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La Sabiduría increada
El
domingo intermedio entre la Navidad y Epifanía mira a Jesucristo como LA
SABIDURÍA. A Ella dedica la 1ª lectura. Es ocasión de aclarar que esa
referencia a una Sabiduría que vive desde
el principio, antes de los siglos y que no cesará jamás, aunque la liturgia
la aplique a la Virgen en alguna fiesta, en realidad no está dirigida
directamente a ella, sino que se refiere a la Sabiduría eterna de Dios. A la
vez dice que “me creó antes de los
siglos” lo que corresponde a la generación eterna por la que el Verbo de
Dios fue engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, la Palabra que es Dios y vive en Dios, en la santa
morada…, en la ciudad escogida.
Jesús,
el Dios nacido hombre en nuestra misma humanidad, es la Sabiduría que hace su propio elogio, se gloría en medio de
su pueblo, y es ensalzada y admirada en la asamblea de los santos. Ese
Jesús de quien ayer hice el pobre bosquejo de que soy capaz, pero que –al mismo
tiempo- es alabanza de la Gloria de Dios, porque él mismo es Dios, y en Él Dios nos bendijo con toda clase de
bendiciones espirituales y celestiales para que fuésemos santos e
irreprochables en su presencia por amor.
San
hablo nos desea en la 2ª lectura que se nos dé espíritu de SABIDURÍA, ¡el
Espíritu de Cristo!, para que comprendamos cuál es la riqueza de gloria que da
en herencia a sus santos.
Si
en la Navidad se nos decía que ha
aparecido la gracia salvadora de Dios (el Salvador) enseñándonos…, ahora ruega el Apóstol que se nos dé esa enseñanza
como SABIDURÍA personal, Cristo Jesús, par que vivamos la esperanza a la que
nos llama.
Es
evidente que hoy se está tratando el tema de la Navidad en las alturas sublimes
del Dios-Palabra infinita –el Verbo- por quien todo fue hecho; Palabra en la que
había vida –es LA VIDA- y la vida era
LA LUZ DE LOS HOMBRES. Luz que brilla en la tiniebla…, a quien la tiniebla no
la recibió. Pero a cuantos la recibieron les da poder por ser hijo de Dios, si
creen en su nombre. Una vida que no nos llega por generación de carne y
sangre, como la vida natural, sino de
Dios. Es que la Palabra se hizo
hombre y acampó entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria propia del
Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Me
resisto a emplear mis ideas, mis palabras, mis sensaciones, cuando estamos
metidos en esa inmensa cima de la divinidad –LA SABIDURÍA DIVINA- que nos ponen
hoy las lecturas de la Sagrada Escritura en una sublime concatenación de
lecturas que no elevan hasta lo íntimo de Dios.
De la plenitud del Verbo hemos recibido
TODOS gracia tras gracia… ¡TODOS!..., que no deja de ser un misterio cuando
topamos con tantas personas que –dice la gente- “están dejadas de la mano de
Dios”. ¡Pues Dios no dejó a nade fuera de esa GRACIA TRAS GRACIA, un amor que sobrepasa todo amor! Y hemos
de reconocer el misterio que hay debajo de todo eso, que nos es imposible
descifrar ni ver con nuestros ojos humanos.
Explica
Pablo: la Ley se dio por medio de los
profetas (mandatos, prohibiciones, orientaciones…, que la humanidad ha
manipulado y tergiversado tanto y tantas veces); la Gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo. Ahí, en Él, nos ha llegado la salvación. Y si
la NAVIDAD fuera tal para todos los humanos…, si los humanos reconociéramos en
ese Jesús que nace, al Dios Salvador que ha venido a hacer a todos los hombres
iguales, y elevados a otra realidad que no se basa en la economía, el domino,
el goce, el dinero, el abuso, la explotación, la soberbia en todas sus
facetas..., el mundo sería un calco de esa gracias
tras gracia que es el proyecto y la acción de Dios, hecha realidad en
Cristo y su venida al mundo.
Es
un domingo, pues, síntesis de la historia de la salvación, la ideada por Dios,
la querida por Dios. La liturgia de este domingo la ha condensado en tres
lecturas de enorme significado y envergadura. Menos atractivo y devoto para
escribir o para leer, pero muy hondo para el significado que se pretende en
este enfoque del año litúrgico y de la vida cristiana.
TOMADO DEL COMENTARIO DE PACO P. en el correo electrónino
ResponderEliminarEn este segundo domingo del tiempo de Navidad leemos siempre el comienzo del evangelio según San Juan (Jn 1,1-8). Las personas mayores recuerdan que antes del Concilio Vaticano II se leía al final de todas las misas. Con ello se trataba de reflejar el valor y la importancia de este texto para la vida cristiana. ¿Qué nos dice hoy a nosotros?
• En primer lugar, es fácil descubrir el paralelismo entre el Verbo de Dios y la Sabiduría de Dios. El Verbo, es decir, la Palabra, estaba junto a Dios. Era Dios. La Palabra de Dios es creadora de todo y a ella se encamina todo lo creado. La Palabra es vida, e ignorarla nos lleva a la muerte. La Palabra es luz, de modo que sin ella caminamos en tinieblas.
• En segundo lugar, al igual que la Sabiduría, tambien la Palabra ha bajado a nuestra tierra. Ha plantado su tienda en el campamento de todos los que peregrinamos por este mundo. La Palabra de Dios se ha hecho carne humana y ha habitado entre nosotros. Por eso, y solo por eso, hemos podido contemplar su gloria.
• En tercer lugar, esa Palabra de Dios, eterna como Él y temporal como nosotros, se nos presenta con rasgos humanos. Se identifica con el Hijo único de Dios. La fe cristiana reconoce en Jesús de Nazaret la Palabra salvadora de Dios. Esa Palabra nos salva y nos guía. Nos ilumina y nos interpela. Nos alienta cada día y nos juzgará en el último día.