Mañana es PRIMER VIERNES,
día mundial de oración por las intenciones del Papa.
Málaga: Inauguración
del Curso:
17’30 h., en el Salón de Actos de los jesuitas.
A las 7, HORA SANTA en la Iglesia.
Liturgia: TÉMPORAS
Celebramos hoy en la
Iglesia lo que en algunos países suelen celebrar como “el día de acción de gracias”. El sentido de la “Témporas” es del
momento en que las cosechas están recogidas y hay una parada para agradecer y
para pedir. Porque esos son los dos momentos que recoge la liturgia de este
día: una 1ª lectura del Deuteronomio (8, 7-18) que hace una amplia lista de
beneficios recibidos del Señor por aquel pueblo israelita. Y la consecuencia
lógica de ese amplio don, que debe ser el agradecimiento y la correspondencia
de las personas y de los pueblos. Debemos ser conscientes de que lo hemos
recibido gratuitamente; que no han sido nuestras fuerzas las que han creado
tanto bien, y que nosotros nunca hubiéramos llegado a juntar tantas ventajas
como Dios nos dio. Habrá quien piense que es la técnica y el trabajo humano y
la ciencia humana lo que ha hecho posible esas cosechas y ese rendimiento de la
tierra. El texto nos aclara entonces: “Acuérdate
del Señor tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas,
y así mantiene la promesa que hizo a tus padres: como lo hace hoy. Porque
Dios no sólo benefició a un pueblo en unas determinadas circunstancias, sino
que su obra benefactora la sigue haciendo hoy, y nosotros somos beneficiarios
de tantas dádivas del Señor, a las que podremos añadir los dones particulares
que cada cual hemos recibido.
Pero a todo eso hay que ofrecer una acción de gracias, que
no se quede en palabras sino que se exprese en las obras: obras son amores, y recíproca respuesta a la magnitud de los
beneficios recibidos, aunque ya se sabe que nosotros lo haremos en la pequeña
medida de la que somos capaces por nuestra pequeñez e indigencia.
La otra parte de la finalidad de las “Témporas” es
sentirnos necesitados y saber que estamos siempre colgados de la mano de Dios.
Por eso se nos invita a pedir: Mt 7, 7-11: Pedid
y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Dios se
compromete a escuchar a sus hijos y escucharlos con el corazón en la mano,
porque como buen padre no va a dar una piedra al hijo que le pide pan. Pues si
eso no lo haríamos nosotros, ¡cuánto menos lo hará Dios! Dios dará COSAS
BUENAS. De parte de Dios siempre viene el bien. Dios nunca dará algo malo. El
mal no sale de la mano de Dios. Dios dará cosas buenas, aunque no siempre sea
lo mismo que le pedimos, pues muchas veces no sabemos lo que pedimos ni lo que
se derivaría de ello. Dios da algo bueno y positivo.
Entre las dos lecturas que enmarcan el sentido de este día,
sitúa la liturgia el gran beneficio que hemos recibido de Dios (2Cor 5,17-21):
la redención: Dios, que por medio de
Cristo, nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de reconciliar.
Dios que nos perdona y nos da capacidad de perdonar. El beneficio supremo de la
salvación, por el que Cristo reconcilia
el mundo consigo sin pedirle cuentas de nuestros pecados, y a nosotros nos ha encargado
el mensaje de la reconciliación. Repite la misma idea, poniéndola Pablo en
primera persona, porque Dios ha dado a hombres la misión de realizar la obra de
Dios. Como Jesús se fue al Cielo, ha dejado ministros que continúen la obra
salvadora: nosotros actuamos como
enviados de Cristo y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro.
Y San Pablo les dice a los corintios: en
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. No puedo menos
que expresar la belleza que tiene otra traducción más clásica, en la que
exhorta a dejarse reconciliar con Dios.
Contando con la pobreza humana, no se deja a la iniciativa de la persona el
reconciliarse. Es más real el “dejarse reconciliar”, el quedarse en los brazos
de Dios y el dejar que sea Dios quien va poniendo las mimbres para ese momento
de la reconciliación… “Dejarse reconciliar”, como el niño que se deja en la
confianza del amor de sus padres, que le perdonan sus travesuras, y le emplazan
a una nueva etapa en la que puede portarse mejor. Así nosotros recibimos la salvación de Dios, como
concluye la 2ª lectura.
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