SANTIAGO
Suelen llamar “deformación profesional” al hecho de
que uno enfoque los temas desde aquello que “profesionalmente” vive uno con más
fuerza. Yo estoy dando Ejercicios Espirituales y hoy entramos en el centro de
gravitación esencial, que es JESUCRISTO. San Ignacio lo introduce con una
contemplación de primer encuentro,
que es –a la vez- la toma de postura básica del ejercitante. En éstas, hoy celebramos a Santiago. Y el
evangelio que tendremos en la Misa es el curioso y “extraño” hecho de Santiago
y Juan (y en este evangelista que tenemos hoy, San Mateo), también la madre. No podemos perder de vista el contexto, que
nos llega entre el evangelio de Marcos y el de Mateo. Jesús va caminando a prisa hacia Jerusalén. Los mismos apóstoles van extrañados de
aquella prisa. Y Jesús les avisa que van a Jerusalén y que allí va a ser preso,
juzgado por tribunales religiosos y civiles, que lo maltratarán y lo matarán. Y en ese contexto se presentan Santiago y
Juan a Jesús para hacerle una “petición”.
Que basta leerla despacio para ver que más que súplica es un “mandato”,
y además “incondicional”. Di… No piden como súplica. Le dicen al Señor lo que tiene que
hacer. Y lo que tiene que hacer es privilegiar a Santiago y Juan con los dos
primeros ministerios de ese reinado que Jesús va a tener (léase todo en
clave nacionalista mesiánica, de poder humano y puestos de honor). Chirría esta “petición” con el con el
contexto. Lo lógico es la respuesta de Jesús: No sabéis lo que pedís. Estáis fuera de órbita. Habéis caído del
nido. Pero Jesús no da nunca por perdido.
Lo que le toca es enderezar aquello… Lo que hay en aquellos discípulos
es amor propio (quieren lo mejor, y
dejando atrás a los compañeros). Hay en ellos amor mundano (pretenden poder, prebendas, privilegios, sacar
ventajas del seguir a Jesús…; hoy
podríamos llevarlo al terreno de querer tener “ventajas en la Iglesia”). Y
detrás de eso hay un amor carnal (que busca la comodidad, el “no
quiero líos”, ese placer tan embriagador de la poltrona, del puesto de
privilegio que le pone a uno sobre seguro, y que le va haciendo una voluntad
cada vez menos auténtica…, más a la búsqueda de sí mismo).
Jesús
les tiene que sacar de tal enredo y postura engañosa de apariencia amiga y
espiritual. Y les cambia totalmente el
punto de mira: “¿Podéis beber el cáliz
que yo beberé y ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?” Podemos imaginar con todo fundamento que
Santiago (y Juan) no entendieron absolutamente nada de ese cáliz y ese bautismo. Pero lo que sí les ha roto es el esquema que
traían. Tienen que hacer ahora la
pirueta de olvidarse de esos amores
que les movían al venir. No saben qué
cáliz y qué bautismo, pero hay algo que sí pueden comprender y advertir como
atractivo: que el Maestro no les ha
mandado “ir”…, sino “venir
a MI cáliz o a MI bautismo”. Y
como es evidente que l atracción es A JESÚS, y el amor personal es A JESÚS,
acaban por lanzarse a fondo perdido… ¡Fuera nuestro amor propio, carnal y
mundano), y vamos a lanzarnos a a piscina en fuerza de un amor personal. Y responden: PODEMOS. San Ignacio le llama
a esta determinación del ejercitante, oblación
de mayor importancia. Se acabó lo
incondicional de ellos, y se entregan incondicionalmente a lo propuesto por
Jesús, aunque no sepan a ciencia cierta adónde les lleva. Pero a ciencia cierta es CON ÉL.
La
1ª lectura nos pone a lo apóstoles en
fidelidad plena a Jesús, por cuyo Nombre afrontan la cárcel, los juicios ante
las autoridades, las sentencias de prohibición de nombrar a Jesús (¡para eso lo
quisieron matado en cruz!)…, y ellos confiesan que no pueden callarse y que tienen que obedecer a Dios antes que a los
hombres. Consecuencia política es el
martirio de Santiago, el primero en beber
el cáliz y ser bautizado al modo de Jesús.
Y
en la 2ª lectura, nos advierte San
Pablo que este tesoro del amor de Jesucristo y a Jesucristo, lo llevamos en
vasijas de barro. En nuestras manos se
nos pueden romper los deseos y los ofrecimientos mejores. Máxime cuando a mayor fidelidad, vamos a ser
peor tratados, empezando por los mismos nuestros,
que parecen estar en el mismo barco, pero que son proclives a meter estacas en
las ruedas de quien camina.
Por
eso hoy la PARTCIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA está pidiendo a gritos esa superación
del amor propio, del amor carnal y del amor mundano, y hacer OBLACIÓN auténtica
de nuestro YO. Hoy, la patena del
Sacerdote tiene que PESAR mucho más, si los auténticos cristianos hacen esa
oblación de sí mismos y la ponen junto a las hostias que van a ser consagradas,
y hacen que –junto a la OBLACIÓN PLENA DE JESÚS, vaya la entrega de MAYOR IMPORTANCIA Y AUTENTICIDAD de
cada uno de los participantes en la Eucaristía.yu
Ni Santiago ni Juan ni su madre habían comprendido el Padre nuestro ".. hágase Tu voluntad..." pero lo que es mas lamentable es que veinte siglos después los crsitianos no lo hemos comprendido todavía y seguimos pidiendo para nosotros.
ResponderEliminarBueno, algunos cristianos no han comprendido el padrenuestro, otros lo "rezan" con la boca y no con el corazón (que es más que comprender), y otros si que lo van comprendiendo, gracias a Dios. No todo es negro. Me gustaría darle ese matiz. Le invito a conocer el padrenuestro y rezarlo desde el corazón.
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