Liturgia:
Jesús había callado a los saduceos
con la respuesta a la cuestión del matrimonio sucesivo de una mujer con siete
hermanos. Y ahora los fariseos pretenden comprobar la ortodoxia de Jesús y así
poner a prueba sus ideas. (Mt.22,34-40). Con eso se presentan a Jesús y uno le
pregunta: Maestro, ¿cuál es el
mandamiento principal de la Ley? La respuesta de Jesús, y no podía ser
otra, es: Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Pero Jesús no se queda
ahí, sino que sigue con un “segundo
mandamiento, semejante al primero”: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Para concluir con un resumen final: Estos
dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.
Es evidente que Jesús estaba en la fe de Israel. Que no era
un iluminado que pretendiera caminos extraños. Creía en el mismo Dios que creía
Israel y que creían los fariseos. Y a ese Dios había que amarlo con todas las
fuerzas del corazón y con todo el ser.
Pero a su vez, Jesús reclamaba la fidelidad a Dios en el prójimo,
al que había que amar como a uno mismo. Y eso se hace en detalles concretos, en
servicios y atenciones concretas.
La 1ª lectura tomada del Éxodo (22,21-27), un libro tan
primitivo en la historia del pueblo israelita, ya contenía preceptos en el código
de la Alianza. que manifestaban la atención que había que tener con el prójimo.
Incluso con el forastero: no oprimirás ni
vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. Y
continúa bajando a concretos muy de la vida diaria: No explotarás a viudas y huérfanos, porque si gritan a mí, yo los
escucharé. Si prestas dinero a un pobre, no le cargarás intereses. Si tomas en
prenda la túnica de tu prójimo, se la devolverás antes de ponerse el sol,
porque es lo único que tiene para cubrirse. Y si no, ¿dónde se iba a acostar?
Son casos que pueden tener una ampliación y concreción en
nuestras aplicaciones personales y plantearnos qué podemos hacer con qué
prójimos y en qué momentos. Porque es la manera de dar eficacia a nuestros
buenos deseos.
Y juntamente en la mejora de nuestra relación con Dios,
hemos de plantear qué puede mejorar en nosotros y cómo haremos más verdadero el
amor a Dios con todo el corazón, con toda
el alma y con todas las fuerzas, o tal como lo formulamos nosotros en el primer
mandamiento: el amor a Dios SOBRE TODAS LAS COSAS. Y hay que preguntarse si
verdaderamente ponemos a Dios y las cosas de Dios en el primer lugar y sobre
todo, sobre toda otra cosa o preferencia, apetencia o deseo.
En la 2ª lectura -1Tes.1,5-10- se pone el acento de ese
amor a Dios en el conocimiento de la Palabra de Dios y ponerla en práctica, en
ese paso en el que abandonando los
ídolos, os volvisteis a Dios para servir al Dios vivo y verdadero. Y los
ídolos no son meramente los fetiches o figuras que suplantan la imagen de Dios,
sino todo aquello que de una manera o de otra ocupa la atención y el corazón
por encima y por delante de Dios. Lo cual tiene muchas aplicaciones reales en
la vida de cada persona. Ídolo puede ser el dinero, y el amor propio, y el sexo
indiscriminado, y la vanagloria, y el mal genio, y el YO en sus diferentes y
múltiples facetas. Y el móvil y el teléfono y el bingo y el ordenador…
Cualquier cosa, cuando ocupa el corazón de la persona, está ocupando el lugar
de Dios. Eso es un “ídolo”.
Nos centramos, como siempre, en la EUCARISTÍA para que las
palabras no se conviertan en sermones. Si cualquier actitud o práctica
espiritual debe de ir a Dios, primero, pero debe mirar al prójimo (como
mandamiento semejante, que dice Jesús), la Eucaristía lo mira de forma directa
y esencial: no hay eucaristía sin amor, y no hay verdadero amor si no lleva las
dos dimensiones: hacia Dios y hacia el prójimo. La participación en la
Eucaristía, que tiene su culmen en la Comunión, está diciendo a las claras que
hay que vivir en comunión con los demás. Y con la misma intensidad con que nos
sentimos cogidos por la Comunión del Cuerpo de Cristo, tenemos que sentirnos
cogidos por el amor real y sincero al prójimo. Un amor que no tiene que ser afectivo (porque el amor ni se compra ni
se vende ni se improvisa), pero tiene que ser efectivo en obras reales de servicio, atención, ayuda, socorro…
El Señor nos ilumine y nos mueva para ser fieles a su
Palabra, con lo que definamos la sinceridad de nuestra fe.
Presentemos nuestras peticiones al Señor.
-
Porque nuestro amor a Dios se purifique de nuestros egoísmos, Roguemos al Señor.
-
Porque seamos auténticos en nuestro amor efectivo al prójimo, Roguemos al Señor.
-
Secundando las orientaciones de los Obispos de Andalucía y de nuestro
Señor Obispo, hacemos dos peticiones: Por la situación actual de España, para
que haya unidad y armonía, Roguemos al
Señor.
-
Porque venga la lluvia mansa y fecundante que alivie la situación de
nuestros campos y embalses, Roguemos al
Señor
Te pedimos,
Señor, tu mirada misericordiosa sobre nosotros para que seamos fieles en el
amor. Y acude a nuestras necesidades.
Lo pedimos por medio de Jesucristo N.S.
ªAmar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo" Son los mandamientos principales de la lEY. Son semejantes y los dos invitan a amar.Para que este amor no se convierta en idolatría, hay que empezar por amar a Dios, Dios es celoso y no soporta la idolatría. Es muy fácil convertir en falso dios a quién no lo es, sea una persona concreta, un novio, una novia, una comunidad nacional, una clase social o la humanidad en general.Esto puede ser muy peligroso cuando el amor a un grupo concreto se desvía en forma de odio contra los demás, y aparecen los fanatismos y la violencia.El Dios del A.T. se quejaba de os usureros que se quedaban en prenda el manto del pobre. La Iglesia tiene que hablar con los políticos para que se conviertan a la justicia,los Ministros del Señor tienen que despertar sus conciencias, que no puedan dormir tranquilos mientras haya un país en guerra, una frontera cerrada, un hermano que pasa hambre o alguien que duerme en la calle. Que les hablen sin miedo. Que se conviertan antes de que sea demasíado tarde y que puedan experimentar el perdón de Dios.
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