”CON EL PIE EN EL ESTRIBO”…
Comienza hoy la primera carta a
los fieles de Corinto. En el Nuevo Testamento se conservan dos cartas a esa
comunidad, y se sabe que hay una tercera, pero que no quedó incluida en el
canon de los libros sagrados. Esta primera carta comienza –como casi todas las
de Pablo- con una presentación de sí mismo. Y lo hace en ésta como apóstol
de Jesucristo. En su nombre desea paz y Gracia de Dios y del Señor
Jesús, y da gracias por esos fieles que él lleva siempre en su corazón, porque
han sido enriquecidos en el hablar y en el saber por el propio testimonio de
Cristo. “De hecho –les dice- no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis
la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final.
Será una carta con gran
contenido teológico básico del mensaje cristiano. Y ya que se ha mostrado auténtico padre de
esa comunidad tan querida, y les ha dado el más primitivo retazo de la
tradición esencial de la fe en Cristo, precisamente como padre va a tenerles
correcciones muy fuertes y duras en varias líneas de actitudes cristianas. Por eso esta primera carta a los corintios es
una de las más citadas a través de la predicación y de la enseñanza de la
Iglesia.
Aunque sea adelantarme así, y
que la lectura continuada no recogerá todos los detalles, sí que puede
servirnos de invitación a irla viendo nosotros en su texto completo. Y hasta s curioso cómo colea tal carta en la
otra, la segunda, donde se vuelven a tocar esos aspectos más duros, buscando
Pablo poner su algo de paternal vaselina para que la comunidad no se desanime
por las duras correcciones que les hace en la esta primera carta.
Si con lo dicho les abro “las
ganas de comer” a los que meditan y buscan alimento en estos escritos
substanciales de las primeras iglesias cristianas, habrá sido muy fructífero
este bosquejo inicial.
El SALMO va acorde con el texto de alabanza y gratitud con que Pablo
comenzó el saludo.
En cuanto al Evangelio, estamos en un capítulo que
va a insistir a través de diversas parábolas en algo tan importante como que la
vida y la muerte ni se improvisan, ni se pueden pensar por separado. Recuerdo a un amigo –alumno en otro tiempo, y
dentro de una vida cristiana- que un día se abandonó y se pasó al bando de la
comodidad, eliminando de su vida su práctica sacramental e incluso la vivencia
expresa de su fe. Cuando intenté echarle un cable, me contestó que ahora
(joven) viviría tranquilo de Religión, y que ya volvería cuando fura
mayor. Craso error, porque la fe y el
evangelio, la práctica cristiana auténtica y la honradez integral que tiene a
Dios en medio, es algo que no puede ser de quita
y pon, pero es que ni siquiera se puede vivir en la paz y equilibrio humano
(vida de matrimonio, relación paterno-filial, estado general distendido y con
luces de confianza en la vida y en las personas), cuando se arrinconó la fuente
que mana felicidad y da alimento que sostiene a la persona integral.
Pues eso es lo que da el
Evangelio de hoy. Estad en vela no es que “a la hora de la muerte” va uno a tener
preparado el mando a distancia para abrir el “canal del Cielo”. Explica Jesús que la vida es una continuidad,
y que hay que vivirla alerta… Que el
ladrón [la muerte] no avisa a qué hora vendrá a
robar; que llega cuando y donde menos se espera, y que cundo quisiera
uno –si es que entonces se acuerda- echar mano de ese su hipotético “mando a
distancia”, puede no tenerlo a mano.
Esperar el abrazo de Jesús en su venida a cada alma, es tan fundamental
que tiene que ser algo que se vive día a día como lo normal. Que ese instante ni va a necesitar del
“mando”, porque ya está puesto el “canal” y sólo queda que seguir viendo. Aquella anécdota que se cuenta del joven
jesuita, estudiante de teología y muy fiel a su vida cristina y
consagrada. Estaba jugando con los
compañeros. Uno, que ya conocía el
temple del Hermano Luis Gonzaga, le preguntó: Hermano Gonzaga: ¿qué haría Vd si
le avisaran que le quedaba muy poco para morir?
Y contestó sin inmutarse: “Seguiría
jugando”. ¡No tenía necesidad de
irse a buscar el “mando”, ni de “prepararse a bien morir”! Ya lo estaba como realidad habitual de su
vida.
Esto es lo que Jesús enseña
hoy. Sus parábolas tienden siempre a
presentar “extremosamente” una realidad que, en sí, será más simple, y que
desde luego no tendrá esos rasgos de “hacer
pedazos” a los que no estuvieron preparados. Aunque si llegara a perpetrarse ese
alejamiento consciente y recalcitrante contra la preparación que nos deposite
en los brazos de Dios, será la propia criatura la que tendrá que concluir que
ella misma destrozó sus posibilidades de felicidad en el Reino… Que nadie la
hará pedazos…, pero que ella misma se
sentirá hecha cisco. Como aquellos
marinos en la guerra incivil española que por una simpleza de uno, acabaron
detenidos y encarcelados. Y era el mismo
marino imprudente quien creó su propio infierno mental , consciente de que él y
sus compañeros se hubieran podido salvar si él hubiera sido más responsable en
ese segundo de indecisión que les puso en manos de sus carceleros. Y de la muerte. “Con el pie en el estribo, con el motor en marcha…, y por culpa mía…”
Que buen padre era el Apóstol Pablo, siempre pendiente de los suyos, no sólo para corregirlos, sino también para animarlos, exhortarlos, y mostrándoles su amor por ellos con hechos y palabras.
ResponderEliminarA mi modo de entender humildemente, el "estad en vela" que nos dice Jesús, es el vivir acorde a los valores evangélicos día a día, no a rachas, no en momentos esporádicos, no en fugaces momentos de efervescencia espiritual, no como el coche que el motor da tirones, ... y alejarnos de ese "carpe diem", de ese vivir el presente al antojo de nuetros caprichos. Me ha encantado la anécdota de S. Luiz Gonzaga, refleja el modelo de vida al que hemos de aspirar: una continuidad en el día a día de la vida evangélica; que nuestra visión trascienda del momento presente para que seamos conscientes, que hay una eternidad que el Señor nos ofrece viivir en Su Amor, y que debemos labrarla en este día a día, que es nuestra vida terrenal. Que el Señor nos haga fuertes en las dificultades para "esperarle".
ResponderEliminarPara el cristiano que se ha mantenido en vela no vendrá ese último día como el ladrón en la noche,porque cada día habrá sido un encuentro con Dios a través de los acontecimientos más sencillos y ordinarios.Un corazón que ama es un corazón vigilante sobre sí mismo y sobre los demás.dios nos encomienda estar también en vigilia,en guardia,sobre aquellos que están unidos a nosotros por lazos de fe,de sangre y amistad
ResponderEliminarSí,cada día que pasa, nos va acercando a ese ENCUENTRO..."que ni el ojo vio, ni el oído oyó... lo que el SEÑOR tiene preparado para los que le aman..." Mientras tanto, "Esperar ese abrazo de Jesús", en quien confiamos con toda el alma; recordando el Salmo: "Dad GRACIAS al Señor porque es BUENO, porque es eterna su MISERICORDIA"
ResponderEliminarDe los que pasamos por el Seminario, unos son de derechas, otros de izquierdas…, unos van a misa y otros van a los toros. Hay de todo, sin que tengamos que condenar a nadie por aquello de la libertad ideológica y religiosa. Usted critica a los que dejamos la práctica sacramental, lo mismo que los de izquierdas critican a los curas y, por consiguiente, los unos ponemos a caldo a los otros.
ResponderEliminarCervantes escribe en el Quijote un soneto precioso: “Ya con el pie en el estribo, aquesta señora…”, a modo de despedida de la vida. Y San Lucas aconsejaba: “Tened las velas encendidas”. Esta frase es como un martillazo en las conciencias. Y no sé si conoce la palabra ‘adefesio’, “estás hecho un adefesio”. El pueblo la ha ido deformando de la carta de San Pablo a los efesios.
Un abrazo de su amigo
Rapanui
Cristo no era de derechas ni de izquierdas. El ser cristiano es otra cosa. Los Sacramentos es CRISTO, por tanto veo acertado que se señale o se mencione a los que dejan los Sacramentos, amonestándolos a que vuelvan a su primer amor, y dejen de seguir los consejos del mundo. Hay de todo, como Rapanui dice, pero el camino es uno, no a gusto de cada cual.
EliminarUn abrazo de su amigo
EL REPARTIDOR DE ESTOPA