podemos aplicar como llamada a nosotros, a los que
nos va llegando poco a poco esa hora que narra ahí San Pedro como hora final, y
que debe traducirse en que si todo este
mundo se va a desintegrar, ¡qué santa y
piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor.
Parece un texto expresamente dedicado al adviento… ¿O no
será que el mensaje del adviento es totalmente real y coincidente con la vida?
Y que nos está enseñando doblemente a llevar una vida “santa y piadosa”, que se
va haciendo poco a poco cada vez mejor, y con ello nos vamos disponiendo al
encuentro último al que nos llama el Señor y nos lo pone delante este período
litúrgico tan constructivo.
Concluye la lectura con el resumen final: Por tanto, queridos hermanos, mientras
esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él,
inmaculados e irreprochables. Y ya que eso no puede decirse del tiempo
anterior, se nos ofrece la oportunidad que sea la tónica de vida y acciones que
nos acerquen a ese ideal que nos ha trazado San Pedro.
Nos queda que apoyarnos fuertemente en la EUCARISTÍA, y que
de ella tomemos vigor para vivir de acuerdo con el espíritu que pide este
tiempo que estamos viviendo, a la espera de recibir al Señor en nuestra vida de
cada momento.
Al Señor, que viene, hagamos nuestras peticiones.
-
Que ofrezcamos al Señor una vida recta sin baches ni recodos, Roguemos al Señor.
-
Que aprovechemos este tiempo para enderezar caminos por los que venga
el Señor. Roguemos al Señor.
-
Que sepamos tener una suficiente austeridad en la Navidad, para que no
se paganice el sentido religioso. Roguemos
al Señor.
-
Que nuestras participaciones en la Eucaristía den el tono de nuestra
vida diaria. Roguemos al Señor.
Señor Jesús,
cuyas venidas a nosotros abarcan nuestra vida entera, prepáranos a recibirte
con el corazón bien dispuesto y nuestras obras acordes a la fiesta que
esperamos.
Tú, que vives
y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo. AMÉN.
"Señor, Jesús, prepáranos a recibirte con el corazón bien dispuesto y nuestras obras acordes a la Fiesta que esperamos. AMÉN."
ResponderEliminarEl profeta Isaías no dejaba de prometer un Mesías salvador, pero el pueblo judío no le prestaba demasíada atención.También ellos se creían que no necesitaban ningún salvador y andaban muy ocupados en sus disputas internas y no podían prestar atención al nuevo predicador de Nazaret. Dios les envió a Juan el Bautista para abrirles el corazón a la novedad del Evangelio. Ni siquiera esto fue suficiente
Al día de hoy, nuestra sociedad tambien está muy pagada de sí misma y muy cerrada a las novedades que nos vienen de Dios, recueda un poco a aquel judaísmo de los tiempos de Jesús.Tenemos que abrir camino, sea como sea,para que Dios pueda llegar al corazón de los hijos que no lo echan de menos porque piensan que lo tienen todo...