“Está cerca el
Reino de Dios”
Esa es la palabra de Jesús
en este día en que recuperamos la lectura continuada, ésta vez siguiendo a San
Marcos.
Jesús –en este evangelio- empieza su labor en Galilea y lo
hace con esa llamada general: Se ha
cumplido el plazo, está cerca el reino
de Dios; convertíos y creed la Buena Noticia.
Se me suscitan algunas reflexiones. Una, que debe llegarnos
muy en personal: “Se ha cumplido el plazo”.
O, dicho de otro modo: “Nos ha llegado nuestra hora; es el momento de la
llamada personal y concreta de Jesús a cada uno”. No puede dejarse pasar. Es “el
plazo” para llegar a determinadas concreciones de vida, en esos aspectos que
pueden quedar todavía inéditos en cada cual.
El Reino de Dios está
cerca. Jesús está cerca. La era de Jesús ha llegado. Jesús nos está
llamando. Bien sabemos que Jesús nos dijo que “el reino de Dios dentro de vosotros está”. Y siendo una realidad
porque ya poseemos la Gracia y el Espíritu, y ya hemos llegado a una cierta
unión a Jesús, aun queda “algo”. Por eso “está
cerca” y, aun llegado ya objetivamente (porque Jesús ya ha hecho todo lo
que tenía que hacer), sólo está “cerca” pero no se manifiesta la plenitud,
porque cada uno de nosotros no le ha abierto la puerta de par en par. Y porque
el mundo más bien se la va cerrando cada vez más.
La llamada –a renglón seguido- al “convertíos y creed la Buena
Noticia”, nos está diciendo que aún no está establecido en su plenitud.
No es “reino de Dios” los niños a los que se les niega la
gracia del Bautismo y la educación cristiana y en valores religiosos; tantos
hijos concebidos y no deseados (con sus consecuencias trágicas y homicidas); la
guerra contra la enseñanza de la Religión Católica en los Colegios públicos; la
ignorancia extrema de los contenidos de la fe, porque son los padres los
primeros en carecer de ellos; las parejas que conviven antes de su matrimonio y
las que parecen querer amarse y están rotas en un dos por tres.
No es Reino de Dios, ni Buena Noticia, el abuso de los
débiles; las mafias que trafican con la pobreza (las mil y una formas, desde la
inmigración ilegal a la prostitución, la mendicidad…); los abusos de poder, el
robo de guante blanco de los “representantes” de la sociedad, a la que esquilma
y a la que se le camuflan sus derechos de una sanidad justa, llevada a favor del
paciente, o de unos colegios y Universidades sin indoctrinaciones políticas
partidistas y sectarias.
No es reino de Dios unas diferencias ridículas entre
miembros de la Iglesia, de diversos movimientos, asociaciones, Hermandades,
comunidades, donde priva siempre que “lo mío mejor que lo tuyo”, cuando no es
el menosprecio de lo tuyo (que por otra parte sólo se conoce de oídas o muy “personalizado”
en un “enemigo”).
Podemos seguir la lista. Y al final de ella, colocar un
inmenso letrero: “Convertíos y creed la
buena noticia”. Porque la misión de los católicos no es decir que las cosas
están mal, sino –reconocida la realidad en la que vivimos- meter el hombro para
hacer que la vida sea mejor. Y como lo normal es que estamos tan encasquillados
que difícilmente nos dejamos enseñar o corregir, EMPEZAR PORQUE EL REINO DE
DIOS QUE ESTÁ CERCA, PUEDA ENTRAR MÁS DE LLENO EN MÍ..
Ayer acabó el Ciclo de la Navidad, el primero que se centra sobre la figura de Jesús: Nacimiento, Epifanía, Bautismo…, y todo ello precedido por el Adviento. No se recuperará hasta la Semana Santa, la Resurrección,, con los ciclos previo (de Cuaresma) y siguiente (Pascual). En el intermedio –ahora- y una vez que pase Pentecostés, se van desgranando los diversos Evangelios. Ahora, en el llamado Ciclo B –en que estamos- llevará San Marcos la voz cantante.
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