El Espíritu Santo mueve la Iglesia, pero para muchos cristianos
hoy es un perfecto desconocido o incluso “un prisionero de lujo”. Esta ha sido
la advertencia realizada por el papa Francisco en la homilía de la misa
celebrada esta mañana en Santa Marta. De este modo ha precisado que el Espíritu
Santo nos hace cristianos “reales” no “virtuales” y ha exhortado a los fieles a
dejarse empujar por Él para que nos enseñe el camino de la libertad.
Durante la misa de esta mañana, el Santo Padre ha dedicado un pensamiento
especial a las hermanas vicencianas, que trabajan en la Casa Santa Marta, en el
día de la fiesta de su fundadora, Santa Luisa de Marillac.
“Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo”. El
Pontífice ha hecho referencia a esta frase del diálogo entre los primeros
discípulos en Éfeso y san Pablo, de la Primera Lectura del día, para recordar
la presencia del Espíritu Santo en la vida de los cristianos. También hoy, ha
observado, sucede como a esos discípulos que, aún creyendo en Jesús, no sabían
quién era el Espíritu Santo.
Muchos, ha señalado Francisco, dicen haber “aprendido en el
Catecismo” que el Espíritu Santo está “en la Trinidad”, pero después no saben
“más que eso del Espíritu Santo” y se preguntan qué hace.
De este modo, el Pontífice ha afirmado que “el Espíritu Santo es
el que mueve la Iglesia, es el que trabaja en el Iglesia, en nuestros
corazones, es el que hace de cada cristiano una persona diferente de la otra,
pero de todos juntos hace la unidad”. Eso es lo que lleva adelante, abre las
puertas y te invita a dar testimonio de Jesús.
El Santo Padre ha precisado que el Espíritu Santo es el que nos
mueve a alabar a Dios, nos mueve a rezar. “El Espíritu Santo es el que está en
nosotros y nos enseña a mirar al Padre y a decirle: ‘Padre’. Nos libera de esta
condición de huérfano en la que el espíritu del mundo quiere llevarnos”, ha
indicado.
Asimismo, el Pontífice ha subrayado que el Espíritu Santo es “el
protagonista de la Iglesia viva: es el que trabaja en el Iglesia”. El peligro
–ha advertido– es que cuando no vivimos esto, cuando no estamos a la altura de
esta misión del Espíritu, reducidos la fe a una moral, a una ética. Por eso ha
explicado que no hay que detenerse al cumplir los mandamientos y “nada más”. “Esto
se puede hacer, esto no se puede hacer; hasta aquí sí, hasta aquí no. Y desde
allí a la casuística y a una moral fría”, ha observado.
La vida cristiana no es una ética, es un encuentro con
Jesucristo. Y es el Espíritu Santo que “me lleva a este encuentro con
Jesucristo”. Al respecto ha indicado que nosotros, en nuestra vida, tenemos en
nuestro corazón al Espíritu Santo como un ‘prisionero de lujo’: no dejamos que
nos empuje, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo, sabe recordarnos
qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús. Solamente –el Espíritu
Santo– no sabe hacer una cosa: cristianos de salón. No sabe hacer “cristianos
virtuales pero no virtuosos”. El Papa ha asegurado que el Espíritu hace
cristianos reales, Él toma la vida real así como es, con la profecía de leer
los signos de los tiempos y nos lleva adelante así. Por eso advierte que “es el
gran prisionero de nuestro corazón. Decimos: ‘es la tercera personas de la
Trinidad’ y terminamos ahí…”.
Finalmente, el Santo Padre ha asegurado que esta semana “nos
hará bien reflexionar sobre qué hace el Espíritu Santo en mi vida” y
preguntarse si nos “ha enseñado el camino de la libertad”.
El Espíritu Santo, que está en mí, “me empuja a ir fuera” y
tenemos que preguntarnos ¿tengo miedo?, ¿cómo es mi valentía, la que me da el
Espíritu Santo, para salir de mí mismo, para testimoniar a Jesús?, ¿cómo va mi
paciencia en las pruebas? Porque también la paciencia –ha indicado– la da el
Espíritu Santo.
Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a reflexionar
en esta semana de preparación a la Fiesta de Pentecostés, si realmente creemos
en el Espíritu Santo y ha exhortado a hablar con Él y decir: “Yo sé que Tú
estás en mi corazón, que Tú estás en el corazón de la Iglesia, que Tú llevas la
Iglesia adelante, que Tú haces la unidad entre nosotros, pero diferentes entre
nosotros, en nuestra diversidad”.
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