Liturgia
El evangelio de hoy (Jn 16, 20-23) avanza poco sobre lo que veíamos
ayer. Sigue en la misma idea de ese binomio tristeza-alegría
por el que han de pasar los discípulos de Jesús. Lo ilustra el Señor con una comparación
con la mujer que está de parto, con sus dolores y su incertidumbre, pero que
todo eso se le pasa por alto cuando tiene al hijo en su regazo. Pues lo mismo
será lo que vivirán los apóstoles en ese período de la pasión y muerte del
Maestro, que se verá superado finalmente con la alegría de la resurrección.
Lo que, vivido por nosotros es la experiencia que tendremos
de esa misma realidad, por cuanto que vivir en actitud cristiana supone una
lucha y –a veces- hasta una angustia por el sufrimiento presente, pero vivido
siempre desde la esperanza en que Jesús sale vencedor. Y así nuestras tristezas
se convierten en alegrías dentro del ámbito de nuestra fe.
Por su parte, Hech. 18, 9-18 ponen de manifiesto una de
esas experiencias de Pablo en las que se produce ese vaivén de padecimiento y
satisfacción, primero con la persecución y enjuiciamiento, y luego con ese
consuelo de quedar libre para permanecer en su labor evangelizadora en Corinto.
María vivió entre esas dos realidades que van inherentes a
la vida y que se superan desde la fe. María sufrió. En ella se dieron muchas
veces motivos de padecimiento y tristeza. Las dudas de José, el Niño que se
queda en el Templo (“te buscábamos
angustiados”), la despedida de Jesús, la soledad de años, la Pasión y muerte
del Hijo… Pero de todas salió con alegría y gozo de índole superior, como en el
encuentro con el Hijo resucitado, teniendo en su corazón un arca donde todo
tenía cabida y era rumiado con luz de fe y de oración.
Pongamos nuestras cuitas en el corazón de nuestra Madre, y
acurruquémonos en su pecho para experimentar el consuelo de su abrazo maternal.
EVANGELIO
La conversión que Cristo ha predicado encuentra su
expresión concreta en su enseñanza del Monte. Despliega sus labios como en un susurro de ternura para expresarnos
la dirección en la que ha de desenvolverse nuestra conversión.
El mundo vive de dominio, dinero, placer… Y Jesús dice: la conversión
empieza por LA POBREZA voluntaria, la pobreza que se elige, el desprendimiento
que se tiene de la materialidad de la vida. La conversión –el giro sobre el
eje- consiste en vivir pobres, humildes, sencillos, como quienes no se apoyan
en sus fuerzas sino que se abandonan en el amor de Dios, que es quien sostiene
y quien da una nueva riqueza, la suya, la que llena el alma. Ve y vende lo que tienes, dalo a los pobres
y luego ven y sígueme. Tendrás un tesorero en el cielo.
El pobre vive intrínsecamente la mansedumbre. Como Cristo,
que no rompió la caña cascada ni apagó el pabilo que titilaba. Fue
malinterpretado, atacado, ofendido… No rompió por medio para salir adelante
aplastando a sus enemigos. Defendió la verdad, puso delante los pasos del Reino
de Dios. Y el día que vio conculcada la gloria de Dios en el Templo, supo
compaginar por una parte la defensa de esa gloria de Dios y la mansedumbre para
exigir a los vendedores que sacaran del Templo los negocios que profanaban.
Cuando uno se fija en la descripción de los sinópticos, queda mucho más claro
que en el simbolismo mesiánico que busca darle San Juan con el mesías fustigador de los vicios. Los
mansos son los que poseen la tierra: son dueños de su particular actitud ante
la injusticia; no responden con violencia a la violencia y siempre están en su
ser con el dominio de sí mismos. Esa es su misma bienaventuranza: se han hecho
a mirar la vida no como un peso que se carga penosamente sobre los hombros sino
como una realidad que se desarrolla ante ellos y a la que han de afrontar o
sobrellevar, según este en sus manos el poder remediar o no. La mansedumbre de
Cristo, que hizo lo que podía hacer en medio de un mundo hostil, al que le
intentó llevar su bondad y su verdad.
Todo eso son formas concretas de conversión que nos han de
hacer reaccionar de forma muy distinta a la que nos lleva el instinto primario
de nuestro YO.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarSEXTO MANADAMIENTO: "NO COMETERÄS ACTOS IMPUROS"
"Donar el propio cuerpo a otra persona simboliza la entrega total de uno mismo a esa persona"(San Juan Pablo II).
¡POR QUÉ SE OPONE LA IGLESIA A LAS RELACIONES SEXUALES PREMATRIMONIALES?.-Porque quiere proteger el amor.Una persona no puede hacer a otra un regalo mayor que el don de sí mismo. "Te quiero significa para ambos:"Sólo te quiero a ti y te quiero para siempre".Puesto que esto es así no se puede decir en realidad "Te quiero a prueba por un tiempo, tampoco con el cuerpo.
Algunos creen tener propósitos serios en sus relaciones prematrimoniales. Y, sin embargo, éstas contienen dos reservas que no son compatibles con el amor; la " opciónde dejarlo" y el temor a tener un hijo. Dado que el amor están grande, tan santo y tan irrepetible, la Iglesia pide con insistencia a lo jóvenes que esperen a estar casados para tener relaciones sexuales.
¿CÓMO SE PUEDE VIVIR COMO JOVEN CRISTIANO CUANDO SE VIVE EN UNA RELACÓN PREMATRIMONI O YA SE HAN TENIDO RELACIONES PREMATRIMONIALES?.-Dios nos ama en cada momento, en cada circunstancia poco clara, también en cada situación de pecado. Dios nos ayuda a buscar la verdad completa del amor y a encontrar el camino para vivirla de forma cada vez más clara y decidida.
En conversación con un sacerdote o con un cristiano digno de crédito y con experiencia, las personas jóvenes pueden encontrar un camino para vivir su amor de forma cada vez más clara, En ello exprerimentarán que toda la vida es un proceso y que , pase lo que pase, siempre se puede comenzar de nuevo con la ayuda de Dios.
"También la experiencia nos demuestra que las relaciones sexuales prematrimoniales dificultan más que facilitan la elección del compañero de vida< correcto. Para preparar un buen matrimonio es necesario que eduquéis y afiancéis vuestro carácter. Debéis cultivar también aquellas formas de amor y ternura que son adecuadas a lo transitorio de vuestra relación de amistad. El saber esperar y renunciar os facilitará más adelante el respetar amorosamente a vuestra pareja"(SAN JUAN PABLO II).
Continuará
Alegría y sufrimiento forman parte de la vida. La referencia del Evangelio a la madre que está encinta nos lo explica como dos realidades que van unidas; y al mismo tiempo pone el acento en el sufrimiento que es camino hacia la vida.Para un cristiano, es el camino de compartir cada día la Muerte y la Resurrección de Cristo. Es un poco difícil para nosotros comprender la extraordinaria grandeza a la que estamos destinados. Nada ni nadie puede arrebatarnos la dicha profunda de saber que vamos hacia la plenitud de vida en Cristo Resucitado.
ResponderEliminar