22 de enero de 2015 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha
retomado, tras su viaje a Asia, las misas matutinas con grupos de fieles en la
capilla de Santa Marta. Y así, este jueves el Papa ha recordado que lo más
importante no es la gracia de una sanación física, sino el hecho de que Jesús
nos salva e intercede por nosotros.
De este modo, el Pontífice ha comentado el Evangelio del día, que
muestra a la multitud que acude a Jesús desde cualquier región. Al respecto, el
Papa ha indicado que el pueblo de Dios encuentra en el Señor “una esperanza,
porque su forma de actuar, de enseñar, toca su corazón, llega al corazón, porque
tiene la fuerza de la Palabra de Dios”. Y lo explica así: “el pueblo siente
esto y ve que en Jesús se cumplen las promesas, que en Jesús hay una esperanza.
El pueblo estaba un poco aburrido de la forma de enseñar la fe, de los doctores
de la ley de aquella época, que cargaban sobre la espalda muchos mandamientos,
muchos preceptos, pero no llegaban al corazón de la gente”. Pero, ha añadido,
cuando ven a Jesús y escuchan a Jesús, las propuestas de Jesús, las
bienaventuranzas… pues escuchan dentro algo que se mueve, es el Espíritu Santo
que despierta eso, y van a encontrar a Jesús”.
La multitud seguía a Jesús para ser sanada, es decir, buscando el
propio bien. Por eso, el Santo Padre ha recordado que “nunca podemos seguir a
Dios con pureza de intención desde el inicio, siempre un poco para nosotros, un
poco para Dios… Y el camino es purificar esta intención”. Asimismo ha subrayado
que la gente va, busca a Dios, pero también busca la salud, la sanación. “Y si
lanzaban sobre Él para tocarle, para que saliera esa fuerza y le sanase”, ha
recordado.
Pero lo más importante no es que Jesús sane, esto “es signo de
otro sanación”; ni siquiera el hecho de que “Jesús diga palabras que llegan al
corazón”: esto, ciertamente ayuda para encontrar a Dios.
Haciendo referencia a la Carta a los Hebreos, ha señalado que
“Cristo puede salvar perfectamente a aquellos que se acercan Dios a través de
Él. De hecho está siempre vivo para interceder a su favor”. Las dos palabras
claves, ha señalado el Obispo de Roma son que “Jesús salva y es intercesor”.
Lo ha explicado así: “¡Jesús salva! Estas sanaciones, estas
palabras que llegan al corazón son el signo y el inicio de una salvación. El
recorrido de la salvación de muchos que comienzan a ir a escuchar a Jesús o a
pedir una sanación y después vuelven a Él y sienten la salvación. ¿Pero lo más
importante de Jesús es que sane? No, no es lo más importante. ¿Qué nos enseña?
No es lo más importante. ¡Que salva! Él es el Salvador y nosotros somos
salvados por Él. Y esto es más importante. Y ésta es la fuerza de nuestra fe”.
A continuación, ha hablado de Jesús como intercesor. “Esto es algo
actual. Jesús delante del Padre, ofrece su vida, la redención, muestra al Padre
las llagas, el precio de la salvación. Y todos los días, así, Jesús intercede.
Y cuando nosotros, por una cosa u otra, estamos un poco bajos de ánimo,
recordamos que Él reza por nosotros, intercede por nosotros continuamente”.
Además, ha añadido que muchas veces nos olvidamos de esto: “Pero Jesús… sí, ha
acabado, se ha ido al Cielo, nos ha enviado el Espíritu Santo, historia
terminada’. ¡No! Actualmente, en cada momento, Jesús intercede". De este
modo ha invitado a dirigirse así al Señor, en esta oración: "Pero, Señor
Jesús, ten piedad de mí. Intercede por mí"
Para finalizar la homilía de este jueves, Francisco ha pedido que
nuestra vida cristiana cada vez esté más convencida que nosotros hemos sido
salvados, que tenemos un Salvador, Jesús a la derecha del Padre, que intercede.
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