Temas
interesantes y prácticos
Contiene uno de los párrafos
más profundos de la teología de la Redención: Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas,
presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte.
Es una de las afirmaciones más evidentes de la experiencia
plena humana, de plena humanidad, que podemos tener presente. Y que me da pie a
ese empeño que pongo en que NUNCA nos escapemos por la tangente diciendo: “pero era Dios”. ¡Jesús no nos engañó! Jesús
fue todo lo que fue, y puesto a entrar en la humanidad (puesto a encarnarse hombre), lo fue con todas
sus consecuencias, sin llevar en la recámara “el paraguas de Dios”.
Pero hay más: “Él, a
pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo,
a obedecer. Y llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que
le obedecen, en autor de la salvación eterna, proclamado por Dios Sumo
Sacerdote según el rito de Melquisedec. Él padece, y padeciendo, salva, y
así se convierte en Salvador. Evidentemente
hay mucho que ahondar en todo eso.
De ahí que en mis libros voy tratando de presentar esa humanidad de Jesús, que da pie a poderlo
contemplar desde nuestra misma humanidad, que no es distinta de la suya, ni la
suya es distinta de la nuestra.
En el Evangelio (Mc 2, 18-22) hay dos aspectos que se
cruzan entre sí, o el segundo explicita al primero: los discípulos de Jesús no
ayunan porque esos rituales judíos han quedado ya muy superados por el anuncio
del Reino de Dios. Y no es que no haya luego que privarse de muchas cosas, pero
no por ritualismos y cumplimientos externos de una ley. Al faltar Jesús, otros
quedarán en su lugar que estarán necesitados de nuestros “ayunos” para poder
socorrerles…, para experimentar nosotros en propias carnes lo que es “ayunar
por no tener qué comer” (o con qué vestir, o cómo ser atendidos en la soledad o
necesidad).
Por eso, para entender los nuevos planteamientos no cabe
quedarse en “los odres viejos” de las antiguas costumbres (ni de las pasadas
piedades). O se va de frente a la búsqueda del VINO NUEVO –la nueva evangelización…, el tomar el Evangelio como pauta de
conducta-, o estaremos reventando la vasija de la fe cristiana, o perdiendo el
paño nuevo por quererlo “coser” a las fórmulas anteriores…, que acaban
desgarradas y no sirven ya ni las unas ni las otras.
Se le pueden dar más vueltas pero no se puede explicar
mejor que Jesús. Y con tal de saber a qué se estaba refiriendo (precisamente a
propósito de aquellas quejas porque no ayunaban sus discípulos), el resto es ya
de pensarlo en la vida personal y ver puntos posibles de aplicación. Que muchas
veces “no entendemos” y no es porque no se entienda sino porque no descubrimos
que estamos metidos en ese “ayuno”! (y equivalentes), para tener calmada la
conciencia y permanecer en lo que estamos, porque eso ya “nos da seguridad” y
preferimos arrear con lo conocido que cuestionarnos con lo que puede venir…
Quizás aquí vendría aquello de la palabra
viva y eficaz, CUANDO DEJA DE SER EFICAZ EN LA PERSONA, por muy viva que
sea la palabra de Dios.
Al contemplar la escena de la oración en en Getsemaní siempre pienso que el Padre "no le apartó el cáliz del sufrimiento", pero le dio fuerzas para sobrellevarlo hasta la consumación.
ResponderEliminarTomemos nota para nuestra vida diaria. Nos gusta mucho pedir que nos quiten los problemas y sufrimientos. Mejor será que el Señor nos dé fuerzas para superarlos.