Liturgia del domingo 24 B
Isaías (30, 5-10) describe las características del Mesías. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba; no oculté el rostro a insultos y
salivazos. Por tanto no será un Mesías triunfador –humanamente triunfador-
ni libre de los rechazos humanos. Cuando el mundo judío cambie esa idea que anuncia
Isaías por la otra del mesías humano y caudillo guerrero que puede contra todos
sus enemigos, se habrá desvirtuado la verdad que estaba encerrada en los planes
de Dios.
Sucedió a través de la historia de aquel pueblo. Marcos (8,
27-35) presenta aquel día en el que Jesús tantea a sus discípulos sobre las
ideas que corren sobre él: ¿Quién dicen
que soy yo? Y los discípulos van trasmitiendo lo que han oído. Cualquier
cosa menos “Mesías”. Porque está a la vista que Jesús no es impasible, no es un
dominador, e incluso es atacado frecuentemente por los propios jefes
religiosos. Por eso puede que sea un
profeta, una reencarnación de Juan Bautista o de Elías… Cualquier persona
que es controvertida y que puede ser contradicha.
Jesús pregunta entonces a los suyos: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Ahora surge la respuesta
correcta y la da Simón: Tú eres el Mesías de Dios. Parecía
que, finalmente, habían dado en el clavo. Pero Jesús sabía que no estaba la
cosa tan clara y entonces se vuelve a Isaías y lo que estaba anunciado del
Mesías de Dios, y anuncia que el Hijo del
hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por sumos sacerdotes,
los senadores y los doctores de la ley, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Y aquello les rompió el chip a los discípulos porque ellos mismos estaban
imbuidos de las ideas del pueblo: un Mesías absolutamente acorazado y triunfador.
Y Simón se atrevió a zarandear a Jesús (se lo llevó aparte y lo increpó). No
podía entrar en pensamiento “lógico” lo que Jesús acababa de decir. A Jesús se
le quiere identificar con la dulzura, la ternura, la sonrisa, la misericordia,
el milagro… Y todo eso es verdad pero no es toda la verdad. Porque lo que acaba
de anunciar es tan Jesús como lo otro: Padecer, ser desechado, maltratado,
condenado y llevado a la muerte es tan verdadero como todas las otras
características, y haremos la “foto” de Jesús cuando seamos capaces de fusionar
esas dos imágenes en una sola.
Jesús tuvo que reaccionar vigorosamente, y se dirigió
públicamente a Pedro, delante de los otros (tenían que aprenderlo todos), y le
increpó con la expresión más fuerte que podía tenerle: Apártate de mí, Satanás. Ya era muy duro el “apártate de mí”,
porque era lo más doloroso que podía decírsele a Pedro. Pero el calificativo de
“Satanás” colma ya ese rechazo que ha sentido Jesús ante la falsa idea de
mesianismo que habían tenido todos: piensan
como el pueblo; no como Dios.
Y entonces Jesús enseña a los discípulos y toda la gente
que ser discípulos seguidores de Jesús-Mesías requiere negarse a sí mismo y cargar la cruz. Y así me siga. Lo malo es que “las
frases muy sabidas” se quedan en frases. Tenemos tan oídas esas frases que ya
nos resbalan sin empaparnos. Las hemos dejado para escribirlas en una estampa.
Pero que no nos toquen un pelo de la ropa. Que “negarnos” no suponga ir contra
nuestro egoísmo y amor propio, contra nuestra “personalidad” y orgullo propio.
Y que “cargar la cruz” no suponga esfuerzo ni dolor…, ni contrariedad a
nuestras ideas y formas adquiridas ya en nuestro vivir.
Con la 2ª lectura (Santiago 2, 14-18) podemos caer en esa fe sin obras reales, sin compromisos
exigentes de nuestra fe… Y Santiago dice entonces que es una fe vacía, y qué le vale a la persona? Es fácil de
entender cuando nos vienen hoy los que se confiesan “creyentes-no practicantes”
y fácilmente concluimos que si no practican las llamadas de la fe, es que su fe
queda muy en entredicho; se reduce a una “credulidad”. Pero eso mismo podemos
decirnos a nosotros mismos si nuestra fe llega sólo hasta una expresión
religiosa pero no pasa a las realidades concretas de la vida diaria.
Por eso la Eucaristía, que es el encuentro personal nuestro
con Jesús, nos interroga hoy: ¿quién decís
vosotros que soy yo? Y concretando más: Qué dice vuestra vida y vuestras
obras que soy yo? ¿Hasta dónde la Eucaristía se traduce en hechos de la vida
diaria, en el trato de familia, en las relaciones con otras personas, en los
criterios y principios que rigen vuestro día a día? Porque ahí es donde daremos
respuesta a la pregunta de Jesús: “¿Quién decís vosotros que soy yo? ¿Hasta
dónde os negáis a vosotros mismos y hasta dónde cargáis con la cruz?
Pedimos a Dios
ResponderEliminar- Que aceptemos a Jesús como el Mesías de Dios, y no al modo nuestro. Roguemos al Señor.
- Que nos dé su gracia para poder doblegar nuestro orgullo y amor propio. Roguemos al Señor.
- Que “cargar la cruz” se nos traduzca en realidades de la vida diaria. Roguemos al Señor.
- Que nuestra fe se traduzca en obras concretas dentro de nuestra vida concreta. Roguemos al Señor.
- Que la Eucaristía surta en nosotros efectos de sincera verdad en nuestra vida. Roguemos al Señor
- Que sepamos aplicar al momento actual nuestra fe y compromiso cristiano. Roguemos al Señor.
Las realidades que estamos viviendo en la vida presente tienen que hacernos pensar y vivir con otro estilo, porque “a grandes males hacen falta grandes remedios”. Pon luz en nuestra mente y grandeza en nuestro corazón para saber reaccionar cristianamente ante la vida que nos llega en las noticias de cada día.
Lo pedimos por medio de Jesucristo-Mesías, N. S.
Hay preguntas en nuestra vida que si no sabemos la respuesta no pasa nada.Me refiero a esas preguntas que se hacen en algunos programas televisivos.Son preguntas intrascendentes.
ResponderEliminarSí; es muy importante la pregunta que nos hace hoy Jesús a todos los creyentes y no creyentes.
¿" Quien decís vosotros que soy Yo"? Mi respuesta es: " Tú eres el Cristo, el Ungido , el Mesias, el Hijo Unigénito de Dios.La Persona de la que depende toda mi vida; mi destino , mi felicidad , mi triunfo o mi desgracia se relacionan íntimamente con el conocimiento que de Ti tenga."
Jesús nos habla de la cruz y hoy y siempre le pedimos que nos ayude a llevar la nuestra unidos a Él y le decimos : " Tómate como soy, con mis defectos y debilidades y hazme cada día llegar a ser como Tú deseas y esperas de mí ".
Sí, la Eucaristía es el encuentro personal con Jesús, el momento más grande del día: Cristo en nosotros; sin ÉL no tendría sentido nuestra vida...
ResponderEliminarEl Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros sobre la persona de Jesús a fin de que nos posicionemos ante Él. Nunca respondemos a la pregunta sobre ¿Quién es Él?. Pedro ya sabía que Jesús era el Mesías, convivía con Él, le había visto hacer milagros; pero aún le quedaba mucho camino de conversión para aceptar a Jesús, ante todo,como un Hombre; no era un súper héroe, era un Hombre, totalmente humano; que iba a ser rechazado y condenado por las autoridades y tenía que morir para llegar a la resurrección.
ResponderEliminarTambién a nosotros nos cuesta entender y muchísimo más vivir que el único camino cristiano es el que tomó Jesús...Cuando no caminamos por su camino, obstaculizamos al Evangelio. Todos los días tenemos que asegurarnos de que hemos orientado bien nuestra vida. Cada día tenemos que descentrarnos y mirar a nuestro alrededor porque quién vive para sí mismo, va hacia su destrucción; queda encerrado en su egoísmo y se dirige al fracaso y hacia la desesperación. En cambio, quién sigue a Jesús, viviendo totalmente para los demás, alcanza la plena realización.. Esto repercute en la sociedad.. Si vivimos con miedo a ser generosos, contribuimos a que crezca el egoísmo en el mundo.