LAMENTOS DE JESÚS
Yo digo que hasta qué punto
estaría Jesús harto de tantas apariencias de religiosidad, y cómo le tocaban en
lo más hondo de su Corazón, para que ya explotara tan abiertamente con estos “ayes”
sobre los fariseos y los doctores de la ley… ¡Tantas veces le habían
atacado a Él por esas minucias, y había callado o su respuesta había sido
concreta hacia una situación determinada!
Pero llegó ya a este momento y se revolvieron sus entrañas ante ese
conjunto de falsía religiosas con lo que se quedaban tan satisfechos y, sin
embargo, habían soslayado las verdaderas actitudes ante Dios y ante la vida
real-.
Hoy ha ido directo hacia un
fenómeno muy fácil y muy hipócrita:
quedarse en los cuatro cumplimientos fáciles y externos con los que uno
no da nada de sí ni compromete nada
personal, pero se queda tan satisfecho con pagar
el diezmo, mientras deja a un lado lo que es sinceramente bueno (con la
bondad de Dios). U olvida la compasión, que es básica en una actitud del
corazón. O descuida lo grave de la ley.
Siempre es fácil dejar una moneda de limosna a la puerta de una iglesia.
y quedarse tan “en paz”…, y ¡tantas veces carecer de paciencia, y cercanía en
la familia, con el que trabaja uno codo a codo, con el que depende de uno, con
la persona mayor…! A Jesús se le sube la
indignación ante tanto cumplimiento sin apoyo interior. Y no es que dice que no
se haga lo pequeño externo, sino que no puede ocultar unas carencias de lo
fundamental.
¿Y pensamos que esto era solo en
aquel momento, con aquellos fariseos? ¿Y
no encontramos cercanos ningunos parecidos o no nos recuerdan nada actual, y
hasta posiblemente de actitudes personales? Porque a Jesús indigna que los haya
quienes filtran el mosquito con sus escrupuleras y tiquismiquis, y se tragan
después el camello tan fácilmente, Le indigna que podamos ser nimios en usos
tan externos que sólo sirven para ser vistos, y que haya una labor de zapa que
ataca la caridad, la justicia social, el respeto a otros. A cualquiera le indigna (a Jesús le indignó)
que con el “pago” del diezmo de unas especias, se ocultaran actitudes mucho más
serias y cristianas y profundas, que son las que revelan el corazón de la
persona. Entiendo perfectamente a Jesús y lo veo clarísimo y veo que sería de
necesidad que hubiera un Jesús en este momento para poner en claro a quien
servimos muchas veces: si al amor
cristiano, el respeto al otro, a la comprensión, al calzarse los mocasines del
prójimo, a la justicia que es propia de Dios y que supone la bondad, la
misericordia, el juicio y sentido común, que no se camufla bajo egoísmos y egocentrismos
autosuficientes.
Le causa a Jesús repugnancia esa
“limpieza de la copa por fuera” y ese corazón insensible ante necesidades o
sufrimientos de personas cercanas (que hasta pudiera ser que lo que sufren está
causado por esos perfeccionistas de la copa exterior. ¡Guías ciegos! Que –sin embargo quieren guiar
a los otros que ellos consideran ciegos.
¿Veis muy lejanas esas situaciones?
Mirando alrededor o mirando hacia el propio interior, ¿os imagináis lo
que hoy diría Jesús de muchas cosas de nuestro propio entorno “religioso” y de
quienes se ocultan bajo apariencias “religiosas”, pero tan alejadas de esencia
cristiana o al modo de Cristo? A mucha
gente no le gustan estas quejas que se le escapan a Jesús del fondo de su alma,
pero la pregunta que puede hacerse cada uno es si podría ser más honrada la
propia actitud cristiana, de
seguimiento de la doctrina y vida de Cristo.
Os aseguro que escribo con el corazón en la mano, y que no estoy
teorizando como quien se lía un manteo a la cabeza. Estoy sintiendo hondamente lo que digo, y me
tengo que examinar muy seriamente, a la vez que creo que obligaría a muchos a
examinarse, por si acaso encontraran motivos para mirar más fijamente al
Corazón de Cristo y a sus sentimientos y expresiones de esta hora.
Hermosa sigue siendo la 1ª lectura, con Pablo que elogia a los
fieles de la comunidad cristiana de Tesalónica. Pero advierte que nadie os desoriente con hechos o dichos…,
sino os mantengáis firmes y conservéis lo bueno aprendido de nosotros. Y luego concluye con una mirada a Dios del
que depende todo y tanto bueno que los tesalonicenses tienen.
Pero dicho el resumen, ya me
fijo directamente en esa advertencia:
que nadie os engañe con hechos o dichos, ni que se apoyen en lo que yo
os he escrito y enseñado (dice Pablo).
Muy por encima, quede siempre lo que tenéis que llevar en el espíritu,
manteniendo la auténtica tradición de lo que es esencial en la vida cristiana,
en lo que yo os enseñé…, y lo que yo os
enseño es a Cristo. Ahí está el
quid. Porque o miramos mucho más a
Cristo y menos nuestras gratificaciones espirituales, nuestras devociones o
dulzuras personales, o nos quedaremos rozando los “ayes” de Jesucristo.
HOY CELEBRAMOS A SAN
AGUSTÍN. Uno que desbarró una buena
parte de su vida. Hasta que un día se dejó atrapar por ese Jesús que conoció en
el Evangelio y que le liberó de sus prejuicios y le hizo llegar hasta la médula
del Cristo Salvador. Cambiar siempre es
posible cuando hay sinceridad para abordar los entresijos internos del alma…,
las famosas salbandijas de Santa
Teresa…
Esto es una de las cosas que más me gustan del Evangelio. Jesús no es azucarillo que se disuelve en el agua. Es exigente con los suyos, ama a todos, pero cuando tiene que decir las cosas, a veces se le ve un estilo bastante directo, que hasta podría molestar. ¿Y que, si molesta? ¡Si ha dicho la verdad!
ResponderEliminar