31 julio.- “El
tesoro escondido”
El
texto evangélico que hoy se leerá en las Misas es la doble parábola del tesoro escondido y la perla preciosa encontrada. Jesús expresa
así el enorme valor y atracción que tiene el Reino de Dios…, y en definitiva el
ir con Él y estar con Él. Si se llega a
vislumbrar, aunque fuera someramente, la felicidad que supone seguir a Jesús y
acoger su evangelio (palabras, acciones, detalles de la vida de Jesús),
estaríamos dispuestos a prescindir de todo lo que nos ofrece la vida…,
sacrificar los atractivos humanos, y daríamos todo por tal de poseer ese
tesoro, esa perla de gran valor. Porque bien claro es que, tras poseer el
tesoro o ser dueños de la joya, ahora queda la posibilidad de negociar y
obtener con su valor mucho más de lo que se ha dejado. Quien llega a barruntar los gozos y riquezas
de la fe, de la amistad con Jesús…, dará por bueno renunciar a muchas otras
cosas que el mundo de los placeres,
los goces, el dinero, la engañosa libertad…, nos ofrece (y nos embauca con sus
bagatelas).
Los jesuitas celebramos hoy a San Ignacio
de Loyola, nuestro fundador. No
permitió él que fuéramos conocidos por su nombre: “ignacianos”, “iñiguistas”
(modo popular vasco de “Ignacio”), porque tuvo la inmensa experiencia interna
espiritual de que Dios Padre le ponía con su Hijo. Y por ello no seríamos seguidores de la
persona de Ignacio, sino compañeros de
Jesús. [Se equivocan quienes creen
que el nombre de “compañía” hace referencia a algo militar]. Ahora bien: ser “compañeros de Jesús” no es
una presunción ni una exclusión: es una determinación muy determinada a que
nuestros ojos se claven siempre en la Persona de Jesucristo. Esa es la línea medular de los Ejercicios espirituales que él fue
viviendo y escribiendo en su día a día, y que expresan los pasos de su
conversión y de su objetivo fundamental.
En los “Ejercicios”,
Ignacio se centra en el conocimiento
interno del Señor, que por mí se hace hombre, para que le ame y le siga. De
ahí que el evangelio que la liturgia señala para esta solemnidad (en los
templos de los jesuitas) sea la pregunta de Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy
Yo? Un jesuita se forma y modela
en la fragua de los “Ejercicios” espirituales de San Ignacio. Y como en ellos
se lleva un proceso de purificación, primero, y de conocimiento interno del Señor, como camino indispensable, irá
pasando a la imitación…, a la
identificación con la Persona de Jesucristo, incluida ya la Pasión, la
muerte…, el sacrificio, la renuncia… “Quien
quiera venir conmigo que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y me
siga” “El Hijo del hombre va a padecer
mucho, va a ser desechado por autoridades, ser ejecutado…”¸por ello, quien se
decida a perder su vida –renuncias, dominio de sí, sacrificio…- la ganará, y quien pretenda ganar –disfrutar
de la vida, vivir apoyado en su dinero, tener todos los goces…- la perderá. Porque ¿de qué le vale a uno tenerlo todo si se perjudica a sí mismo? [Expresión con la que Ignacio martilleó a
Francisco Javier, hombre vanidoso por sus muchos méritos y sabiduría…, hasta
que –en los “Ejercicios”- acabó por ponerlo todo al servicio de la causa de
Jesús].
Quedaba una última
palabra en la exposición que hizo Jesús de lo que sería su vida: al tercer día resucitará. Ahí se cerrarán los “Ejercicios”, mostrando a
las claras que merece la pena todo lo anterior. Y que, al conocer internamente al Señor, se está abriendo ya esa puerta de
triunfo: no somos discípulos de un fracasado sino de un SEÑOR triunfador del mal,
del pecado, de las fuerzas del infierno. Nos identificamos con un CRISTO QUE
VIVE y que llena toda la vida de una criatura.
Bien puede verse que todo esto no es exclusivo de los jesuitas,
puesto que lo que se está poniendo por delante es el Evangelio, y el Evangelio
está ahí para todo seguidor de Jesús, para todo fiel cristiano. San Ignacio le
dio forma y caminos, desde el objetivo básico de amar a Dios y servirle, hasta la necesidad de ser honrados y no
jugar con “las cosas” (cosas o personas) como caprichos de niño. Sino que hemos
de ser muy dueños de saber avanzar con todo lo que nos va llevando a Dios, y
saber dejar a un lado cuanto nos pudiera apartar o despistar de Él.
¿Cuál es el
procedimiento? La 1ª lectura lo
dice: la vida es una continua elección… Ante nosotros se abren
constantemente dos frentes: el que nos hace personas, dueños, maduros…, y el que
nos aniña ofreciendo las chuches de
una vida facilona, placentera, de “niños pijas”…, “niños de papá” encaprichados
y mimados. Somos libres para elegir.
Pero saber elegir es lo propio de la persona racional y –más aún- creyente. Y
el que elige bien, es bendecido: vive, crece, posee la vida que viene de Dios. ¡Ha
encontrado el tesoro escondido! Quien elige su comodidad, “morirá sin remedio” [ha matado en sí la
fuente de su felicidad]. Pues bien: los “Ejercicios”
se dirigen a este punto de la ELECCIÓN para que quien ha conocido internamente al Señor y quiere llegar a la identificación con
Él, elija de acuerdo con Jesucristo.
Y así entra la persona en su proceso de discernimiento, para evitar los
sutiles engaños que le ofrece “la vida”.
Una norma básica
para no engañarse: la que San Pablo expresa en la 2ª lectura: lejos de mí el gloriarme, si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Por ella renuncio a las bagatelas del
pobre mundo. Aunque es mundo –entonces- me considera a mí un desgraciado (un crucificado).
Felicitación en este día a toda la Compañía de Jesús. Que el Señor nos ayude a descubrirle como el MAYOR (y auténtico) tesoro que podemos tener, lejos de esos otros "tesoros" mundanos que enmascarados de un halo de felicidad, no dejan de crear vacíos existenciales que empobrecen al hombre.
ResponderEliminarTambién yo,Ana,felicito en este día de San Ignacio de Loyola,a la Compañía de Jesús y le pido a San Ignacio que desde el Cielo nos ayude a sacar abundante provecho de nuestra lectura espiritual y que convierta nuestro corazón para un mayor servicio de Dios.
ResponderEliminarLa vida es corta;por eso nos hemos de contentar con leer y releer aquellos escritos que verdaderamente llevan impresa la huella de DIOS,y no perder el tiempo en lecturas de cosas sin vida y sin valor.
Le doy a San Ignacio la ehorabuena por sus hijos ;Felicidades San Ignacio.
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