Liturgia:
Otra bella página en la carta a los
romanos (8,18-25) que bien merece la pena leer en privado, muy despacio. Ya se
abre con una idea que mueve a seguir adelante, aun en medio de las
dificultades: los trabajos de ahora no
pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Es cierto que ahora
tenemos que luchar para mantenernos en gracia. Pero eso es nada con lo bueno y
excelente que nos espera.
La Creación
expectante está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios. Si
la Creación sufre violencia y está retorcida en sí misma, no es por su propio
defecto sino porque no nos manifestamos los hombres como hijos de Dios que
obedecen a Dios. La Creación se retuerce y gime como en dolores de parto. La
gente se pregunta muchas veces el por qué de las catástrofes naturales. San
Pablo nos dice que el pecado del hombre violenta el equilibrio de la Creación,
que se retuerce y gime, y tiene su propia forma de expresarlo. Es el pecado
cósmico del que ha hecho especial énfasis el Papa actual. Y esa violencia
contra la naturaleza que origina la avaricia y la maldad humana, está
desequilibrando las fuerzas naturales.
Para concluir, con una aplicación muy concreta, que no es
solo la naturaleza la que sufre esas consecuencias, sino que somos nosotros –que
poseemos las primicias del Espíritu- los que gemimos en nuestro interior,
porque el pecado que abunda y se sobrepone, acaba ahogando. Y no nos
manifestamos como hijos de Dios. Nos queda la esperanza, que no ve la solución
pero sabemos que la hay, y a la que esperamos con perseverancia. En esperanza
fuimos salvados. Pero todavía nos queda ese gemido inefable porque aún no se
acaba de manifestar esa redención de nuestro cuerpo.
Dos breves parábolas muy conocidas encierra el evangelio de
este día (Lc.13,18-21). Son dos parábolas para expresarnos una realidad del
Reino de Dios. Una es la parábola del grano de mostaza, algo muy pequeño, y que
–sembrado- da origen a un arbusto muy desarrollado al que vienen a poner sus
nidos las aves del cielo. El Reino nace en la pequeñez de la predicación, en la
humildad de unos hombres toscos y rudos, bajo la presencia de Jesús. Y sin
embargo está llamado a crecer y a desarrollarse de tal manera que se puedan
cobijar en él los pueblos de la tierra. Nosotros estamos ya en ese “árbol”
desarrollado y gozamos de sus ventajas.
Pero no podemos quedarnos parados porque ya estamos ahí. La
siguiente parábola de la levadura nos implica como comunicadores de ese Reino.
La levadura empieza por ser algo pequeño que se mete en una masa grande, y la
fermenta y la esponja y la ensancha. Nosotros somos levadura y no podemos
quedar conformes con estar ya bajo el cobijo del Reino de Dios. Nos toca
influir y llevar hasta otros ese mismo tesoro que nosotros tenemos. Continuando
el tema del grano de mostaza, el secreto estaría en ese contagio que
necesitamos aportar como levadura para invitar a otros a participar del Reino
de Dios. Es una parábola que no se reduce a Israel, afirman comentaristas, y que
en ese “árbol” vienen a cobijarse todos los pueblos. La Iglesia vendría a ser
la plasmación concreta de esa parábola, con su vocación de universalidad y
catolicidad para albergar aves de todo plumaje.
Y hay que reconocer que no estamos en tiempos fáciles para
la misión. Que el mal se ha hecho fuerte y que nos sentimos achicados y en
minoría ante las protestas contra la fe o contra la Iglesia que encontramos
alrededor. Aun así, y como dice Jesús cuando envía a sus discípulos a predicar,
si no los reciben en algún sitio, que se salgan de él pero reafirmando que de
una u otra manera, ha llegado a vosotros
el Reino de Dios. Y somos los primeros que tenemos que estar bien
convencidos de ello.
Hoy celebramos los jesuitas a un Santo muy querido, San
Alonso Rodríguez, Hermano Coadjutor, que se santificó en una portería desde la
que fue grano de mostaza y levadura que se metió en la masa de aquel joven
Pedro Claver, y le infundió un celo misionero que lo llevó a ser “esclavo de
los esclavos”. San Alonso tiene una gran altura mística y escritos muy profundos a la vez que muy sencillos de
expresión. También padeció al final grandes tentaciones, de las que salía
aferrado a la devoción a la Virgen y a su seguridad de no querer nada con el
pecado.
Felicito a la familia jesuita por ese gran santo, San Alonso Rodriguez, cuya fiesta se celebra hoy. El mundo está bajo la influencia de unas ideologías diabólicas que tienen mucho poder sobre la sociedad. Son unas idelogías muy perversas. Los cristianos no somos seguidores de una ideología. Nosotros seguimos al Señor, Jesús y con nuestras obras hacemos visible su mensaje . El mensaje de Jesús es ternura, amor, mansedumbr e...Las ideologías endurecen y buscan la eliminación del que piensa diferente. Nuestra FE se alimenta de la Oración. Necesitamos orar porque tenemos que ser muy humildes. Los fariseos rezaban muchas oraciones pero no oraban.
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