DÍA 2 de julio. LECTURA CONTINUA
A primera vista es desagradable la
profecía de Amós. Lo que pasa es que si tenemos ojos claros nos podemos poner
ante el mundo actual, en el que estamos, y si no nos gustaría que se levantara
Amós para decirles ese discurso: Os
quejáis de Dios. Protestáis de los males que os ocurren. Sentís el
aplastamiento de la crisis económica y social… O humana y religiosa. De la
impotencia para salir adelante…, de las puertas cerradas para las soluciones. ¿Os habéis planteado si vuestro desastre no
será el propio fracaso de haber dejado vosotros a Dios, y que ahora os faltan
los lazos indispensables para poder salir de vuestro pozo? Porque si supierais echar una mirada limpia
atrás, podríais descubrir un Dios que se batió el cobre para daros libertad,
para defenderos, para crear edades de oro de santos y de cultura que sembró una
realidad floreciente en artes, conocimientos, construcciones que hoy admiráis
como “turismo”. Dejar a Dios es quedar
en vacío. ¿De qué os quejáis ahora?
Si fuéramos capaces de leer esta 1ª lectura con mirada normal de
personas sensatas, actuales, seguramente nos sonaría Amós a un “historiador”
honrado que no simplemente dice, ni que testifica una realidad que es presente.
El Evangelio –que Mateo reduce, respecto a otro evangelista- presenta
una respuesta en la misma línea de lo anterior.
Un “letrado” (que no es uno del pueblo, sino un doctor de la Ley),
decide seguir a Jesús. Jesús, que no miente ni hace demagogia, ni falsa
propaganda electoral, le planta ante los ojos: Los zorras tienen madriguera…Yo no tengo dónde reclinar mi cabeza. Camino y voy adonde Dios me va llevando.
Venir conmigo no es una aventura triunfal humana. Ya lo sabes. Ahora tú decides. ¿Decidió? ¿Siguió? ¿Aceptó?
Otro ya era discípulo, pero un día
vino diciendo que no podría seguir ahora porque –según la costumbre judía- él
debía quedar como hermano menos y soltero, al cargo de su padre, mientras
viviera. Y es verdad que era la costumbre
así. Pero las costumbres no son leyes,
ni “haberlo hecho siempre así” es norma. Se trata, dice Jesús, que tú ya estabas siguiendo mis pasos, y que tus
hermanos están ahí para hacerse cargo de atender a tu padre. Se trata de entender ahora en forma práctica
concreta, que ese mandamiento que tanto repetís de “amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón con toda tu alma, con
todas tus fuerzas, con todo tu ser”, tiene su momento específico de vivirse
con sus consecuencias. Que el sentir del
amarás
al Señor sobre todas las cosas no es una frase hermosa y poética. Hoy
te llega un momento de elegir.
En la elección no se te pide que no
ames y sirvas a tu padre, sino que Dios
está por delante de todo amor, si realmente es “sobre todas las cosas”. Por debajo de Dios, todo lo demás. Y que aquí no se trata de dejar solo y
abandonado a tu padre, sino de que tus hermanos, los que no siguen ya el camino de la vida (por eso Jesús llama “los
muertos”), sean quienes acompañen a tu padre mientras viva. ¿Qué pasó? ¿Qué opción tomó el discípulo que
ya venía siguiendo?
En los dos casos me queda una
sospecha… Siendo tan importante EL
NOMBRE en la mente hebrea, ¿significará algo el que aquí no se nos dé el nombre
de ninguno? Porque la misión está
implícita en “ese nombre”, en esa “personalidad” que indica un nombre
distintivo. Y hago la salvedad porque
buena falta nos hace pensar si en nuestras opciones de vida, vamos teniendo
NOMBRE…, o quedamos “innominados” en medio de una “masa cristiana” que al final
no se decanta decididamente por tener a DIOS, AMADO SOBRE TODAS LAS COSAS.
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