Liturgia: Ntra. Sra. del Pilar
Es evidente que la
Sagrada Escritura no tiene ningún texto que se refiera directamente a la Virgen
del Pilar. Tenemos que descubrir la aplicación de los textos de la fiesta
litúrgica a esa advocación mariana, tan española, que hace de este día una
fiesta nacional.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles (1,12-14)
tenemos una escena de gran importancia en la vida de la futura iglesia. Los
apóstoles han regresado del Monte de los Olivos desde el que Jesús ha subido al
Cielo, y se recluyen en un lugar al que llaman “la casa” y que muy bien podría ser el Cenáculo. Subieron a la sala donde se alojaban,
que era seguramente donde se habían producido los acontecimientos del domingo
de resurrección, y allí se dedicaron a la oración, junto a otras mujeres. Y
entre ellas, la madre de Jesús, que
era como el bastión alrededor del cual se unían aquel grupo de testigos de la
resurrección. MARÍA en el centro de aquel grupo, y María está igualmente en
oración, y hace de COLUMNA fuerte sobre la que se apoyan los demás.
“Columna” es igual que PILAR, o pared maestra que sostiene
el edificio. De ahí que esa lectura tenga una mirada a la fiesta de hoy. Pero
no es sólo María la que es columna, sino María en oración junto a los
discípulos y demás congregados en aquel lugar. María en oración tiene todos los componentes que
consolidan y fortalecen, que hacen de pilar de sustentación del edificio. Sobre
ese pilar se asentó aquel grupo de personas que pocos días después recibió al
Espíritu Santo y dio paso a la Iglesia de Jesucristo, con la intrepidez de unos
hombres que, poco antes, eran pusilánimes y atemorizados, y que de pronto se
volvieron intrépidos y capaces de abarcar el mundo entero. Allí en medio estaba
María que había quedado en la tierra para fortalecer y apoyar la fe primera de
la naciente Iglesia.
En el breve evangelio de San Lucas (11,21-28) es el propio
Jesús el que nos señala a María como la columna que él ha establecido para
sostener ese evangelio que él predica y al que hay que acogerse para estar
firmes en la fe.
Había predicado Jesús, había echado un demonio, y una mujer
del pueblo se ha emocionado y clama a voz en grito: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Una
forma muy oriental de decir lo que castizamente diríamos nosotros en menos
palabras: “Bendita sea la madre que te crió”. Jesús no lo niega. Es evidente
que Jesús sentía veneración por su madre, y eso supone que le ha encantado la
voz de aquella mujer. Como hoy sentirá una satisfacción muy fuerte cuando
nosotros celebremos a María del Pilar y nos festejemos con ella. Jesús admite y
rubrica ese valor inmenso de su madre.
Pero aprieta filas y nos define por qué su madre es tan
grande y tan dichosa: precisamente porque escucha
la palabra de Dios y la pone en práctica ¡Ese es el PILAR que sostiene lo
demás! Santa María del Pilar es más dichosa por escuchar a Dios y vivir según
sus designios que por haber dado a luz a Jesús.
Por eso cuando nosotros nos juntamos hoy para venerar a la
Virgen del Pilar, necesitamos hacernos la pregunta: ¿Lo que vemos en ella es
una devoción o una llamada a secundar esa vida suya de oír a Dios en la oración
para luego poner en práctica lo que hemos oído?
Vuelve a surgir la oración como plato fuerte de esta
fiesta. Hablamos de una oración efectiva que confronta a la persona con su
propia vida. No es una situación emocional, devota, emotiva. Es una llamada
fuerte a una forma de vida que aplica a la realidad lo que ve en la oración en
la presencia de Dios.
Concluyo con el Prefacio de la fiesta:
La Virgen, Madre de Dios, concebida
sin pecado,
no fue
contaminada por la corrupción del sepulcro,
pues siendo
intacta en su virginidad,
gloriosa en su
descendencia
y triunfante
en su asunción,
fue madre de
Cristo, esposo de la Iglesia, luz de las gentes, esperanza de los fieles y gozo
de todo nuestro pueblo.
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