SAN BENITO
Hoy es el día
del Papa. Es día de San Benito, fundador
de la Orden benedictina, y elevado a Patrono de Europa, por cuya razón su día
se celebra como fiesta litúrgica, con lecturas propias de la celebración del
Santo. En la Oración de la Misa se dice
que avancemos por la senda de los
mandamientos con libertad de espíritu. Y a través de la primera lectura se va
insistiendo en la sabiduría, la sensatez,
la paciencia, la prudencia, la inteligencia, la rectitud y la justicia
(=santidad). Realmente hacen una
fotografía muy buena del santo, quien no es que fuera una lumbrera intelectual
pero fue un hombre de Dios, una persona muy humana, alguien que no pretendió
regir a todos por el mimo rasero. Ese
tipo de santo que llega a la persona
sencilla, porque supo comprender que todos no tienen las mismas posibilidades,
no pueden llevar la misma velocidad en el camino de la perfección, y que cada
uno irá respondiendo a Dios en su momento y posibilidad. Una vida de fidelidad a Dios en libertad de espíritu. Un santo que será un modelo para todo el que vive
un trato hacia los demás –sobre todo, si es con una responsabilidad- sabiendo
que cada cual tiene su medida y que cada cual alabará a Dios y le servirá en su
ritmo y en ese momento de la Gracia de Dios actuando en él.
El Evangelio puede parecer dedicado sólo a
los apóstoles o sólo a frailes y monjas.
Y sin embargo es de una gran actualidad para toda persona que quiera
vivir esas cualidades de sabiduría,
sensatez, paciencia, y todo lo demás que hemos reseñado en este Santo Patrón. Tomado al pie de la letra el Evangelio del dejarlo todo, seguir a Cristo, dejar padres,
hijos, tierras…, nos llevaría a sacar nuestro impermeable y decir: “ahí me
las den todas”. Pero nos hace falta
comprender que “dejarlo todo” tiene
una traducción inmediata en ese posponer nuestros egoísmos, orgullos, actitudes
de “sabelotodo”, que tiene que marcar los ritmos de todo lo que rodea. Que “dejarlo todo” debe empezar por ser uno
más sensato y tener la “sabiduría” (=prudencia) de no dejarse llevar de la
primera impresión, o de las filias y fobias que tan fácilmente albergamos. Que, en definitiva, “dejarlo todo” es situar
a Dios en primer lugar, sin que haya
nada ni nadie que se le anteponga. Y que
esa persona que pone por delante a Dios es a que sabe mejor colocarse por
detrás de todo, sin querer saberlo todo, dejando espacios a todos, y –como diría
San Pablo- estimado a los demás más que a
uno mismo. Ese es el que recibe el
ciento por uno ahora, y también encuentra ya el adelanto de la felicidad
eterna.
El Evangelio
no se ha hecho para unos pocos. Del Evangelio no puede sentirse ajeno nadie,
como si fuera “para el otro” y para que lo apliquen otros. Cuando lee uno el Evangelio con la luz
encendida de la fe, el evangelio habla hoy al hombre de hoy y en el lenguaje de
hoy. Lo que hace falta es no “abrir el
paraguas” pensando que no es para mí. Lo
que san Benito nos deja claro es que la
libertad de espíritu tiene que dejar espacios propios a cada alma, y que los
ritmos de Dios son diversos en los diversos ritmos de cada persona, y de los
empujes que recibe desde las buenas influencias. Que nadie puede dormirse en los laureles ni
sacar a relucir sus méritos, porque el mayor mérito es abandonarlo todo para
situar delante de todo a Dios. Y que
cuando eso marcha, seremos mucho más felices ahora, viviendo el HOY y despreocupados
del mañana. Y sobre todo, del YO MISMO, que
es el terrible atadero que nos impide caminar libres de espíritu hacia el encuentro y posesión de Dios.
A colación de la festividad de hoy, permítame Padre resumir su reflexión en una frase de San Benito: "No anteponer nada al Amor de Dios", todo ello con humildad y perseverancia, confiados y sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Mi afecto y oración para todas aquellas comunidades monásticas que hoy celebran a S. Benito Abad.
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