Liturgia
No es fácil comentar un libro de sentencias. El libro del
Eclesiástico es más para ser leído despacio que para ser comentado. Por eso me
limito a entresacar algunos dichos de esta perícopa que nos señala la liturgia
para este martes: 2, 1-13.
Mantén el corazón
firme; no te asustes en el momento de las pruebas. Al final, serás enaltecido.
El oro se acrisola en el
fuego; el hombre que Dios ama se purifica en la pobreza (en la prueba).
Los que teméis
(=amáis) al Señor, esperad en su misericordia…, confiad en él, esperad bienes,
gozo perpetuo y salvación.
¿Quién confió en el
Señor y quedó defraudado? ¿Quién gritó a él y no fue escuchado? Porque el Señor
es clemente y misericordioso, perdona el pecado y salva del peligro.
Me parece estar oyendo a muchos que dicen: yo he pedido a
Dios y Dios no me escucha. Es evidente que la respuesta de Dios no llega ni en
el momento que uno quiere y quizás ni en la forma que uno pensaba. Pero las
personas que viven la fe en Dios y saben esperar, acabarán rubricando ese párrafo
final que ha reseñado el texto de hoy.
Queda corroborado por el SALMO 36 con el que se canta esa
certeza de un Dios que nunca abandona: Encomienda
tu camino al Señor, y él actuará.
En Mc 9, 29-36 Jesús vuelve a la carga sobre la realidad
mesiánica que le espera. Ya lo dijo, y se escandalizaron. Llevó al Tabor a tres
más significativos para que vieran como en un resumen vital la doble realidad
de la luz transfiguradora y “la
resurrección de entre los muertos”. Ahora vuelve Jesús a repetir el camino que
le espera como Mesías: El Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto,
a los tres días resucitará. Lo curioso es que siguen sin entender aquello,
y más curioso todavía la postura que adoptan. Si antes intervino Pedro y se
llevó la reprensión tan fuerte, ahora optan por no decir nada, no preguntar
nada. Les daba miedo preguntarle. Creo que les daba miedo la respuesta que
corroboraba lo dicho. Y optaron por no querer saber, una forma fácil de eludir
el tema y evitar disgusto. Es evidente que Jesús lo advertía. Jesús era bien
conocedor de las personas y buen psicólogo, y por tanto no se le pasó por alto
la falsa postura de defensa que ellos habían adoptado. Pero los respetó. Sabía
que era duro digerir aquello y les dio tiempo para que se fueran haciendo a la
idea.
Los Doce no se unieron a Jesús en el camino aquel hacia
Cafarnaúm. Ellos iban formando piña entre ellos y no quisieron entrar ahora en
conversación con Jesús. Y Jesús lo iba viendo y lo comprendía.
Cuando llegaron a Cafarnaúm y entraron en la casa, ya en
la intimidad, Jesús les preguntó de qué discutían por el camino. Y ellos no
pudieron responder porque lo que habían discutido era sobre quién era el más importante. Es decir: no sólo no han querido
saber nada del anuncio de Jesús sobre su realidad mesiánica, sino que ellos se
han ido por otro aspecto absolutamente ajeno al tema. Es lo que se llama una
huída hacia adelante…, un escaparse por la tangente.
Y Jesús, que sabía más que lo que ellos creían, vuelve a
sentarse y a explicarles: el que quiera
ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. ¡Estaba
cogido el tema del que habían discutido, aunque ellos nada habían dicho! Y
debieron correrse de vergüenza porque ellos habían estado pendientes de sus cosas
y no de las enseñanzas del Maestro. Y para Pedro, Santiago y Juan, más bochorno
aún, porque ellos habían oído aquella voz del Tabor; éste es mi Hijo amado, escuchadle.
Y ellos no habían escuchado; no habían
querido escuchar.
Jesús escenificó la lección poniendo en medio a un niño y
diciéndoles que hay que acoger con la simplicidad del niño. Y el que así acoge
su palabra, lo acoge a él mismo. Es más: acoge
a Dios. En realidad les estaba enseñando una importante lección: las cosas
de Dios no pueden entenderse con los resabios de los mayores, que pretenden
razonar con principios humanos y con intereses humanos. Hace falta la gran
capacidad de la mente de un niño para poder acoger la amplitud de la verdad de
Dios, que desborda las razones y entra en el terreno de lo maravilloso.
la Lectura de hoy, quiere prepararnos para ‘las pruebas’ que puedan venirnos, pero al mismo tiempo nos aconseja cómo acercarnos al “AMOR de DIOS”…”Pégate a ÉL…” – “No lo abandones…” - “Confía en Dios” - ”Espera en Él…” – “los que AMÁIS al Señor, esperad en su Misericordia…” – “Los que AMÁIS al Señor, confiad en ÉL…” Porque el Señor es CLEMENTE Y MISERICORDIOSO…” – “Perdona el pecado y salva del peligro”. //// Parece un texto repetitivo…pero estoy segura que lo que quiere JESÚS de nosotros es que tengamos esa confianza en Él…
ResponderEliminarJesús preparaba a los Discípulos para que supieran enfrentar las pruebas que iban a sufrir; Jesús intenta hacerles entender que su Pasión y su Muerte son inevitables y ellos ni se inmutan...andan buscándose un puesto...Así vamos nosotros por la vida. Por subir un escalón, dejamos de lado a otros y nos quedamos tan agusto porque lo hacemos por el bien de la Comunidad, de la familia... Ocupar el primer puesto nos obliga a ser los primeros en servir, en dejar la vida para que los demás crezcan; como Jesús nos viene repitiendo.
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