LITURGIA
La liturgia de hoy está centrada en la persona
de Jesucristo. En Jer.11,18-20 tenemos un adelanto profético de la Pasión. El
profeta expresa que ha recibido el anuncio de Dios, que le explica lo que
hacían: yo, como cordero manso era
llevado al matadero. No sabía los planes homicidas que contra mí planeaban:
“Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos; que
su nombre no se pronuncie más”.
En medio de esa realidad, está la otra: que el Señor, Dios
poderoso, juzga rectamente y prueba el corazón y las entrañas, y saldrá en
defensa del que es despreciado, porque te
he encomendado a ti mi causa, Señor Dios mío.
En el evangelio (Jn7,40-53) hay una amplia discusión sobre
Jesús. Los que lo han escuchado sin prejuicios, unos lo consideran profeta y
otros lo reconocen Mesías. Pero para los fariseos es imposible porque lo que se
sabe es que el Mesías vendría de la casa de David y de la ciudad de Belén, y lo
que ellos saben es que viene de Galilea.
Los mismos guardias del templo no se atreven a detenerlo
porque nadie ha hablado como ese hombre,
y son tildados por sus jefes. Y al propio Nicodemo se le toma por ignorante
porque pretende que primero se escuche a Jesús y luego se juzgue sobre él.
[SINÓPSIS, 319; QUIÉN ES ESTE, pg.131-132]
El vía crucis de
Jesús. Después que se burlaron de él, le
quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron a crucificar.
(Mt.27,31)
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Condenado Jesús por Pilato a
la cruz, los preparativos se hicieron rápidamente. Sacaron de la cárcel a otros
dos condenados, se prepararon los soldados y 3 centuriones, se sacaron las
cruces (o más bien el travesaño horizontal de la cruz, que ya pesaba 35 Kg.), y
se inició la comitiva: los soldados armados, a pie: los centuriones a caballo.
Los condenados, con sus “cruces” y el letrero de su sentencia colgado al
cuello…, los sacerdotes detrás… Sólo había que recorrer un kilómetro escaso.
Pretendieron todavía los sacerdotes que Pilato cambiase el texto de la condena,
pero en esta última e inútil hora, Pilato sacó a relucir su genio: “Lo escrito, escrito está”. La verdad es
que esta firmeza hubiera sido necesaria antes y en lo serio… Era la pataleta
del derrotado.
Sigamos de cerca a Jesús… Miremos… Hasta podría ser el
momento de hablar con Él… De agradecerle… De ofrecerle afecto… Y hacerse cargo
de lo que era el peso del madero para un hombre extenuado… Lo que es el peso y
el horror de la cruz para un inocente… Y sentir más con sus sentimientos… Y
sentir el amor de quien padece todo esto POR MÍ… ¡Y lo que quiere padecer!
Luego a nosotros nos cuestan nuestras cruces y creemos que
no podemos más… Sin embargo resurge la pregunta: Y yo, ¿qué puedo hacer y
padecer POR CRISTO?
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
Realmente Jesús no podía con
la cruz. Ya era difícil en situación
física normal; pero en la debilidad de Jesús no era posible… Eso lo vieron los
encargados de su custodia, que -no por compasión sino para que pudiera llegar
hasta el lugar del suplicio- “obligaron a
tomar la cruz de Jesús a Simón de Cirene para que la llevase detrás” (Mc.
15, 21; Lc. 23, 26).
El centurión podría haberlo encargado a un soldado… Pero
era una humillación tal que no se atreve a mandarlo…; buscó con la mirada un
voluntario… ¡Nadie, por supuesto! Y entonces uno que venía del campo, antes de
que se dé cuenta, sin que le dé tiempo a reaccionar, es empujado por un
soldado… Aquel hombre era de Cirene… Intentó evitarlo, zafarse… aquello
humillaba, señalaba… pero no tuvo más remedio.
Su mirada a Jesús no fue de compasión; más bien de coraje.
Pero no le da mucho tiempo a pensar. Los soldados le obligan. Y emprende a
andar junto al tambaleante condenado.
Pero conforme caminaba, miraba y observaba a Jesús… Vio que
se deshacían sus iniciales sentimientos de cólera… Y que algo ocurría en su
interior… De la curiosidad por la serena actitud de Jesús, pasó a la piedad, a
la compasión… y quizás hasta el amor… Él no lo sabía pero aquel desconocido
había dicho un día: “Si alguno quiere ser
mi discípulo, tome su cruz y sígame” (Mt. 14, 24). Y ya siguió aquellos
últimos metros del camino con un sentido nuevo en lo que estaba haciendo… Algo había ocurrido
dentro de su alma, al contacto con la cruz…, bajo la mirada de aquel Jesús
bondadoso.
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