SAN LORENZO y
Jeremías
No voy a hacer despedida por
unos días, pero tampoco voy a asegurar poder estar puntual a la cita mañanera
en lo que resta de mes. Mi deseo es
–siquiera- aparecer y estar con cuanto buscáis cada mañana mi reflexión en este
blog.
Hoy
entra en liza San Lorenzo, diácono,
uno de los santos de la primitiva Iglesia, víctima de la persecución
político-pagana romana, que más atención suscita desde los primeros tiempos, al
que más culto se le dio en número de Iglesias y Capillas dedicadas a él en todo
el orbe. Su HISTORIA bien podría
resumirse en su realidad de diácono,
institución eclesial para el servicio, y muy especialmente para el servicio de
los pobres y necesitados. Las lecturas
“lo retratan” como el que sembró
generosamente, y por eso cosechó con amplitud, porque Dios siempre es más
generoso, y tiene poder para colmar de todo bien, y aumenta la cosecha del que
supo dar con amor. Casi que eso lleva
consigo ser grano de trigo que tiene que caer en tierra y morir para poder llevar
fruto. San Lorenzo, según
trasmite la tradición fue “grano de trigo asado
en unas parrillas”. Lo importante y
substancial es que supo “aborrecerse a sí mismo (=amarse menos) y así dejó todo
el espacio al amor a Cristo y a sus hermanos los pobres. Por eso está allí
donde está Cristo. Sirvió diaconalmente, y está ahora como el servidor servido,
abrazo por su propio Maestro a quien ofreció su vida.
Jeremías
tiene hoy una lectura que hay que saber leer “de abajo a arriba”. Porque varía mucho si leemos lo bueno y
acabamos “con lo malo”, o si vemos lo malo que provoca todo el egoísmo humano,
la falta de respeto a la enseñanza de Dios…, el mundo de hoy que va en
movimiento continuo de anulación de Dios, y se va quedando como ciudad sangrienta, mentirosa, llena de
crueldades, insaciable aun de los más abyecto, perdida entre sus vicios,
bajezas, libertinajes y vida de “brutos animales” (como San Ignacio define
en sus Ejercicios Espirituales el estado del pecados enfangado en su pecado). En el Nuevo Testamento tenemos claros
equivalentes en los “ayes” de Jesús
contra la falsía de los fariseos. Y no
es que eso lo tengamos que reducir a “los fariseos”, sino a toda actitud
farisáica, que menosprecia o minusvalora la llamada de Dios al bien.
Que no ha
sido ni lo que Dios hizo ni lo que Dios quiere ni puede querer. Por eso, la respuesta de Dios, ¡muy a lo
Dios!, es el comienzo de esa lectura: Mirad
sobre los montes los pies del heraldo que trae la paz. Por tanto, tú festeja este llegada, y deja
sin sitio al “Sin provecho”, que ya no volverá a dominar porque el mal será
aniquilado, porque el Señor restaura la
gloria de Israel,
El Evangelio casi que se cruza con el de
san Lorenzo, porque entra en la exigencia que lleva consigo querer seguir los
pasos de ese Heraldo que ya soma por los montes, y que es el
propio Jesús, Mesías, salvador. Pero “Dios que te creó sin ti, no te salvará
sin ti”, que dijo San Agustín. Dios lo
pone todo en un 99’99%. Pero Dios no
invade ese espacio de libertad de acogida que le toca a cada cual. Cuanto parecen sufrir escándalo de que se
hale de condenación eterna como si eso fuera un imposible en la misericordia de
Dios, no quieren ver que la misma misericordia respeta el 0’01% que está
únicamente en las manos de la persona, hombre y mujer. Y Dios no va a forzar esa libertad,
precisamente por ser misericordioso y no forzar contra su voluntad al que no
quiere segur a Cristo…, el que se atonta ante una bagatela que le ofrece el
mentiroso mercado de la vida, y allí se pega como una mosca ante el papel de
miel que la atrapa. Jesús pone caro que todo el mundo no vale nada en comparación
con el propio Jesús, Y que irse tras la bisutería es perder el oro fino que
Él ofrece… Y sería arruinar el gran tesoro de la vida. Y el
que la pierda…, ¿qué puede ya ofrecer para recuperarla?
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