VARIAS NOVEDADES
Lo grande de la sagrada escritura
es que siempre dice más de lo que parece decir, y que siempre puede uno ir a
más en ese conocimiento del secreto que Dios ha encerrado en sus comunicaciones
–no dictadas- al hagiógrafo (=escritor sagrado), que pone una parte de su
cosecha, porque cada escritor es hijo de un tiempo, tiene unas cualidades, y
pertenece a un pueblo que no escribía los sucesos sino que los guardaba en su
mente, y al cabo –de un siglo- recopilaba, expresaba, dirigía pedagógicamente a
una situación concreta del pueblo y la realidad que vivía. Así hoy podemos hallar varias ráfagas
interesantísimas para quienes ya leemos tras la venida de Jesús, y sabemos
mucho más que lo que supieron aquellos autores, por la sencilla razón de que
Jesús ha desvelado…: porque llegada la
plenitud de los tiempos, Dios ha hablado EN
SU HIJO. Jesús no es sólo que
habla, sino que Él ES LA PROPIA PALABRA ENCARNADA DE DIOS.
Ezequías -1ª lectura- tiene una herida y enfermedad mortal. Isaías cumple con su obligación prudente de
decirle que haga testamento. Ezequías va
más allá y ORA A DIOS. Ora, llora y suplica.
E Isaías recibe ahora el encargo de Dios: Ezequías no tiene aún que hacer testamento,
porque Dios le añade 15 años más… Pero –he
aquí lo curioso- no es que Isaías trae una “Palabra” solamente, sino también un
emplasto de higos para aplicr a la herida, que así se cura.
Tenemos un añadido de 15 años y un
emplasto de higos, que podría ser la “medicina natural” para aquella clase de
herida. Se junta lo divino y lo humano;
la fe de Ezequías y el acierto del emplasto. O el mero signo del
emplasto, que Dios utiliza para una acción sobrenatural. Tenemos dibujado, en lejanía aún, lo que es
un Sacramento cristiano. Un medio natural, como el agua, el aceite, el vino, el
pan, el “sí” de dos novios, o los pecados reconocidos y arrepentidos…: “emplastos”
que Dios pide, quiere y exige. Y la
oración que da a esos medios naturales el valor de lo sobrenatural. Habrá empecinados que pretendan “borrase” del
libro de Bautismos, u otros que pretenden confesarse
con Dios, o suplir la Misa con ser
buenos y hacer el bien. Resulta que
cada “herida” requiere un “emplasto”, y eso no lo podemos inventar las
criaturas. Pero es que el tal emplasto
por sí mismo tampoco traería salud a “tal herida”. Porque hace falta LA ORACIÓN adecuada, la FE
ADECUADA… Y “adecuada” significa que se adecua al pensamiento de Dios. No cada cual “a mi manera”, la gran expresión
actual del egoísmo y la soberbia espiritual.
Seguimos con el Evangelio. Imagino que no es muy conocida ni estudiada
la virtud de la EPIQUEYA. Pues bien: hoy la pone por delante Jesús ante
la miopía de los fariseos. Los fariseos
entendían de LEYES. Y la ley se aplica aunque el otro se muera. (Claro: siempre
que ellos no se mueran, porque para eso tienen “sus salidas”). Pues bien esas
salidas, cuando están bien orientadas y aplicadas y discernidas,
constituyen LA EPIQUEYA. Se escandalizaron
los fariseos porque los discípulos de Jesús habían “trabajo” en sábado
triturando en sus manos unas espigas cogidas al paso por un sembrado. Jesús les lleva a un suceso de David, gran
maestro para ellos. Volvía David y un
grupo de hombres de un combate, y venían extenuados. David se dirige a casa del
sacerdote y le pide pan. El sacerdote –un
buen pastor y no un leguleyo- simplemente le advierte que no hay más pan que el
presentado esa mañana al Señor, del que sólo los sacerdotes pueden comer. Ni afirma, pues, un sí o un no. David interpreta que –dada l situación- bueno
es ese pan. Y come él y da a sus
hombres.
¿Se excedió David? ¿Practicó la VIRTUD DE LA EPIQUEYA? Intento hacerlo más claro: un buen médico no
es el que aplica a la misma enfermedad la misma medicina en todos los casos,
sino quien estudia al enfermo y ve lo que le conviene. Y hasta puede llegar a
usar la medicación contraria a la que correspondería. Un mal Maestro es el que trata a todos los alumnos
igual por una falsa concepción de la “equidad” Un Pastor es un mal pastor cuando le dice lo
mismo al “penitente A” y al “penitente B”, o en la “situación C” o la “situación
D”. Médico, maestro o pastor que se
puedan preciar de tales, son los que saben que la “ley” mata y lo que tienen
delante es “tal persona”, “tal situación”,
y no aplica indiscriminadamente la misma píldora, aunque fuera una frase del
Evangelio. Y es que cada momento y cada
persona es la que es, y propio de buenos maestros es dar una enseñanza
personalizada a sus alumnos, y en el momento adecuado.
Pues esa es la virtud de la EPIQUEYA, aplicable
a cada caso de exposición de una palabra, de una situación moral, de la
realización de una liturgia… El vulgo
tiene su manera de expresarlo, muy popularmente: La excepción confirma la regla.
La regla permanece inalterable.
La excepción es una excepción de la regla en un momento y situación o
persona, no extensible a casos generales, a predicaciones masivas. Como el médico, el maestro, el pedagogo, el
pastor.
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