Liturgia
En personas equilibradas y maduras el recuerdo de su
infancia en la casa, en el colegio no se vive hoy como un trauma. Hubo
reprensiones y castigos de parte de los padres y de los buenos educadores. Y
hoy aquellos hijos y alumnos agradecen lo que le exigieron, porque reconocen
que los hizo más hombres o más mujeres mejor preparados para afrontar la
realidad de la vida.
Pues ese es el argumento de Heb 12, 4-7. 11-15. Dios es el
mejor padre y el mejor educador. Dios tiene que corregir. Hijo, no te enfades por su reprensión, porque el Señor reprende a los
que ama. Acepta, pues, la corrección porque Dios os trata como un padre.
Es evidente que el niño o el
adolescente no acepta la corrección de buena gana, sino que le duele y se
rechaza. Pero después de pasar por él, da
como fruto una vida honrada y en paz.
Dios tiene sus caminos. Hace unos días celebrábamos la
conversión de Saulo. Allí hubo una corrección muy fuerte y dura. Pero de allí
salió Pablo.
El mundo de hoy no está entendiendo los caminos de Dios.
Dios está avisando mucho más de lo que somos capaces de entender. La historia,
que es muy larga, tendrá que enseñar un día que hubo una mano providencial de
Dios en el proceso actual. Todavía muy niño y “adolescente inmaduro”, el mundo
no entiende. Pero entenderá más tarde. No es la primera vez que la humanidad y
el humanismo entra en crisis. Y luego ha rebrotado con mucha más fuerza.
Por eso, fortaleced
ahora las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes y caminad por una
senda llana…; que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz
amarga rebrote y haga daño contaminando a muchos.
Jesús ha ido a Nazaret. (Mc. 6, 1-6). Debía llegar con
muchas ilusiones de poder proyectar entre sus paisanos aquellas obras
liberadoras que venía haciendo por todas partes. El sábado fue invitado en la
sinagoga a explicar la Palabra de Dios. Y la
multitud que lo oía se preguntaba de dónde le venían aquella sabiduría y
aquellos milagros de sus manos (de los que se hablaba en Nazaret y admiraba
a las gentes).
Lo mismo que había quienes se admiraban y escuchaban con
agrado, surgieron también las voces críticas que se remontaron a la genealogía
familiar, para sacar a colación que ya lo conocían demasiado y que era el hijo
de María…, el carpintero, el pariente de muchos y muchas en el pueblo… Y en vez
de buscar una explicación constructiva a aquella sabiduría y poder, se fueron
por la descalificación.
Y Jesús recurrió a un refrán que era conocido, intentando
hacerles reflexionar: No es despreciado
un profeta sino en su casa y entre sus parientes. [Nada extraño: siempre
elevamos a los desconocidos y abajamos a aquellos con los que convivimos. En
casa y con los parientes no se reconocen los valores que son capaces de
reconocer los que los viven a una cierta distancia].
Pero el hecho real es que le cortaron las alas a Jesús. Que
le dejaron la ilusión machacada dentro. Que su patria chica era el primer lugar
donde hallaba oposición. Y que como no tuvieron fe en él, no pudo hacer allí ningún milagro. Y se extrañó de su falta de fe. Por otra parte, lo que no podía
Jesús era pasar de largo en la gente buena que le reconoció su peculiaridad
nueva. Y entonces aprovechó aquella fe de particulares para curar algunos enfermos imponiéndoles las
manos.
Marcos no nos dice más. Ha dejado dicho la substancia del
hecho que Lucas nos narra con muchos más detalles. Y Marcos se limita a
presentarnos el final de este suceso con la estancia de Jesús en otros pueblos
de alrededor, donde sí podía enseñar y era acogido por las gentes. Nos ha
presentado el contraste. Y nos deja la posibilidad de meditar las consecuencias
de la no acogida y de aquellos otros que tuvieron fe en él. Que sea eso un modo
de sacar lección. Y que la actitud de nuestra fe, abra las compuertas a esas
sanaciones y enseñanzas de Jesús, con las que él quiere llegar a nosotros.
Pienso en muchos que se quejan de que no les escucha Dios,
y me planteo si es que Dios no escucha a la persona o que la persona no escucha
a Dios. Y entonces Dios no puede hacer
milagros porque se topa con el frontón de las almas que se oponen a su
acción.
El mensaje de Jesús, su radicalismo y su estilo no era bien recibido por todos, la mayoría no podían reconocer que andaban equivocados...¡Qué sabrá Jesús de Nazaret, el hijo del carpintero! Buscar la verdad aceptarla y obrar en consecuencia es un DON de Dios que puede llegarnos por los caminos más insospechados y a través de personas que nos parecen sencillas...Nos cuesta aceptar los desígnios de Dios y nos autoconvencemos y seguimos como estábamos; y esto puede ser muy peligroso: Jesús quiere llegar hasta nosotros, nos quiere sanar, pero por nuestra autosuficiencia no lo acogemos y nos perdemos por caminos que no conducen al Reino...
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras q dejan un paréntesis de reflexión.
ResponderEliminar