LITURGIA
El Domingo de Resurrección se prolonga durante
toda la semana, de modo que la liturgia de estos días se celebra con toda la
solemnidad del domingo. Yo lo explico diciendo que la Resurrección de
Jesucristo es un acontecimiento tan grande, que no puede encerrarse en un solo
día y por eso se desdobla a través de una semana entera, en la que vamos a
estar rememorando las narraciones de los evangelistas de los misterios de la
vida gloriosa. Los recodamos día a día, pero fueron sucesos que ocurrieron en
ese domingo, o primer día de la semana (que empieza a llamarse “domingo” porque
“Dominus” significa SEÑOR.
Ya en la 1ª lectura de los Hechos (2,14.22-32) Pedro, lleno
del Espíritu Santo hace saber al pueblo judío lo que ha ocurrido: vosotros, por mano de paganos, lo matasteis
en una cruz. Ese es el hecho de donde arranca toda la novedad del momento
presente. Y es que Dios lo acreditó ante
vosotros realizando muchos prodigios y signos y Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte. Con todo
ello se ha cumplido la profecía de David, que anunciaba que no vería la muerte
ni la corrupción. Ahora bien: David murió y fue sepultado y su sepulcro está
ahí y lo conocemos. En sus palabras profetizaba lo que sería posteriormente su
descendiente, el Mesías de Dios, y eso se cumple hoy en Cristo, que ha
resucitado de entre los muertos, y todos
nosotros somos testigos.
Hoy leemos en el evangelio el relato que hace Mateo
(28,8-15) del comienzo de aquel primer día de la semana. Y es de advertir para
dejar claras las cosas, que los relatos de la vida gloriosa son muy diferentes
en los 4 evangelistas. Lo que cada uno trasmite es su propia vivencia sobre la
resurrección del Señor, y no pretenden en absoluto hacer una historia, que no
casaría con la del otro narrador. Nosotros somos los que, desde nuestra
curiosidad y mente occidental más pragmática, componemos los hechos para que
tengan un argumento. Pero a los evangelistas no se les ocurrió tal cosa.
Tomaron datos de aquí y de allá y cada uno fue por su camino.
En concreto, San Mateo da por descontado que las mujeres
vieron al Señor. [Lo que no encaja con la narración que hace Lucas a propósito
de la huida de los dos discípulos de Emaús]. Se iban del sepulcro impresionadas
y llenas de alegría, cuando en el camino se les presenta el propio Jesús, que
les dice: ¡Alegraos! Y ellas se
acercaron y adoraron. Lucas nos decía en la Vigilia Pascual que llegaron al
sepulcro y estaban desconcertadas y despavoridas por la visión de unos jóvenes
vestidos de blanco, que fueron los que le anunciaron que Jesús no está aquí, HA RESUCITADO. Y hoy, en
el evangelio de Mateo, se nos dice que Jesús las mandó a los apóstoles a
comunicar su propia experiencia.
Paralelamente está la otra historia de los soldados,
quienes viendo que se corría sola la pesada piedra del sepulcro, se bajaron a
la ciudad y comunicaron a los sacerdotes lo que habían visto. Los sacerdotes no
acertaban a pensar lo que hubiera ocurrido, y optaron por sobornar a los
soldados. Debían de decir que mientras
ellos dormían, los discípulos robaron el cadáver. Dos absurdos, porque si
estaban allí para vigilar, no debían dormir. Y segundo, si dormían. ¿cómo saben
que eran los discípulos los que se llevaban al difunto? Los sacerdotes optaron
por darles dinero para pagar silencio, y en caso de que la cosa llegase a
conocimiento del Presidente, ellos ya lo conocían y se ganarían su favor, de
modo que a los vigilantes no les pasara nada.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy_6L3hWifeDQ0d-H5F2U9k6Pbl8znehBuiNmvmyYPfRW0Ov66q5BcV3vZKPVjnLk9pOXv8bFDV502CbTSWkIS1mmMWX8QDmD3iLVCQZiq5_iEwFJRnS3xiFoHfYqHdprycd-UIbpSfmk/s320/Virgen+Reina+y+Madre.jpg)
Dejo para el final que hoy, por razón de la solemnidad
litúrgica, no se celebra una fiesta muy jesuítica, que es la de MARÍA COMO
REINA Y MADRE DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS. Pero aunque litúrgicamente no pueda
celebrarse, la llevamos metida en el alma y tiene connotaciones importantes en
la vida de los jesuitas. Quienes nos acompañáis afectivamente y los que de alguna
manera mantenéis una vinculación con nosotros, tened una oración a la Madre del
Cielo para que su maternidad y realeza sobre esta porción de Iglesia que
constituimos nosotros, se desenvuelva con la fidelidad a nuestro espíritu que
nos trasmitió Ignacio de Loyola bajo la acción del Espíritu Santo. Y que surjan
vocaciones de gentes honradas que quieran vivir la vida consagrada bajo el
espíritu de la Compañía.
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