Liturgia:
Por ahora lo que tenemos en la carta
de san Pablo a los Romanos es repetitivo. 4,13. 16-18 continúa la argumentación
que comenzó ayer a propósito de Abrahán: No
fue la observancia de la Ley sino la fe, la que obtuvo para Abrahán y su
descendencia la promesa de heredar el mundo. La novedad que explicita en
este párrafo de la 1ª lectura que nos llega hoy, es que tal promesa de
descendencia no se queda en la descendencia legal, sino que también llega a la
que nace de la fe de Abrahán como padre de todos nosotros.
Abrahán creyó contra toda lógica, apoyado en la esperanza,
que llegaría a ser padre de muchas naciones, porque Dios se lo había prometido:
Así será tu descendencia. Y la
promesa de Dios valía por encima de todas las lógicas y de todas las
dificultades. Es la gran diferencia con la Ley. La Ley sólo está para afirmar y
para cumplir de acuerdo con la ley. La promesa sobrepasa todo eso y se apoya en
la fe en Dios y en la verdad de Dios. Y Dios no falla. De hecho aquella promesa
antigua viene a hacerse realidad en la persona de Jesucristo, quien lleva la
promesa a realización plena en esa NUEVA LEY que es la NUEVA Y ETERNA ALIANZA,
la que se firma con la sangre de Jesús y tiene valor infinito e incuestionable.
Somos descendientes de la fe de Abrahán y vivimos la fe
suprema en la Eucaristía, en la que también nosotros creemos más allá de lo que
vemos, y por encima de toda lógica humana.
El SALMO, con su antífona: El Señor se acuerda de su alianza eternamente nos viene a
introducir en esa plenitud que nosotros tenemos ya la suerte de vivir. La
promesa se ha hecho realidad, y en esa realidad de salvación estamos nosotros.
Lc 12,8-12 nos lleva a la fidelidad a Jesucristo y a
nuestra misión apostólica, porque el que
se pone de mi parte ante los hombres, el Hijo del hombre se pondrá de su parte
ante los ángeles de Dios. Es el testimonio del cristiano que tiene que
adherirse a la Buena Noticia del Evangelio, y aquí se apunta al extremo mismo
de la vida, si así llegaran a ponerse las cosas. “Ponerse de parte de Jesús” no
es enviar un mensaje o correo electrónico a equis personas, bajo la cierta
amenaza de que no hacerlo es “renegar
ante los hombres” de Jesús. La
verdad es que esos correos electrónicos en plan de “cadenas” son mucho más una
trampa que una confesión de fe. Muy sudamericanas y –repito- muy tramposas para
cogernos nuestros “correos” y negociar con ellos.
Ponerse de parte de Jesucristo es algo mucho más serio que
todo eso y se manifiesta en actitudes de vida, en superar dificultades, en
“cortarse la mano” si llevara a pecado, y huir de tantas ocasiones que nos
brinda el mundo, y tomar posturas drásticas a la hora de evitar determinados
peligros morales.
Toca también el tema de la
blasfemia contra el Espíritu Santo, que no es ninguna palabra o acción
contra el Espíritu Santo sino la actitud de negativa a la Palabra de Jesús, la
cerrazón voluntaria a aceptarlo a él y a su enseñanza. Era la postura de los
fariseos. Y es la postura de los que hoy viven esa actitud cerrada ante la fe y
ante el evangelio…, y no sólo cerrada sino incluso belicosa y hostil frente a
la Gracia de Dios que quiere actuar en el corazón de los hombres.
Es pecado que no se
perdona. Y no es que haya pecados que no tengan perdón sino personas que no
se sitúan en actitud de conversión, de cambio, de aceptación de la luz que
Cristo trae.
Jesús enseña que ante el acoso que podemos recibir de “la
sinagoga” (de los enemigos de la fe en Cristo), no debemos achicarnos ni
sentirnos en un silencio vergonzante. No hace falta tener grandes
conocimientos, ni ser maestros de teología. El
Espíritu Santo pondrá palabras en la boca para responder lo que tenéis que
decir. Es algo de lo que tenemos que estar convencidos, y sabernos capaces
de expresar nuestra fe aun en medio de los que atacan y pretenden minar las
bases de esa fe sencilla y fuerte de muchos. Ocurre más con personas mayores y
por parte de los mismos hijos, nietos y sobrinos. Ellos se las dan de eruditos
porque han cogido cuatro ideas tópicas para atacar a la Iglesia, a la fe, a
Cristo y a Dios. Sobre tales erudiciones nos queda el gran recurso de nuestra
seguridad vivida años y años y que nos ha sostenido en la paz y la felicidad de
nuestra vida y en la seguridad de nuestras creencias. Son mucho más fuertes que
las ideas cogidas con alfileres de quienes no tienen apoyo alguno porque se han
quedado sin la gran fuerza de la fe.
Ya no se lleva el hablar de Jesús a todas horas; a mí me encanta hablar deJesús; busco cualquier ocasión para introducir el tema religioso para poder decir que soy cristiana practicante, que soy miembro del Pueblo de Dios, que Papá Dios es mi Padre y que todos los que se confiesan ateos o agnósticos; de izquierdas o de derechas que son mis hermanos si están bautizados. aunque no lo sepan o no quieran enterarse.Yo,más claro se lo digo y les hablo del programa de Jesús que es realmente interesante: llevarnos a todos a la plenitud como personas de todas las ideologías. Si murió por todos, también murió por ellos: para que se conviertan y se salven. Es fundamental que los convertidos demos testimonio de nuestra FE.
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