DEVOCIÓN y devociones
La gran ayuda que me prestan
quienes comentan en el blog, me sugiere una reflexión sobre la diferencia que
hay entre DEVOCIÓN y “devociones”.
Etimológicamente devoto es la persona que ha comprometido
una actitud en su vida con VOTO. Es un
ser “de voto”. De ahí que la DEVOCIÓN sea algo tan profundamente serio como una
actitud de compromiso estable- Así una devoción a Cristo no es lo mismo que una “devoción” piadosa hacia una
determinada imagen de Cristo. Y lo mismo
si se habla de la Virgen o de una determinada advocación mariana, aunque con la
diferencia de que una consagración
propiamente dicha sólo se hace a Dios o a Jesucristo.
Cuando hablo de la devoción al Corazón de Jesús procuro que
quede claro que no hablo de una “mera devoción piadosa” como la que se le puede
tener a un santo, a una imagen, a una reliquia.
Con Jesús es mucho más una espiritualidad que abarca todo un
modo de ser y actuar. Es el encuentro
con todo el Cristo del Evangelio, el Reinado de Dios desde el AMOR. El suyo a nosotros. El nuestro –en
correspondencia comprometida- a Él.
De ahí que caben devociones siempre que se sepa que son
piadosas tendencias de nuestro espíritu, y sintonías particulares con alguna
determinada forma de vida, o escritos, o manifestaciones, que pueden hacernos
mucho bien, iluminarnos aspectos concretos evangélicos, y que llenan nuestra
concreta necesidad o sensibilidad. Yo
digo que me da devoción especial San Francisco de Sales por su sencillez y humanidad,
o San Pedro de Alcántara por su reciedumbre y austeridad. Pero no me liga más a
estos egregios Santos. En cambio hacia
Jesucristo y hacia sus sentimientos de su Corazón (que el Evangelio me
comunica), me siento constreñido y atraído y llamado a rendir mi persona.
Tengo mis imágenes de especial
devoción, o mis rezos preferidos. De
ellas y ellos puedo prescindir sin que me altere ni un ápice de mi
espiritualidad, en más o en menos. No
puedo prescindir de Dios, de Jesús, del Evangelio, de la Virgen María, de mi
Bautismo, de la Eucaristía… Todo eso
sobrepasa la devoción y se constituye
en vida de mi vida, Soy DE VOTO…, algo
que ya me compromete todo mi ser.
Por ejemplo, tengo verdadera devoción por Juan Pablo II o Benedicto XVI, significa que sus escritos, sus palabras, sus actos me dan ganas de imitar sus obras o de aprender más y mejor a ser discípulo de Cristo. Venero a los santos. Dios se glorifica en ellos. O por ejemplo, Santa Faustina Kowalska, a la cual se le apareció Jesús, sus palabras pueden moverme el corazón para creer más en Dios y acercarme más a Jesús y salvarme. ¿Puedo prescindir de esto?
ResponderEliminarY respondo: No hay porqué prescindir. Somos miembros del mismo cuerpo, ¿acaso te arrancas a ti mismo un pie para poder decir que lo que te importa primero es tu cabeza?
El último párrafo es interesante. Dice que puedes prescindir de algo que es muy tuyo, y entiendo que son cosas importantes, y que te ayudan o te gustan. Puedes prescindir de tus rezos e imágenes. Pero ¿Lo haces? ¿Lo harás? ¿Para qué?
Yo, estando de acuerdo en lo sustancial con lo que dice, y entendiendo la importancia de señalar que hay un eje fundamental en la vida espiritual, no soy partidario de prescindir de nada que te ayuda a amar más a Dios, y cuento no sólo con los santos (del cielo), los cuales interceden por nosotros, sino con otras cosas, por ejemplo una imágen religiosa, las cuales son aprobadas por la Iglesia, y que si sirven para el fin principal, bendito sea Dios, y si no, confío en Dios en que El pondrá las cosas en su sitio.
Muchas gracias por su atención, y buenas tardes.
¿Puede prescindir de San Ignacio de Loyola en su vida?
ResponderEliminarEncuentro un paralelismo entre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la devoción al Señor de la Divina Misericordia pero estimo superior al Sagrado Corazón de Jesús pues de su Humano y Divino Corazón brota la Misericordia y los demás atributos benéficos que sólo Dios posee en grado sumo. ¿estoy en lo cierto o equivocado?
ResponderEliminarHernán Adolfo: Estamos en la misma realidad: el AMOR DE DIOS manifestado en Cristo y que con el paso del tiempo y determinadas influencias externas, adquieren un mayor acento. La espiritualidad del Corazón de Jesús es más antigua, y la Divina Misericordia más últimamente reciente, pero expresan la misma cosa: EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS. Quizás se intenta, en la piedad cristiana, renovar algún aspecto que en un tiempo determinado encaja más o adquiere mayor actualidad. Personalmente yo me siento identificado con el CORAZÓN DE JESÚS, y doy por bueno que el mundo actual pueda irse por una imagen diferente. Pero siempre quedando claro que estamos en lo mismo, y que en la riqueza de Dios, hay múltiples formas de significar lo esencial.
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